El guionista de "Cuatro bodas y un funeral" se pone tras la cámara, entrelazando en los días previos a Navidad, un conjunto de historias con el común denominador del (des)amor. Y lo hace a través de un reparto coral, efectivo y diligente, unas canciones pegadizas y un guión que comienza bastante bien con golpes divertidos, pero que luego deviene en un pasteleo demasiado dulzón, que hacen que la comedia pase primero de dramática a melodramática y de allí a cursilada inverosímil gracias a un final, que encumbra con calzador el amor tal cual y culmina todas las historias con una guinda demasiado grande como tragarnoslas, a mayor gloria de la Navidad (dónde por momentos precisamente corremos el peligro de tragarnoslo todo).
Solo me convence la historia de Colin Firth y me hace gracia la del canalla Paul Nighy, pero por ejemplo la de Hugh Grant como Presidente solterón de Downing Street, comienza tan graciosa como inverosímil, pero acaba muerta en su propia inverosimilitud tramposa. En fin, que vale para un ratillo.