He disfrutado como un enano de la película de Tarkovsky. Me ha gustado su clara fotografía, su ritmo rápido para una película de ciencia ficción, su tesis y sus diálogos, a veces afines al soviet-amo, y otras contrarias (goles a la censura, que diríamos en nuestro días), los efectos especiales básicos que se terminan de completar en tu cabeza: como esa base geoestacionaria cerca del mar de Solaris, con ventanas enormes que dejan ver el día Jupiteriano, la base espacial de área circular que hace que siempre lleguen al mismo sitio de partida y no digamos las estancias modulares, como esos dormitorios grandes con camas, equipadas con duchas y quien sabe sin con hidromasaje (con lo difícil que era cagar en la MIR, -quién se ríe ahora de la tesis de Tony Leblanc y su nave espacial con retrete Roca), o no hablemos de la biblioteca gravitatoria en la que los libros no se desordenan, esto es el adelanto científico de la URSS frente a las naves espaciales más asépticas de la NASA USA. En el fondo se trata de disfrutar de cine en mayúsculas, una película inteligente bien fotografiada, montada e interpretada, con el aliciente de hacer que se acabe de editar y formular en tu cabeza -en tu solaris-, con tus pensamientos -con tu mar vivo-. L a película dura cerca de tres horas terrestres, que a horas/luz equivale a un film de hora y media terrestre, otro acierto.

¿Y qué es Solaris?, creo que tiene cientos de interpretaciones, lo que sí sabemos es que Solaris son respuesta abiertas a las dudas del Hombre:

-La teoría del bucle eterno, que reminiscencia de la teoría cristiana, señala que …despertarás en un mundo celestial acompañados de aquella gente a la que amaste y que te amó, pero según la teoría soviética un poco pegajosos, ya que no te los puedes quitar de encima, convirtiéndose ese cielo en un “infierno de amor” dentro del mismo, en el que al parecer cabe el suicidio, como vía de escape a otros mundos celestiales, quien sabe si con los mismos seres queridos.

- Teorías de vida alienígena inteligente, que saben de forma fácil, certera y poco costosa como apaciguar y pacificar al convulso Hombre, ese bicho que es capar de usar la ciencia de forma inmoral –como la usaron los USAos- (recuerda la película el suceso Hiroshima), y como los científicos URSSos cuando se plantean usar medidas extremas cono “influir sobre el Océano con radiaciones de alto poder penetrante”, resuelven negativamente y de forma moral con un implacable “¡Eso sí que no!, la ciencia tiene que ser moral”. Que buenos son, que nos llevan de excursión. No cabe en la censura URSSa.