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Voto de Arakías:
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13.053
Thriller. Terror. Acción
Han pasado dos años desde que el ex-sargento de policía Leo Barnes (Frank Grillo) decidió no vengarse del hombre que mató a su hijo. Ahora Barnes dirige al equipo de seguridad que se encarga de proteger a la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), una candidata a la Presidencia que reivindica la supresión de La Purga anual, que consiste en permitir, una noche al año, cualquier actividad criminal, incluído el asesinato. Roan ... [+]
16 de julio de 2016
61 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las cartas sobre la mesa. Yo empecé esta trilogía por la segunda parte. La primera en ningún momento me atrajo y el trailer de esta tercera me hizo ahondar más en la sinopsis y en algunas críticas que leí. Lo cual me condujo a Anarchy y después a The Purgue.
Es imposible negar que la premisa, en estos tiempos de crisis sea muy atractiva. Vemos las campañas electorales y a los políticos recorrer ciudades y canales de Tv dando sus recetas a la crisis económica, el desempleo, la desigualdad, la corrupción, los problemas medioambientales, los problemas demográficos, el pago de la deuda, el tráfico de drogas, la violencia de género… Se ponen pues, “soluciones” que ya nos suenan más a promesas incumplidas. Y ante todas estas cuestiones y problemáticas nos viene una palabra a la cabeza, Purga.
Porque la purga ha logrado cuadrar los números en EEUU. Ha logrado descender el desempleo (muchos puestos de trabajo quedan vacíos y otros se crean tras la purga), ha logrado revitalizar la actividad económica mucho más (sobre todo la de venta de armas y la de las empresas aseguradoras gracias a la purga), logra descender el índice de criminalidad ni más ni menos que en EEUU (toda sed de venganza se sacia esa noche y madrugada de Marzo), incentiva el turismo que trae consigo un consumo y además, se logra “desahogar”, en un ejercicio de terrorismo de estado, las zonas más marginadas de las ciudades, de manera que también soluciona los problemas demográficos y los índices de pobreza de estos barrios, además de la densidad de población en poco espacio.
La idea de la purga y de los nuevos fundadores, son convertidas con el paso del tiempo en dogma, se carga de tintes religiosos. Muchos ven en la purga la oportunidad de la purificación, para afrontar con paz y tranquilidad el resto del año.
Ya dijo un sabio que “es más fácil creer que pensar, por eso hay más creyentes que pensadores”. Y la mejor manera de movilizar a las masas es haciéndolas creer. Creer es lo fácil, creyendo eres más influenciable, más fácil de controlar.
Vamos, en resumen, la purga es la normalización y legalización del homicidio una noche al año como política de estado. Como ejercicio de responsabilidad que le llamaría Mariano.
Ya veo a Trump cacareando esto tras ver la película: “¡Y quien la palme en la purga es un looser”.
Es otra vuelta de tuerca al capitalismo como la supervivencia del más apto como fenómeno natural.
Y quien lea esto pensará… “¿Porque no deja de hablar de política?” “¿Porque no va más al desarrollo de la trama o al guión en sí’?”
Porque para mí esta película es solo eso, una premisa atractiva que podría ser mucho mejor aprovechada, sobre todo esta última parte con un conflicto político traducido en unas elecciones que darán un vuelco a la situación.
Añade solo en relación a la segunda una insufla de trascendencia política, del estallido final entre dos facciones y dos maneras de ver el país distintas.
Los que aprovechan la purga para purificar, contra los más concienciados de las consecuencias de la barbarie y el salvajismo. No obstante también hay de esto en la segunda parte. Fueron a lo práctico, rellenan el producto con lo que la mayoría de espectadores buscarán. “¿Para que más?” pensarían en la productora.
Por otro lado estoy de acuerdo con lo que ya he leído en otras críticas. E. Mitchell “la senadora” (para que nos entendamos, la de Podemos que cambiará las cosas. La que no tiene ideología, sino sentido común) lleva a cabo una interpretación lejos de lo creíble, lo cual me hace ser rebuscado y pensar sí la interpretación es muy mala o muy buena. Porque transpira de todo menos credibilidad en su papel, o sea que, puede ser una interpretación muy veraz a concencia, ya que hace de una candidata a la presidencia y se habrá estado viendo la campaña de Hilary… O bien que no es un gran papel, ni ella una gran actriz.
Pasamos al otro protagonista que ya tuvo un dilema moral en Anarchy. La sed de venganza, rabia y hasta cierto punto de despreocupación de Leo, se torna en el guardaespaldas de Kevin Costner. Al servicio de la senadora. Sigue siendo un tipo duro eso si, es necesario para sobrevivir de algunas purgas como él ha hecho…
¡Y lo sé! Parece que soy muy exigente con un tipo de película que ya todos sabemos que producto y que contenido nos va a vender. Sigue el pack standard además, solo hay que seguir el pobre guión… Solo cambia el contexto y las circunstancias donde se produce las masacres, la locura y los sobresaltos.
Si que es cierto que la premisa y el contexto de esta, a mi modo de ver, daban mucho juego.
Para terminar, como he dicho, me gusto más la segunda. Entre otras cosas porque fue mejor la víspera de la purga en Anarchy. Parece que se toma mejor su tiempo (el justo) y prepara mejor el terreno. Donde poco a poco se va apreciando con más nitidez como la locura y la maldad van aflorando, mientras que la normalidad en la sociedad se va con la luz del sol.
Es imposible negar que la premisa, en estos tiempos de crisis sea muy atractiva. Vemos las campañas electorales y a los políticos recorrer ciudades y canales de Tv dando sus recetas a la crisis económica, el desempleo, la desigualdad, la corrupción, los problemas medioambientales, los problemas demográficos, el pago de la deuda, el tráfico de drogas, la violencia de género… Se ponen pues, “soluciones” que ya nos suenan más a promesas incumplidas. Y ante todas estas cuestiones y problemáticas nos viene una palabra a la cabeza, Purga.
Porque la purga ha logrado cuadrar los números en EEUU. Ha logrado descender el desempleo (muchos puestos de trabajo quedan vacíos y otros se crean tras la purga), ha logrado revitalizar la actividad económica mucho más (sobre todo la de venta de armas y la de las empresas aseguradoras gracias a la purga), logra descender el índice de criminalidad ni más ni menos que en EEUU (toda sed de venganza se sacia esa noche y madrugada de Marzo), incentiva el turismo que trae consigo un consumo y además, se logra “desahogar”, en un ejercicio de terrorismo de estado, las zonas más marginadas de las ciudades, de manera que también soluciona los problemas demográficos y los índices de pobreza de estos barrios, además de la densidad de población en poco espacio.
La idea de la purga y de los nuevos fundadores, son convertidas con el paso del tiempo en dogma, se carga de tintes religiosos. Muchos ven en la purga la oportunidad de la purificación, para afrontar con paz y tranquilidad el resto del año.
Ya dijo un sabio que “es más fácil creer que pensar, por eso hay más creyentes que pensadores”. Y la mejor manera de movilizar a las masas es haciéndolas creer. Creer es lo fácil, creyendo eres más influenciable, más fácil de controlar.
Vamos, en resumen, la purga es la normalización y legalización del homicidio una noche al año como política de estado. Como ejercicio de responsabilidad que le llamaría Mariano.
Ya veo a Trump cacareando esto tras ver la película: “¡Y quien la palme en la purga es un looser”.
Es otra vuelta de tuerca al capitalismo como la supervivencia del más apto como fenómeno natural.
Y quien lea esto pensará… “¿Porque no deja de hablar de política?” “¿Porque no va más al desarrollo de la trama o al guión en sí’?”
Porque para mí esta película es solo eso, una premisa atractiva que podría ser mucho mejor aprovechada, sobre todo esta última parte con un conflicto político traducido en unas elecciones que darán un vuelco a la situación.
Añade solo en relación a la segunda una insufla de trascendencia política, del estallido final entre dos facciones y dos maneras de ver el país distintas.
Los que aprovechan la purga para purificar, contra los más concienciados de las consecuencias de la barbarie y el salvajismo. No obstante también hay de esto en la segunda parte. Fueron a lo práctico, rellenan el producto con lo que la mayoría de espectadores buscarán. “¿Para que más?” pensarían en la productora.
Por otro lado estoy de acuerdo con lo que ya he leído en otras críticas. E. Mitchell “la senadora” (para que nos entendamos, la de Podemos que cambiará las cosas. La que no tiene ideología, sino sentido común) lleva a cabo una interpretación lejos de lo creíble, lo cual me hace ser rebuscado y pensar sí la interpretación es muy mala o muy buena. Porque transpira de todo menos credibilidad en su papel, o sea que, puede ser una interpretación muy veraz a concencia, ya que hace de una candidata a la presidencia y se habrá estado viendo la campaña de Hilary… O bien que no es un gran papel, ni ella una gran actriz.
Pasamos al otro protagonista que ya tuvo un dilema moral en Anarchy. La sed de venganza, rabia y hasta cierto punto de despreocupación de Leo, se torna en el guardaespaldas de Kevin Costner. Al servicio de la senadora. Sigue siendo un tipo duro eso si, es necesario para sobrevivir de algunas purgas como él ha hecho…
¡Y lo sé! Parece que soy muy exigente con un tipo de película que ya todos sabemos que producto y que contenido nos va a vender. Sigue el pack standard además, solo hay que seguir el pobre guión… Solo cambia el contexto y las circunstancias donde se produce las masacres, la locura y los sobresaltos.
Si que es cierto que la premisa y el contexto de esta, a mi modo de ver, daban mucho juego.
Para terminar, como he dicho, me gusto más la segunda. Entre otras cosas porque fue mejor la víspera de la purga en Anarchy. Parece que se toma mejor su tiempo (el justo) y prepara mejor el terreno. Donde poco a poco se va apreciando con más nitidez como la locura y la maldad van aflorando, mientras que la normalidad en la sociedad se va con la luz del sol.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Aquí me gustaría hablar de un elemento en concreto que ya se comentó en varias de las anteriores críticas que leí acerca de “Anarchy”. Que era la decepción con esos enmascarados (copando portada además) que tan alto apuntaban, que marcaban a su presa antes de que oscureciera, que parecían estar en todas partes. Psicópatas, que resultaron ser chavales enmascarados que secuestraban gente como “mercenarios” y los vendían a la clase pudiente para que jugaran con ellos.
Parece que alguien vio aquella decepción y ha decidido poner unos mercenarios con el “whrite power”a la espalda de sus uniformes, sacados de la hermandad aria o del KKK, pero menos callejeros, profesionalizados, acordes a la misión que tenían. No dan tanto miedo, aunque el cabecilla impone respeto, pero al menos las expectativas no son tan altas con ellos. Con pelea final incluida…
Pero en mi opinión lo que han arreglado ahí la han pifiado en otro sitio. Porque de nuevo los personajes enmascarados de la portada (algunas de las mascaras aumentarán la taquilla de la película) de nuevo apuntan alto, pero esos personajes tan solo duran un minuto en el metraje. Un asalto con acento ruso a los protagonistas que sirve para que el autónomo y su amigo hispano se incorporen a la aventura.
Y como reflexión, señalo el final. La senadora gana y antes incluso de que tome posesión del cargo ya salen a la calle a montar jaleo todos los defensores y simpatizantes de la purga. La nueva presidenta podrá aguantar un poco esos disturbios y ese jaleo, pero con lo fragmentado que parece el país, seguro que no tarda mucho en enviar a los antidisturbios a que les midan el lomo a gomazos y bolazos. O sea, reprimirá. O sea que esa moralidad de “No lo mates, porque no somos como ellos...” Una vez llega a la presidencia se acabó. En fin… A muchos políticos progresistas y de más a la izquierda les pasa lo que le dijo Bruce Wayne a Harvey Dent durante una distinguida cena en Dark Nigth: “O mueres como un héroe, o vives lo suficiente para verte convertido en el villano”.
Es una crítica con buen sentido del humor desde el plano político, pero seguro que DeMonaco estudió teoría del estado.
Parece que alguien vio aquella decepción y ha decidido poner unos mercenarios con el “whrite power”a la espalda de sus uniformes, sacados de la hermandad aria o del KKK, pero menos callejeros, profesionalizados, acordes a la misión que tenían. No dan tanto miedo, aunque el cabecilla impone respeto, pero al menos las expectativas no son tan altas con ellos. Con pelea final incluida…
Pero en mi opinión lo que han arreglado ahí la han pifiado en otro sitio. Porque de nuevo los personajes enmascarados de la portada (algunas de las mascaras aumentarán la taquilla de la película) de nuevo apuntan alto, pero esos personajes tan solo duran un minuto en el metraje. Un asalto con acento ruso a los protagonistas que sirve para que el autónomo y su amigo hispano se incorporen a la aventura.
Y como reflexión, señalo el final. La senadora gana y antes incluso de que tome posesión del cargo ya salen a la calle a montar jaleo todos los defensores y simpatizantes de la purga. La nueva presidenta podrá aguantar un poco esos disturbios y ese jaleo, pero con lo fragmentado que parece el país, seguro que no tarda mucho en enviar a los antidisturbios a que les midan el lomo a gomazos y bolazos. O sea, reprimirá. O sea que esa moralidad de “No lo mates, porque no somos como ellos...” Una vez llega a la presidencia se acabó. En fin… A muchos políticos progresistas y de más a la izquierda les pasa lo que le dijo Bruce Wayne a Harvey Dent durante una distinguida cena en Dark Nigth: “O mueres como un héroe, o vives lo suficiente para verte convertido en el villano”.
Es una crítica con buen sentido del humor desde el plano político, pero seguro que DeMonaco estudió teoría del estado.