Somos la noche

Empieza como la típica propaganda del ideario feminista pro-lésbico, además de nihilista y carente de identidad, pero con vampiros y todo el despiporre y frenesí que promete todo lo anterior. De tal modo encontramos a la "madre vampidominatrix" Louise (Nina Hoss) que tiene su séquito de chicas, cada una con una personalidad, en plan ángeles de Charlie, pero de la tal Louise. Se van de compras, porque las vampiresas son gente de pasta, y como por el día el sol hace pupita, pues esa misma noche también se pegan unas fiestas de nivel pro, con música dark techno, muy del estilo de la mítica de Blade en el matadero, y ya para redondear la noche, un poco de "Fast and Furious" por las calles de Berlín. Hasta aquí una película cutre más, por suerte para nosotros, la protagonista, Lena (Karoline Herfurth) tiene criterio propio y va evolucionando y haciendo mejorar la película. También lo hace Jennifer Ulrich (Charlotte), cuyo personaje melancólico ofrece matices y eleva algo el nivel del filme con sus acciones, que de algún modo nos pueden hacen reflexionar sobre la vida. Todo esto nos lleva a que Louise se convierta de algún modo en la antagonista. En cuanto al apartado masculino, para decepción de las feministas más radicales que quizá tenían puestas sus esperanzas en esta película para su orgía de odio, Max Riemelt (Tom) es un policía majo, guapo y buen tío en general, como diría el narrador de George de la Jungla. Finalmente la película acaba de manera algo enigmática, y dejando buen sabor de boca, al menos a quien le gusten las películas de vampiros, esta mantiene