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Django desencadenado

Western En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 643
Críticas ordenadas por utilidad
21 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un buen abanico de razones permiten a 'Django' alzarse como la gran triunfadora del año:
Jamie Foxx está entregado al máximo.
Leonardo está desatado como nunca, y se agradece.
Samuel L. Jackson demuestra una vez más el pedazo de actor que es.
Christoph Waltz merece el Oscar en cada película en la que intervenga.
¡Hasta Don Johnson está que se sale en su pequeña intervención!.
Y todo esto gracias a un tío que está como una cabra pero que ya ocupa el podio de los mejores directores y sobre todo de los más grandes guionistas (originales) de la historia del cine.
Cleeveland
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21 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Querido Quentin:

Sé que quedé decepcionado contigo tras ver Malditos bastardos, ante la que me habías hecho crearme expectativas muy altas, a cuya altura no estuvo. Tu primera y radical incursión en el relato épico (si no se tienen en cuenta las resonancias sureñas de Kill Bill) pecó de excesivamente alargada, lo que dañó de manera considerable el ritmo y la fluidez que se necesitan en un metraje denso y que se esperan de un narrador cinco estrellas como tú. Por ello me enfrenté con cierto escepticismo a tu esperadísimo estreno en el Western, con maýusculas, y al final de casi tres horas de película, la sensación que me queda es que has aprendido de tus errores y has recogido lo mejor de tus cosechas pasadas. Así sí, Quentin. Los códigos del género, con el que coqueteaste más de una vez pero todavía no habías convertido en marco principal de un relato tuyo, así como la premisa temática, controvertida, cómo no, que empleas como hilo semántico, la esclavitud decimonónica, pertenecen al imaginario estadounidense más genuino, aquel del cual su propia cinematografía se envolvió para dejar claras sus raíces.

La excusa de trasfondo significativo y moral está, afortundamente, más digerida, y no se vuelve tan susceptible de levantar ampollas (distrayendo del discurso principal del relato, algo desaconsejable por completo) como sí le ocurría al cauce temático de los Bastardos. Probablemente al igual que tú, me aburre ese tabú hipócrita de no bromear, parodiar o satirizar lances históricos terribles, máxime cuando ya ha pasado el tiempo suficiente, pero son ellos quienes tienen la sartén por el mango, y tanto el nazismo como el holocausto son una perita en dulce para el sensacionalismo y la propaganda más asquerosas, lo que todavía lo convierte en un debate excesiva e interesandamente manido en la actualidad, o lo que es lo mismo, una camisa de once varas para quien se meta en su terreno sin seguir su discurso. Con esta nueva configuración de componentes narrativos, has aprovechado un contexto espacial, histórico, visual e emocional idóneo para desarrollar una de esas historias que tanto te gustan (y por las que llevas reclutando un ejército de seguidores desde tu milagrosa irrupción en el mundo del cine, hace ya dos décadas). Has dado con un marco ideal y verdaderamente apropiado para tu cine, para tu discurso de autor, transgresor de las normas y transformador de los códigos… porque sería más que maníqueo reducirlo a la categoría de homenaje.

De nuevo nos presentas una historia de venganza, pero transcendida a un nivel superior. Ahora no se trata simplemente de una venganza individual y anónima, de la clásica vendetta con la que hilvaneste el díptico de Kill Bill. Ni tampoco de esa torpe revancha en la sombra de una víctima contra un movimiento entero en Malditos bastardos, sino de algo mucho más complejo. Nos has traído una auténtica figura de vengador, de su causa personal (motivación principal del argumento) pero también de su causa étnica y social: he aquí la dimensión épica de tu denso pero cautivador relato. Nos ilustras, en los compases finales, la transfiguración de Django, esclavo desterrado y maltratado como un perro, en el héroe libertador que requería la cuestión afroamericana en los años más encarnizados de la era pre-abolicionista (vaya una coincidencia que tengas que convivir en las salas con Spielberg y su versión de Lincoln), a través de un magistral uso de la imagen, con una admirable economía de recursos. Un viaje del héroe, en todos los sentidos, que no sería posible sin el catalizador de la trama, el motor de la narración hasta bien llegados al tercer acto, a la vez que la primeira instancia auténtica en tu cine del mentor benigno (por contraposición a ese mentor maligno que daba título a tu película en dos entregas, el objetivo principal y definitivo de su otrora discípula, la Mamba Negra), un inconmensurable Christoph Waltz, probablemente el mejor descubrimiento interpretativo de los últimos anos,… y que nos descubriste tú.

Me atrevo incluso a aventurar que vas a crear escuela, unha vez máis, con esta película. Desde las excentricidades tan típicamente tuyas como el dentista cazarrecompensas alemán en su marciana diligencia (los idiomas extranjeros van camino de convertirse en una constante cómica de tu cine, una píldora autorreferencial equivalente al “austrohúngaro” de Berlanga), hasta largos e intensos tiroteos, sin tregua, que beben de la influencia de Sam Peckinpah para llevarla casi a la categoría de gore, en la que los propios muertos (o moribundos) son los mejores escudos,… una genialidad compositiva de tal calibre que no me explico como la prensa extranjera de decidió premiar como guionista y no como director. Además, por si fuera poco, nos brindas hilarantes secuencias humorísticas, dignas de la mejor tradición de la parodia y la sátira cinematográicas, como la que protagoniza esa especie de Ku Klux Klan de pacotilla. Y de guinda, secundarios de excepción (enorme Samuel L. Jackson en su papel de viejo sirviente, cabroncete y colaboracionista, o el DiCaprio más jodidamente excéntrico en años) y cameos de lujo, como tus habituales Michael Parks o Tom Savini, el legendario Franco Nero (el Django original, precisamente) o incluso tú mismo, que no te pudiste resistir. Has inaugurado el neo-spaghetti-western, y agradecemos al mundo que hayas vuelto a encontrar la tecla para la mejor expresión de tu inigualable estilo. Espero que, de ahora en adelante, mis impresiones después de ver una película tuya vaya en esta misma dirección.

Firmado: un admirador reconciliado.
Skorpio
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21 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si la película debería llamarse King Schultz en vez de Django. Porque por lo que he visto, él es el personaje principal
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ro_Sauron
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21 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Analizar Django Desencadenado desde una perspectiva cerebral es dar al lector una información débil e inconcreta. Los admiradores de la última película de Tarantino probablemente expondrán argumentos similares para expresar su fascinación que los que utilizarán sus detractores para razonar su descontento: Django desencadenado es salvaje, loca, malsana, sinvergüenza, sangrienta, excesiva, desmedida, grosera, escandalosa, desagradable, visceral. Qué estos adjetivos se transformen en cualidades positivas o negativas dependerá del espectador.

Y es que Django es una película sin ley. Se nutre de un montón de subgéneros (spaguetti-western, blaxploitation, buddy-movie, serie Z), los cuales estiliza y a los cuales mezcla, para posteriormente añadir a todo esto innumerables referencias a la cultura pop, un talento innato en la construcción de diálogos, y una utilización precisa, emocional y post-moderna de la banda sonora. Un explosivo cóctel que Tarantino ha utilizado en todos y cada uno de sus filmes (variando los subgéneros que utiliza como fuente), pero que ahora (como ya sucediera con Kill Bill) lleva hasta el extremo.

El resultado de semejante pastiche se encuentra a mitad de camino entre el más sincero y sentido homenaje, y la más desvergonzada parodia. Y en ese punto medio repleto de extremos es donde Django desencadenado brilla con originalidad y luz propia (sólo otras películas del propio Tarantino pueden asemejarse a esta).

El guión, que utiliza en esta ocasión unos diálogos un tanto más escuetos y directos, lo que juega en favor de la narración pero nos impide disfrutar de esas largas y divertidas divagaciones marca de la casa, está espoleado por un montón de brillantes elementos que dan encanto a un trama principal bastante básica.

Y el principal de estos elementos son sus personajes, perfectamente interpretados por unos geniales Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio y Samuel L. Jackson. Llama la atención que sea el propio Django (correcto Jamie Foxx) el menos atractivo de todos ellos.

No podemos terminar la crítica sin hablar, como no, de la violencia que utiliza Tarantino en su última obra. O mejor dicho, las violencias. Pues hay diferentes tipos de representación de esta a lo largo del metraje. Nos encontramos con una violencia justificada (según Tarantino) contra los criminales y los esclavistas, en la cual el director se regodea (utilización del gore) y a la cual estiliza (cámara lenta), exponiéndola de forma casi divertida. Pero también se muestra una violencia en su forma más cruda, la que se aplica contra los esclavos. Esta no es disfrutable, y no se muestra tan explícitamente (aunque es más dolorosa para el espectador), intentando buscar el respeto a las víctimas en medio del cachondeo.

El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/
ArturoGMaiso
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21 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan, Ridley Scott, James Cameron entre otros tienen la costumbre de que sus películas duren de hora y media a tres horas. Tarantino ahora quiere hacer lo mismo y lamentablemente no le sale. La trama de “Django Unchained” debió acabar a la 2 horas y media o antes.

Desde que nos dieron “Inglorious Bastards” y “Kill Bill Vol 2” he pensado que el talento de Tarantino se va perdiendo poco a poco y que llegaría al punto de darnos lo mismo una y otra y otra y otra vez, pero con esta película ha callado mi boca y ha quitado todos esos malos pensamientos que tenia sobre el. Siendo sinceros “Jamie Foxx” no es para mí de los mejores y al ver que seria el protagonista mi decepción fue grande, pero su papel como “Django” ha superado mis expectativas. Christoph Waltz hace el mismo papel que en la anterior pero realmente gusta. Leonardo DiCaprio dejo de ser el niño lindo de Hollywood para ser un increíble actor y escenas como la del martillo en la cena, la lucha de los negros y la llegada a la mansión son tan geniales que quieres que DiCaprio sea el protagonista o que por lo menos abunden mas en el. Samuel L. Jackson esta increíblemente genial.

Aquí no hay diálogos ingeniosos y geniales, más bien tiene un grupo de mini monólogos divertidísimos pero nada como los de “Pulp Fiction” o “Reservoir Dogs”. Ahora, la acción esta demás, la sangre por igual, homenajes a películas de “spaghetti western” y ligeros pincelazos a las “japonesas de katanas” de los 60.

Los momentos típicos de Tarantino agregando cosas que no van son geniales. La música es genial y es la típica de los westerns de antes. Momentos cómicos e hilarantes hacen de esta una genialidad, que como película es excelente, y como película de Tarantino para mi fue genial (en contra de muchos).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Emanuel
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