Le llamaban Trinidad

Muy divertida película. Simplemente no se van a arrepentir. Terence Hill en el papel de un vaquero vago, sucio, despreocupado de la vida y su hermano Bud Spencer un tipo de pocas pulgas que quiere tranquilidad, en una excelente película mezcla de western, tortazos, picardía, etc con muy buenos resultados.

Primera película de Enzo Bardoni con el dúo de mamporreros Spencer-Hill, y quizás la mejor de todas de este realizador italiano. Este spaguetti-western con tintes de comedia supuso tal éxito comercial que, además de repetir fórmula en "Le seguían llamando Trinidad", contó con ambos actores para el resto de su filmografía.

Este filme tiene un componente nostálgico grande. Los que tenemos cierta edad no podemos evitar recordar las películas en las que aparecían estos dos "elementos" repartiendo sopapos a todo el mundo. En "Le llamaban Trinidad" también dan buenas galletas pero, a diferencia del resto, la cinta ofrece algo más que eso. La relación entre los dos hermanos (la mano izquierda y la mano derecha del diablo, casi nada) puede recordar en algunos momentos a otro gran dúo de cómicos como fueron Laurel y Hardy, pero el "remember" sólo se quedaría ahí. La comicidad de esta pareja reside en la "bonachonería" y la inteligencia de "El Niño" (Spencer), y la pillería y temeridad de Trinidad (Hill).

Lo que cuenta en esta película es la diversión y las risas garantizadas, todo enmarcado en un Lejano Oeste más sucio, pobre y salvaje que nunca.

Mucho antes de que la famosa pareja italiana conquistara a fans de todo el mundo a base de sus mamporros contra los malhechores, comenzaron con una serie de películas insertadas en el contexto del Spaghetti Western. Bajo presupuesto, escasos efectos especiales e interpretaciones normalitas pero buena ambientación y vestuario y sus dosis de humor y acción. Pero aquí no vemos tanta "leña" como en otras de sus películas conjuntas, tiene un desarrollo más calmado y enseguida se posicionan las fichas sobre el tablero: unos agricultores religiosos, unos mafiosos egoístas y nuestros héroes. Dos hermanos que aparentemente no se parecen en nada (pelo tirando a rubio quizá) y que friccionan bastante, pero ambos se entienden a la perfección en el noble arte de la pelea cuerpo a cuerpo.

Tras el visionado de la película, uno se queda con dos impresiones. La primera y relacionada con la propia cinta, es que daba para mucho más. Y efectivamente hay una secuela. La segunda y más importante y que se refiere a la pareja de Spencer y Hill es que se les podía sacar mucho más jugo en sucesivas buddy movies. Y así ha sido, para disfrute y deleite de varias generaciones.

En 1964, Sergio Leone sacaría a la luz con Clint Eastwood el film “Por un Puñado de Dólares”, de presupuesto modesto, que encumbraría el género de western. A partir de su estreno, Leone creó escuela y todos los estudios comenzaron a realizar hasta la friolera de westerns de calidades diversas, dando lugar a la era del “Spaghetti Western”. Fue una época donde el género de saturó, y sólo unos pocos destacaron, “Le Llamaban Trinidad” supuso el inicio de una prolongada relación de amistad y de películas del dúo Bud Spencer y Terrence Hill.

El western que nos ocupa, dirigido por Enzio Barboni, destacó por meternos un dúo de lo mas divertido y dinámico, no hay duda de que Hill y Spencer gozaban de cierta química en pantalla. Su historia, es muy sencilla, donde únicamente se nos presenta a los dos actores como únicos defensores de un grupo de pobres campesinos acosados por un gobernador que no quieren que se instalen en sus tierras. A partir de este planteamiento, suceden una habitual y prolongada cadena de situaciones que acaban de la forma más campechana, a puñetazo limpio, dando lugar al lado más picaresco, desinhibido y hasta simpático modo de ver los westerns.

Bud Spencer y Terrence Hill son presentados como unos antihéroes, pero unos antihéroes simpáticos, caen bien des de su primera aparición. Muchos de estos films que surgieron a raíz de la creación de Leone, disponían de pocos recursos, dando al final un resultado mediocre, tirando a malo. Por fortuna, “Le llamaban Trinidad” contó con unos modestos medios, haciendo que la película tenga un mínimo de calidad dentro de lo exigible. No cabe duda de que el tiempo ha empañado en parte la calidad de la película, pues sólo los más acérrimos al western o aquellos que crecieron con él sabrán apreciarlo en todo su esplendor. Pero no deja de ser cierto que el divertido dúo que forman sus protagonistas y su sucesión de mamporros, hacen que estemos ante un film dignamente entrañable, y eso es el mayor halago que se le puede hacer a la obra de Barboni.

Tampoco habría que olvidar su gran banda sonora, olvidada e ignorada por muchos, pero seguramente todo aquel que la escuche le resultará familiar. En definitiva, “Le Llamaban Trinidad” es un modesto western que no llega ni mucho menos a la calidad de los de Leone, pero tiene mucha personalidad, gracias a Spencer y a Hill con sus ganas de pegar palizas a todo aquel que se interponga en su camino. Un western sencillo, pero a la vez muy entrañable y simpático, bastante ameno y entretenido de ver. Y, por supuesto, con una sucesión de mamporros y hombres volando que nos hacen más daño a nosotros que a ellos, como si estuviéramos contemplando una obra de Astérix en carne y hueso y sin poción mágica.

En un tiempo no muy lejano cuyo recuerdo siempre estará presente, existía una generación de jóvenes a caballo entre el tardofranquismo y la democracia, unos jóvenes que empezaban a descubrir el cine en aquellas salas de estreno y las dobles sesiones de reestreno, cuando no existía tanta información y no se bajaban películas de Internet de 500 en 500... Entonces cada película, cada estreno, cada ciclo de cine en tve, (Mención especial para la clave o sábado cine...) significava un gran descubrimiento y una experiencia única que marcaría para siempre esta generación, y aquí entra por supuesto esa gran pareja de actores, llamados artísticamente Bud Spencer y Terence Hill. Estoy seguro que muchos actores de nuestro país estarán de acuerdo conmigo de que estas películas sin ser obras maestras, marcaron toda una época y toda una generación de chavales, que disfrutaron y siguen disfrutando de ellos...Lo siento por los puristas del séptimo arte, y demás espécimenes tipo críticos new age, pero esto es parte de la historia grandiosa del cine. Desde Badalona, un gran abrazo a Mario y a Carlo de corazón...