Haz click aquí para copiar la URL

El árbol de la sangre

Drama. Intriga Marc (Álvaro Cervantes) y Rebeca (Úrsula Corberó) son una joven pareja que viaja hasta un antiguo caserío vasco que perteneció a su familia. Allí escribirán la historia común de sus raíces familiares, creando así un gran árbol genealógico donde se cobijan relaciones de amor, desamor, sexo, locura, celos e infidelidades, y bajo el que también yace una historia repleta de secretos y tragedias. (FILMAFFINITY)
<< 1 4 5 6 10 11 >>
Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
14 de noviembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconocería una película de Julio Medem sin que nadie me lo advirtiera previamente al tercer plano de la misma. Porque lo adoro. Y porque tiene lo más valioso de lo que puede presumir un creador: un estilo propio y reconocible, único, personal e intransferible. Siempre he dicho que Julio Medem es el poeta de nuestro cine, mientras que Fernando León de Aranoa es el prosista.

El cine de Medem no permite términos medios: lo amas o lo odias. Porque rompe todas las convenciones narrativas, la lógica argumental, para dejarse llevar por los senderos de lo poético y lo surrealista, de la metáfora antes que la realidad. Ocurre en sus obras maestras (que las tiene) y en sus películas mediocres (que también las hay) pero siempre fieles a la misma esencia que corre por sus venas de celuloide romántico.

“El árbol de la sangre” no es una enorme película, no es una de sus grandes creaciones, pero me ha emocionado, porque es puro Julio Medem de principio a fin, está formado orgánicamente por todas las señas de identidad del director vasco: las imágenes poéticas cargada de simbología, la luna llena, el mar, el sexo, el sexo en el mar, las metáforas (el uso del toro y la vaca en la película es soberbio), las pasiones desmedidas, los dramas de historias familiares entrelazadas, el exceso dramático, la muerte como reverso del sexo, las propuestas argumentales alambicadas más allá de lo sostenible, el azar, la casualidad como impulso vital…

Todo lo que es Medem está en su película. Lo ha vuelto a hacer: muy lejos desde luego, de forma mucho más confusa y alambicada que en “Los amantes del Círculo Polar”, “Lucía y el sexo” o “Tierra”, pero ha vuelto a combinar todos los elementos para gloria de su cine, la filmografía más personal de este país.

Estamos ante una película nada fácil ni condescendiente con el espectador y que, sin la menor duda, va de menos a más. Es cierto que al principio cuesta hacerse con su argumento y que su primera hora puede exasperar al no iniciado: porque cuenta demasiadas historias de demasiados personajes demasiado inconexos. Pero hay que tener paciencia y dejar que todas las piezas del puzzle encajen: cuando lo hagan, te quedarás boquiabierto y entenderás la magnitud de las casualidades y las causalidades en el drama abigarrado y barroco que es “El árbol de la sangre”, excesivo e imposible, como es siempre su creador. Maravillosamente increíble.

Pero muchas veces, en el cine de Medem, el guión es lo de menos ante el derroche de poesía visual que se expande ante tus ojos: y en esta película no podía ser menos. Cargada de imágenes que son pura metáfora, el drama se va desencadenando y te va atrapando a golpe de belleza. Es eso, todo lo que esperas en una película de Medem si amas su estilo como lo amo yo.

La música, otra parte siempre esencial de su filmografía, funciona a la perfección aún sin Alberto Iglesias en esta ocasión, con una partitura de Lucas Vidal que sabe imitar a la perfección el estilo que el cine de Medem requiere y que Iglesias siempre ha representado. Se disfraza de Iglesias como nadie, lo cual tiene muchísimo mérito para Lucas Vidal.

Y una pléyade de grandes actores que se desparraman en la película de forma brillante, si bien sus dos jóvenes protagonistas, Úrsula Corberó y Álvaro Cervantes son lo más flojo de la función, porque los veteranos se los comen con patatas por cantidad y calidad. Quizás ese pequeño error de casting sea único que no funciona en la cinta, porque los secundarios son tan buenos y poderosos que eclipsan absolutamente a sus protagonistas.

Si te gusta el cine de Medem, ésta es tu película. Si eres más de prosa, ni lo intentes. A Medem se le ve rimando o no se le ve.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 de mayo de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué pena que las críticas negativas me disuadiesen de verla en el cine. Ha tenido que pasar el tiempo para que me animase a verla en Filmin, sin muchas expectativas. Con lo que me entusiasma Medem, no sé cómo pude creerme a quienes, por no empatizar con su forma de hacer cine, la desaconsejaban. Me he encontrado con un nuevo cuento de ese director maravilloso, que te toma de la mano y te arrastra de nuevo a su mundo fantástico y misterioso, romántico y sensible. Qué gozada. No pretendas que sea una historia creíble y objetiva: es un cuento que emociona y que hace volar la imaginación. Preciosísimos paisajes, destellos surrealistas, bellísimas interpretaciones. Una maravilla.
kimatokima
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
24 de abril de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Julio Medem alcanzó el estatus de cineasta de culto en los 90 gracias a títulos emblemáticos como “Vacas”, “Tierra” o “Los amantes del Círculo Polar”, sin embargo el fracaso comercial y artístico de las más recientes “Caótica Ana” o “Ma ma” han mermado su prestigio. Con “El árbol de la sangre”, su décimo largometraje, vuelve a ambientar la historia en el País Vasco.
Marc y Rebeca han crecido separados durante 14 años, y se juntan a los 18 años. Llevan 7 años viviendo en pareja, pero cada uno sabe que tiene una verdad oculta y ambos sospechan que lo mismo le puede pasar al otro. Con esta premisa, Medem teje un filme atmosférico en el que prevalecen las imágenes y lo intangible, en el que sobran las palabras.
Entre las virtudes de “El árbol de la sangre” se encuentra, precisamente, la fuerza visual de las imágenes, en la que la naturaleza obtiene un protagonismo escénico indudable, enfatizada por los sonidos propios del hábitat natural. Entre los vicios del filme de Medem encontramos una trama caótica e inverosímil, en la que tiene cabida desde la mafia rusa al tráfico ilegal de órganos.
Esta epopeya familiar con ecos de las tragedias griegas contiene dos tiempos narrativos, uno presente, y otro pasado, “una realidad ficcionada”. El tiempo presente es lineal, breve y claro, en el que todo queda a la vista, tiene a Marc y Rebeca y a cuatro personajes más, pocas localizaciones, un caserío abandonado de Vizcaya y dos playas mediterráneas, y una fecha, los primeros días del verano del 2017. El tiempo pasado está muy fragmentado, se suceden las elipsis, se llena de huecos y pliegues que rezuman suspense, tiene 14 personajes, se desarrolla en varias localizaciones de Cataluña, Madrid, País Vasco y Alicante, y dura 25 años. En este maremágnum de personajes, localizaciones y espacios temporales, es difícil que el espectador no se pierda. “El árbol de la sangre” es una de esas películas que hay que ver en varias ocasiones para juzgarla de forma certera y no perderse en los juicios superfluos tan característicos de la sociedad contemporánea.
Benjamín Reyes
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
25 de mayo de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una narración atípica, desbordante, siempre creativa; cuyo interés se vuelve impreciso, ante un final en exceso convencional e inesperado.

El dibujo de los personajes salta en el tiempo y en ocasiones incluso llega a confundir al espectador que ante una dirección tan poco convencional, debe permanecer atento; ignorando si la conclusión merece el esfuerzo.

No es una película aburrida.. Por supuesto. Tampoco un film que destaque, pese al intento de Julio Medem por ofrecernos algo renovador, que consigue en tiempos, y a medias.
LEUGIM
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
12 de junio de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delirante puesta en escena de un guión inverosímil que a pesar de la buena fotografía y de otras cualidades estéticas incuestionables, no pasa de ser una aburrida sucesión de incongruencias. El agua y el aceite solo se mezclan removiendo con fuerza. Aquí la superposición de tiempos, espacios y personajes nos dejan expectantes al principio, esperando sin fortuna que ocurra algo que agite los elementos. Todo es exposición pero no hay nudo y tanta exposición aburre, porque a pesar de que la trama es complicada, no sucede nada trascendente. Se suceden las escenas y el crédito a este buen director, que nos había impresionado en algunos de sus trabajos anteriores, se va acabando y la película acaba de mala manera dejándonos un mal gusto de boca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
vicentdrigo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 4 5 6 10 11 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow