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Un asunto real

Drama. Romance Para Carolina Matilde (Alicia Vikander), casada siendo una adolescente con el rey de Dinamarca Christian VII, es un horror vivir con un marido ciclotímico y estrafalario que propone medidas como nombrar a su perro miembro honorario del Consejo de Estado, o que circulen en Copenhague por la noche carruajes vacíos para recoger a los borrachos. Así las cosas, Carolina se rinde a los encantos del médico personal del rey, un intelectual ... [+]
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Críticas 59
Críticas ordenadas por utilidad
18 de abril de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un claro ejemplo de cómo hacer cine histórico de calidad (técnica como visual), entretenido, comprensible y, sobre todo, educativo.

Nikolaj Arcel (La Torre Oscura) dirige con tiento y sutileza una historia que si hubiera caído en otras manos más impetuosas habría malogrado un guión que el propio director coescribe junto a Lars Von Trier. La trama podría dar para una historia tórrida, pero se aleja del cuento fácil y va más allá de esa relación extramatrimonial que azotó la monarquía danesa de finales del siglo XVIII. Busca indagar en la compleja situación mental del rey Christian VII que por esa época no era más que considerado un demente, un hombre al que trataban como un niño de 12 años y cuya presencia sólo se supeditaba a firmar edictos que sus consejeros hacían y deshacían. Interpretado por un magnífico Mikkel Boe Følsgaard (Land of Mine -Bajo la arena-), refleja con acierto la debilidad, las dudas y la extroversión de un rey abocado al olvido, una persona que se sentía sola y cuyo encuentro con el doctor alemán Johann Friedrich Struensee provocó una mejoría en el comportamiento del estrambótico rey. La participación del doctor, magistralmente interpretado por Mads Mikkelsen (Polar), en la vida política danesa daría un cambio radical a la escena social de Dinamarca, más próxima al feudalismo que a las corrientes de la Ilustración que iban avanzando por el resto de Europa. A esa influencia habría que unir la mano izquierda que la reina Carolina Matilde, de origen inglés e interpretada por otra genial Alicia Vikander (La Chica Danesa), tuvo para poder llevar un desastroso matrimonio que le llevó a cometer el adulterio que tanto escandalizó a la nobleza europea de la época.

Con un trabajo muy cuidado de producción, realizado con mimo y una ambientación de época, no cae en los clichés de un melodrama de sobremesa por lo que logra captar más allá de lo que nuestros ojos nos muestran; no es maniquea porque muestra lo que tiene y lo que quiere; posee fuerza visual a pesar de ser una película exenta de acción; y es una película esencialmente educativa, pero alejada de complejidades como otras producciones que se centran más en la orientación didáctica que en el desarrollo de la película en sí.

Un Asunto Real logra aunar entretenimiento y conocimiento con acierto, dejando una película que es entretenida y que posee unas interpretaciones magníficas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Siferval
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9 de abril de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenido drama histórico que se desarrolla en la corte danesa en la primera década de 1770.
La historia gira alrededor de sus tres personajes principales. La reina Carolina, el rey Cristian y el médico del rey, Johan Struensee.
Las intrigas de la corte, el amor, la repudia, la admiración y locura, la ambición, las miserias de la época y los anhelos de justicia y libertad se suceden con ritmo, dando lugar a un gran film. Muy bien ambientada, buena banda sonora y grandes interpretaciones. Los tres actores principales trabajan muy bien, pero en este caso merece ser destacado el joven actor Mikkel Boe Folsgaard (Rey Cristian VII).
Solo un pero. Un poco larga, puede ser. En mi caso conforme, me ha gustado mucho.
Porodin
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7 de enero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Basta ya. Lo he dejado correr unos días, pero ya no puedo más. Es hora de reclamar, actuar y avisar.
"Los siete magníficos". A mí me pasa como a ese personaje que le parecía imposible que hubieran ido allí a morir por nada (o por todo), sin cobrar casi ni un duro. Él no lo podía aceptar y pensaba que le engañaban, que en algún lugar alguien ocultaba un tesoro, que ese era el fin de todo, su inicio, sentido y explicación, el quid, el matiz, la cuestión.
Pues igual. Sé, estoy seguro, no es una leyenda, que con la crítica mil te dan el famoso millón de dolares (euros no, eso sería de una insoportable vulgaridad, lo devolvería ofendido inmediatamente, les escupiría en la cara, a todos). Además de una insignia o medalla en reconocimiento a los servicios prestados a la patria cinéfila, y mil votos positivos, de entrada, por cada nueva crítica, si la hubiera (si el dinero primero se ingresara).
Ese es el único motivo por el que he escrito estas mil críticas, por el dinero. Si no, de qué, para qué, ni una puta línea hubiera puesto, ni una tecla. Ya. Ja. ¡Gratis! Sí. Lo que faltaba. Regalar tu alma grande, tu tiempo de oro y tus innumerables conocimientos a las muchedumbres ignorantes y desagradecidas, tan egoístas y primarias. ¡Por amor al arte! Ya. Ja. ¡Imposible!
Pues sí. Espero el millón pronto. No lo necesito. Esa es la verdad. Pero lo merezco. Me toca. Me lo deben. Me lo he ganado.
"Los inmortales". Y después a matar a todos. O se suicidan o los ejecuto con los mismos dedos que han tecleado estas mil críticas. Con "Las manos de Orlac". No quiero rivales en la cumbre. Somos, los selectos seres del club de los mil, esos privilegiados y abnegados trabajadores y amigos, todos compañeros y amados, los inmortales críticos, y solo debe quedar uno.
Yo.... Por supuesto. Respeto y admiro al resto. Qué duda cabe. Los leo con fruición y envidia. Los tengo en el altar de mi ciencia. Pero ha llegado su hora. Se acabó su tiempo. Les aconsejo el dulce final de propia mano. Yo seré mucho más cruel y alevoso. Cuando me pongo, no paro. Aviso. No traiciono. Seré bárbaro, muy zarrapastroso. Les leeré, una a una, con todos los puntos y comas, las mil mías. Y si alguno resistiera, el muy felón y puñetero, a ese malnacido, le iría explicando cada minucia ambigua, toda la infinita complejidad y sutileza de mi prosa bella, detenidamente, para que así, saturado de placer estético, al fin, también feneciera)
Amor y lujo. Intriga y pasión. Ideas y golpes.
Librepensadores contra pelucas. Ciencia contra religión. Ilustración frente a Antiguo Régimen.
Voltaire, Rousseau, cadalso, locos (sangre real viciada), médicos (triunfo de la razón: alcantarillado e higiene para luchar contra las enfermedades contagiosas), viruela, vacuna.
Una superficialidad fabulosa para narrar un trozo de historia de manera impecable, reluciente, admirable.
Como un culebrón por entregas. Como una novela en fotos. Un folletín histórico de rompe y rasga, de buen gusto, eficaz y poderoso en su tono medio y educado.
Mezcla lo íntimo y lo histórico, la alcoba y el gobierno, la psicología y lo grandioso. Y lo hace con mano firme, con seda y oro.
Es la historia de un pijoaparte, de un Julian Sorel, de un gran Gatsby, de un verdadero trepa, de un extranjero valiente y moliente, caballeroso, avieso, manipulador, idealista, inteligente, culto y buen fornicador. Frío y feroz, determinado e inocente finalmente, o demasiado ambicioso realmente, de la raza de los que subestiman el medio ambiente y se sobrevaloran sin pensar/saber que el juego está cerrado, que las cartas están marcadas, que no hay salida por la tangente.
Brilla, para mi gusto perverso, en las distancias cortas, especialmente en la relación entre el listo galeno y el puñetero loco (no tanto en la más almibarada y previsible parte amorosa con reina necesitada de cariño y sexo), flojea de lo lindo en el aspecto político (¿todo para el pueblo, pero sin el pueblo? Nada de sus, parece, maravillosas medidas y leyes revolucionarias y populares tiene un efecto concreto, que debiera ser bueno para el pueblo, más bien al contrario, debe sentar como un tiro que te quiten las cadenas y aparten la bota de encima de tu cara, según lo visto y expuesto, lo cual queda muy incoherente, anula la credibilidad de la insistencia en la bondad de esas ideas razonadoras y luminosas, de ese cuestionamiento necesario de las abismales diferencias de clase, ya que el directo beneficiario, el mentado y oprimido pueblo, pareciera que las rechazase*, despreciase o no se sabe bien qué cosa).
Es una bella, enjundiosa película que te atrapa, hipnotiza y encandila durante buena parte de sus muchos minutos. A pesar de que ese placer convive inevitablemente con una constante sensación de ligereza, frivolidad y tontería, como un cuento simple, contado a espectadores poco informados o demasiado engañosos o pueriles.
Todo es tan bonito e interesante como filfa, brocha gorda en muchos sentidos.
Menos en los matices más privados, ya digo. Donde tiene sus mayores hallazgos y gracias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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3 de marzo de 2013
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más, los sonidos de la (esta vez, pretendida) locura resuenan en las escalinatas, en las estancias, por los pasillos de palacio.

Esas risitas (divertidas pero, al mismo tiempo, inquietantes), esas carreritas urgentes (sin aparente motivo), esas explosiones de júbilo brutal, de ira desbordada o de abatimiento más negro que una noche nublada…

…esas situaciones grotescas, incómodamente tensas, que nos abren, sin embargo, una sonrisa de medio lado…

Sí; todo eso que ya hemos visto antes a cargo de voluntariosos actores/actrices que se han atrevido a representar a orates tales como Cayo Julio César Germánico, alias “Calígula,” o a Luis II de Baviera o, sin ir más lejos, a Juana de Castilla “La loca”, por poner ejemplos que recojo al vuelo de la memoria, volvemos a verlo en esta desmitificadora página de la historia europea, de la mano de Mikkel Boe Folsgaard (Christian VII, de Dinamarca) y del fiel artesano Nikolaj Arcel.

Todo lo demás, son (incluido el más conocido, pero no por ello menos inexpresivo Mads Mikkelsen) meros (aunque no desdeñables) comparsas de una crónica que Arcel convierte en lo que (probablemente) fue.

Excelente puesta en escena y, sin pretensiones extraordinarias, correcta dirección para esta lenta sucesión de pasajes humanos en un (conseguido) ambiente sombrío y perturbador en el que, una vez más, trata de resolverse la eterna bipolaridad humana entre el poder y las iluminadoras chispas de la razón ilustrada.

En resumen: interesante.
Polikarpov
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11 de marzo de 2013
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película excelente tanto en el apartado histórico como vestuario e interpretación.El joven que hace el papel del Rey de Dinamarca habrá que seguirle los pasos porque es que se sale de la pantalla. En fín que no hay que perderse semejante joya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
prosperus
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