Los vividores

Floja incursión en un batiburillo de géneros, entre el western, la comedia, el romance y el drama, a cargo de Robert Altman, director de mucho renombre pero del que no recuerdo ninguna película que haya visto, ni buena, ni mala. Nos encontramos en Wyoming en el año 1902 y como un tipo con mucha cara John McCabe (Warren Beatty) quiere vivir de la prostitución pronto encontrará una aliada en Constance Miller (Julie Christie), conocedora del oficio. Estamos ya en el cine de los 70 y lo que unos años atrás, no más de cinco, hubiera sido impensable, vamos, una aberración, toma cuerpo en "Los vividores": el protagonista es un proxeneta y ella una madame de burdel, prostituta y opiómana. Pero son los buenos, ojo.

¿Qué es lo que ha pasado por medio? Pues la revolución cultural de finales de los 60 en general y la sexual en particular. De hecho, intuyo una defensa de la prostitución como género de vida "honrado", tan válido como cualquier otro, cosa que se ve en el personaje que interpreta Shelley Duvall. Por este camino he llegado a leer que la película dignifica a la mujer, entendiendo entonces que dedicarse al oficio más viejo del mundo es su mejor opción. Muy bonito. De lo demás, poco más que añadir. Una trama excesivamente ligera, por no decir inexistente, unos personajes mal definidos y una lentitud a prueba de bomba. Eso sí, al menos hay un final que nos recuerda a "El jinete pálido" (1985). Fea y cansina. Es mala.