Conversaciones con mi jardinero

Una de las cosas mejor conseguidas es la elección de los dos actores; Darroussin (genial) y Auteil. Es uno de los mejores duelos interpretativos que he visto.
Me identifiqué enseguida con sus personajes que llegan a ser muy entrañables.
La sencillez del guión y la naturalidad, son lo más brillante. Se demuestra una vez más que lo artificioso no tiene sentido.
Hace frente este director a todo lo grandilocuente, con gran sensibilidad.
Los diálogos son excelentes.

Escribo mi primera crítica para filmaffinity, con una película de la que no esperaba gran cosa pero que me ha gustado.

Es una película divertida (sin carcajadas) y emotiva (sin lágrimas) pero sencilla y fresca. Eso es lo que la hace recomendable.
Desde el primer momento, vemos al jardinero desde la perspectiva del amigo, con dulzura. Y nos engancha. Y cuando se separa de él, momentaneamente, para ir a París, el pintor se mezcla con su antigua vida, el bullicio, la esposa, sus amigos, y estamos deseando que vuelva a la tranquilidad de su casa, de su jardín, y que vuelvan las conversaciones con el jardinero. Es cuando uno se da cuenta de que está enganchado al jardinero.

Muy recomendable. Cuando terminé de verla, me quedé un rato pensando, disfrutando de la historia, cosa que no suele pasar frecuentemente.

Un pintor (Daniel Auteuil), acostumbrado a codearse con la élite artística parisina, regresa a la casa de su infancia dispuesto a aclimatarse a la vida en el campo. Para cuidar el jardín decide contratar a un jardinero (Jean-Pierre Darroussin), que resulta ser un viejo amigo de la niñez y compañero de juegos. Aunque han pasado muchos años, entre los dos florece de nuevo la camaradería y el pintor descubrirá el valor de la sencillez gracias a la mirada franca que el jardinero tiene sobre el mundo.

Jean Becker escribe y dirige una película campechana y sin complicaciones, cuyo único error acaso resida en la torpeza de intentar demostrar lo que “debe ser” la vida ideal en la campiña francesa. Sin rebuscar demasiado, ‘Conversaciones con mi jardinero’ está llena de escenas deliciosas y de una sensibilidad comedida que recuerda a la canadiense ‘Rare Birds’ (2001). El encanto de la cinta asoma sobre todo en las escenas del huerto, salpicadas de pequeños toques de placer, como el vino, las sombras de los árboles, los paisajes o la música de Mozart, amén de las charlas espontáneas de los dos protagonistas. Necesaria y refrescante.

Jean Becker consigue hacer películas tan particulares que se hacen universales.
No cabe duda de que cuida mucho el aspecto formal de su cine. Desde el primer plano, el cual se asemeja a un cuadro con el campo como protagonista, demuestra su gusto por los encuadres y la plasticidad.
En este caso, el director de “Dejad de quererme”, parte de un pintor en crisis matrimonial y creativa que huye de la ciudad para volver a sus raíces, y se refugia en una casita de campo familiar, contrata a un jardinero, antiguo obrero ferroviario, que resulta ser un antiguo compañero de colegio. La película trata de la interacción de ambos, aunque casi todo el aprendizaje y la observación corre a cargo de Delpincel.

A pesar de su belleza formal, la película, por momentos se hace lenta. Me ha parecido que está un escalón por debajo de “Dejad de quererme”, quizá por su inacción en algunas fases. Posiblemente, algún flash-back más extenso y detallado, hubiera animado un poco las conversaciones entre Delpincel y Deljardín, sin apenas sonido de fondo ni banda sonora. La perspectiva de ambos personajes está tomada desde un ángulo escorado, no muy lejos pero tampoco demasiado cerca, de tal manera que el espectador, no llega a identificarse totalmente con ninguno de ellos, al percibirlos equidistantes. Resumiendo, podría decirse que el tema de fondo es interesante, pero el envoltorio no tanto. Personalmente, tenía buenas referencias y quizá, me esperaba un poquito más.

No obstante, es una película que se ve con sumo agrado, por su historia de amistad y camaradería y la gran humanidad que desprende Jean-Pierre Darroussin.

Habla de pequeñas cosas que pueden parecer insignificantes, pero que en ciertas circunstancias pueden cobrar mucha importancia.

Yo le cambiaría el título porque aunque efectivamente J. Pierre Darroussin interpreta al jardinero, más que jefe y empleado son amigos, dos amigos que se vuelven a reencontrar. La sencillez del guión no desmerece la película, todo lo contrario, creo que si este film tuviera una moraleja sería que en la sencillez está la felicidad.

El pintor se sorprende cuando el jardinero le cuenta que no sólo él su mujer van todos los años al mismo sitio de vacaciones sino que siguen una rutina de horarios y paseos en la que están cómodos y felices. Y muchos otros momentos en que el sorprendido es el jardinero cuando el pintor le cuenta anécdotas de su vida de rico que a él no le pasarían nunca.

Bonita de ver (ese jardín siempre soleado...) aunque quizá para algunos sea un poco lenta.