Inch'Allah

Anaïs Barbeau-Lavalette es una cineasta canadiense de Quebec ciertamente apasionante porque su propuesta de cine siempre tiene mucho de orgánica, valiente y comprometida. “Inch´Allah” es su mejor película y, sin la menor duda, un acercamiento capital al conflicto palestino-israelí. Uno de los mejores films que se hayan creado sobre la frontera más vergonzosa del planeta, con una maestría tan apabullante como su coherencia y honestidad. Una película que debiera ser de visión obligatoria para toda aquella persona interesada en acercarse al tema.

“Inch´Allah” es una película netamente femenina. No sólo porque la escriba y la dirija una excelsa cineasta, sino porque toda su trama sobre la guerra permanente entre árabes y judíos se sustenta en las mujeres, en sus fuertes protagonistas femeninas que gozosamente libran la guerra más importante de todas, la de la dignidad y el orgullo, único patrimonio de los pobres.

La cinta arranca con un atentado terrorista suicida. El guión de la propia Anaïs Barbeau-Lavalette nos va a introducir en los entresijos de la historia que va a explicarlo. Nos quiere contar que existen médicas francocanadienses voluntarias atendiendo a las mujeres palestinas embarazadas, víctimas del bloqueo inhumano que Israel perpetra contra la población civil palestina. Nos quiere contar que esas médicas pueden tener amigas israelíes que prestan su servicio en un checkpoint y a la vez forjar amistad con una embarazada palestina y su familia compuesta por su madre y dos hermanos. Nos quiere contar que resulta imposible permanecer impasible viendo lo que hace el ejército israelí en los territorios palestinos ocupados. Nos quiere contar que ningún ser humano vuelve a ser el mismo después de vivir cómo los soldados israelíes causan la muerte de un niño palestino delante de sus propios ojos. Nos quiere contar que la indiferencia nos hace cómplices y que no cabe la equidistancia. Nos quiere contar que esa presunta superioridad occidental de los que allí llegan da mucha vergüenza (propia más que ajena).

Con una cámara que persigue siempre el rostro de las mujeres protagonistas de esta historia que deja marca en el espectador, sabiendo en todo momento lo que hace y lo que quiere hacer, demostrando que estamos ante una cineasta mayúscula que se sabe con el control de la narración en todo momento.

Y esta directora canadiense nos cuenta todo ello a través de un elenco actoral en estado de gracia y una dirección de fotografía portentosamente bella firmada por Philippe Lavalette. Atención también a la ambientación musical de Lévon Minassian, igualmente medida y acertada.

Pero brilla por encima de todo, el guión y las interpretaciones de sus tres protagonistas femeninas: Evelyne Brochu, Sabrina Ouzani y Sivan Levy. Las tres conforman un perfecto tríptico sobre el que sustentar una película de la categoría y nivel estratosféricos de “Inch´Allah”.

Curiosamente, si uno observa los créditos finales de la cinta, puede comprobar que, entre los agradecimientos de la directora, aparece uno a Denis Villeneuve. Parece obvio conectar “Incendies” con esta película. Por razones obvias.

Todos conocemos el conflicto palestino-israelí pero muy pocos llegamos a conocer la magnitud del asunto. Inch'Allah es una de esas películas que remueven entrañas y despiertan conciencias.

La película muestra lo peor de los dos lados del muro sin edulcorantes ni velos y desde la óptica de Chloé que pasa de ser observadora pasiva a experimentadora activa de lo que allí sucede. Ojalá se solucionara el conflicto con este tipo de cambios pero la cosa no es tan sencilla.

Una cinta que mueve a la empatía y a la reflexión pese a que lo cierto es que los espectadores occidentales no podemos cambiar nada, mal nos pese. La recomiendo encarecidamente.