Míos, tuyos y nuestros

Una película realizada con los recursos clásicos de la comedia y que no aporta nada nuevo a la cinematografía universal.

Es lamentable que dos actores como Dennis Quaid y Rene Russo se hayan prestado para participar en esta película, al parecer o no tenían nada que hacer o estaban muy necesitados de algo de dinero.

Pésima actuación y un guión el cual no asumen ni lo hacen creíble.

Adicionalmente el director nos quiere transmitir una decadente idiosincrasia estadounidense donde prima el interés particular sobre el colectivo y la toma de decisiones de manera irresponsables; es así como los actores principales deciden casarse con una noche de encuentro y sin pensar o por lo menos proyectar lo que implicaba la reunión de 18 personas, los hijos deciden acabar con el matrimonio porque afecta sus intereses y cuando intentan que permanezca unida la pareja no lo hacen por lo importante que es para los esposos sino por lo desventajoso que es la separación para los intereses de los jóvenes.

Todo se resume en primero yo, segundo yo y tercero yo.

Además, una historia basada en una familia con 18 hijos en un mundo en el cual hay millones de familias que viven en precarias condiciones para sostener y sacar adelante a sus hijos.

En lo técnico, grandes deficiencias en los efectos especiales, mediocres telones digitales que los hacen evidentes y hace parecer que en algunas tomas la película se desarrolla en un mundo de fantasía.

Una película para ver cuando un canal de televisión pública la decida transmitir.

Una vez más el típico producto dirigido únicamente para niños (padres abstenerse) y protagonizado por actores en horas bajas o absolutamente desconocidos.
La historia es predecible desde lejos, con infaltable carga de moralina barata y situaciones ridículas que pretenden ser graciosas.
Al menos cumple su objetivo que es el de entretener a los mocosos (y casi nada a los mayores) y después de ver la “increíble” filmografía del director, no puedes pedirle a la película más de lo que puede dar.

Remake de aquel pequeño clásico de 1968 protagonizado por Henry Fonda, en un papel de padre viudo algo atípico en su filmografía. La presente versión de la que puede ser la familia más numerosa de la historia la dirige Raja Gosnell que, entre Scooby Doos y Pitufos, se está haciendo un nombre en el cine infantil-juvenil. En esta ocasión consigue hacer un producto entretenido, netamente familiar y bastante edulcorado, de fácil visionado pero que acaba sabiendo a poco por la incapacidad de aprovechar el divertido punto de partida.

Por si fuera poco, está el vicio de comparar y si caemos en él, nos daremos cuenta que la original era más graciosa y socarrona. La presente trata de jugar con el conflicto entre dos modelos de familia, la que viene de la parte paterna, el oficial de la armada Frank Berdsley (Dennis Quaid), más conservadora, y la moderna, de la rama materna de una señora que no sé muy bien qué hace, Helen North (Rene Russo). En total se juntan la friolera de 18 hijos y lo que sería hacer de la convivencia todo una aventura se resuelve con demasiada blandura.