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Grizzly Man

Grizzly Man
2005 Estados Unidos
Documental, Intervenciones de: Timothy Treadwell
7,2
9.476
Documental. Drama Entre 1990 y 2003, Timothy Treadwell, camarero, actor ocasional y ex-alcohólico, pasó catorce veranos conviviendo con los osos grizzly. Él mismo grabó con su cámara de vídeo sus estancias en Alaska y su obsesiva relación con los plantígrados (unas cien horas). Werner Herzog usó parte de este material. El último verano, uno de los osos atacó a Timothy y a su novia Annie. (FILMAFFINITY)
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Críticas 65
Críticas ordenadas por utilidad
20 de julio de 2007
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grizzly Man, la alucinante aproximación a una existencia -la del aventurero autodidacta Timothy Treadwell- paralelamente alucinada, obtuvo a lo largo de 2005, entre otros muchos reconocimientos, el Premio Alfred Sloan en el Festival de Sundance y el Premio al Mejor Documental de la Asociación Nacional de Críticos de USA. Su narrador y director, el alemán Werner Herzog, encontró en el experto en osos grizzly Treadwell un ejemplo perfecto del ser poseido, devorado por una pasión desorbitada, profundamente conmovedor y terrible a un tiempo en su desequilibrio. Como otros grandes protagonistas de su filmografía -Lope, en Aguirre, la cólera de Dios (1972), Fitzcarraldo (1982) o Francisco Manoel da Silva en Cobra Verde (1987)- Treadwell sostiene un pulso cósmico con la naturaleza, establece su propia medida oponiéndola a dificultades que al resto de mortales se antojan insalvables. Su temeridad parece responder a ratos a una suerte de heroísmo inmune al temor y a ratos a algún tipo de alteración mental de primer orden. ¿No es esa, después de todo, la esencia de algunas de las grandes aventuras equinocciales, como las retratadas por Sender o Chatwin en los relatos que alimentaron dos de las ficciones del animador del Joven Cine Alemán y responsable a su vez de algunos de los rodajes más intensos de la filmografía de las últimas tres décadas?.
Tal vez aquello que viene a diferenciar a las criaturas de Herzog de algunas de las figuras aupadas por la historia es su incapacidad final para vencer esa atracción que sobre sus días y obras ejerce el abismo. Unas y otras -y la de Timothy Treadwell no es una excepción- parecen huir de sus fantasmas personales galopando sin freno hacia una meta tan grandiosa como inalcanzable : levantarse contra el rey construyendo un Imperio particular, edificar un inmenso teatro de la ópera en plena selva para que el mítico Caruso acerque a Verdi a los nativos, establecer un pacto de igual a igual con el instinto bruto de los enormes plantígrados de Alaska... Poco importa, en fin, la variante del fracaso; lo esencial es que éste venga a aliviar el dolor anidado en almas bipolares, aunque la avalancha final arrastre a los seres más próximos a nuestros extenuados y extenuantes héroes.
¿Cabía esperar, con tales apetencias, que fuera otro que Klaus Kinski el protagonista casi omnipresente de su cine y, como viene a documentarse en Mi enemigo íntimo (1999), de su propia existencia, que inspiró y atormentó a partes iguales desde que se conocieron, apenas adolescente Werner, en los años 50?, ¿cabía esperar que fuera Herzog a desatender una biografía, la del contumaz naturalista, tan desaforada como la del también desaparecido Klaus?.
Cocalisa
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23 de junio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impagable y excéntrico documental, que reviso y que me vuelve a agradar notablemente.

El protagonista, un hombre desencantado con el mundo y que consagra su vida en general y su yugular en particular al mundo de los osos pinones, es uno de los grandes héroes de este género en los últimos años, no me cabe la menor duda.

Me chirría cierta puerilidad e inocencia desmesurada por su parte, aunque al fin y al cabo forma parte de su desequilibrio, y hay que aceptar todo el lote. Escuchar a Herzog, con su acechante voz en off, bajarle de las nubes no tiene desperdicio, claro.

En fin, lo mejor de todo es verle deambular por las praderas mientras nos abre su corazón y nos cuenta sus traumas con el universo y con las mujeres.

Lo de menos son los pinones, claro.
Barfly
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2 de marzo de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El documental de Werner Herzog sobre Timothy Treadwell y su trabajo con los osos en Alaska pasa de ser de una idea morbosa por el final de su protagonista a una cinta excitante al descubrir las entrañas de una mente muy compleja.

Quisé verlo por encima y lo acabé viendo todo, no esperen un gran documental de naturaleza, esperen un reportaje sobre un personaje.
Robert
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1 de octubre de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bastante alucinado me ha dejado esta singular película, no sólo por su protagonista, si no por la mezcla surrealista (y por fuerza intencionada) de partes reales con otras que, descaradamente, están dramatizadas de forma que a veces parece un mockumentary. Todo ello sumado a las impresionantes imágenes de la naturaleza que te dejan boquiabierto, hacen una mezcla tan extraña como hipnótica. Me ha encantado.
Marc
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11 de marzo de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caso de Timothy Treadwell es parecido al de Christopher McCandless. El primero, un naturalista amante de los osos, pasó veranos enteros conviviendo con los plantígrados hasta que fue matado y parcialmente devorado por uno de ellos. El segundo, un apasionado de Alaska y de la naturaleza, se apartó de la civilización para vivir en lo más profundo del bosque y terminó muriendo de hambre.
Los dos se han convertido en mitos románticos, pues ¿qué puede haber más romántico que un hombre que se aparta de la civilización y decide vivir en la naturaleza, en paz con el mundo y lejos de la maldad humana? Aunque enseguida surge otra pregunta. ¿Son héroes o simplemente fueron idiotas/imprudentes?
Grizzly Man no responde a esa pregunta. Simplemente hace una buena crónica de la pasión de Treadwell por los osos y una reflexión queda en el aire. ¿Dónde están los límites? ¿qué pasa o qué puede pasar cuando el hombre olvida que la naturaleza es salvaje y se rige por sus propias leyes? Preguntas que también plantea el celebrado Blackfish, sobre la vida de las orcas en cautividad.
Muy interesante trabajo de Wener Herzog.
Sibila de Delfos
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