El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante

El menú desconcierta con los entrantes, pero los platos y no digamos ya los postres, resultan altamente jugosos. La desmesura de Greenaway encuentra más que nunca su punto en la desaforada a veces mezcla entre erotismo y alta cocina.

Absolutamente imposible de catalogar esta película, llena de una atmósfera asfixiante y que retuerce al espectador. Sin embargo y a pesar del entorno nada apetecible para comer, este restaurante esconde en lo más recondito de sus estancias un elenco de grandes interpretaciones y de excesos. Preferiblemente consumir con el estómago vacío.

Si algo define esta propuesta audiovisual es el exceso, la explosión, el desenfreno. Lo que sería hambre se convierte en gula, la atracción en deseo, el orgullo en tiranía, dando lugar a unas tres horas de hipérbole desbocada que terminan en una terrible explosión catártica que no dejará a nadie indiferente. Magnífica.

A pesar de su perceptible extravagancia en las formas, como la ropa que cambia de color en funcion de la luz verde o roja de las habitaciones en las que se encuentren los protagonistas, o su explicitud en lo grotesco y de mal gusto, ya sea con eructos, vómitos o cuerpos cocinados, me gusta. Pero no por el argumento, una historia de amor a tres bandas monda y lironda que se sale de la media por su descaro, frescura y las ya mencionadas formas.

Tampoco es una película con un ritmo presto en términos musicales, es lenta y con sobresaltos. Pero no se... el guión... psss...tiene algun que otro diálogo interesante. Helen Mirren tiene un tiento, y lo hace bien, pero el que parte el bacalao es Michael Gambon, papelón, el personaje es cojonudo y es un auténtico hijo de perra con todo el mundo.

No la recomiendo expresamente, pero si la quieren ver, pues véanla. Le doy un 6.

Esta fue la película que me convenció de la tremenda estafa que supone el cine del aburrido, pedante y vacío Sr. Greenaway. En este caso su necesidad de epatar al espectador al precio que sea menester, llega a unos límites en los cuales resulta casi imposible tomárselo mínimamente en serio. Lo malo es que el a si mismo no solo se toma muy en serio, si no que además debe creerse un genio, un iluminado de inteligencia críptica y superior, pues parece tener licencia para todo y mucho más.
Es una pena que un producto tan visualmente resultón, con buenos actores que además están muy bien y una factura técnica impecable acabe convertido en un fatuo e insensible momunento a la egolatría de un director que si bien siempre ha resultado cargante, pretencioso y superficial, en esta ocasión se lleva la palma. Si tiene problemas de insomnio no deje de verla, se le curará a los 10 minutos de empezar a "disfrutarla"...