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Irma la dulce

Comedia Un infeliz gendarme, fiel cumplidor de su trabajo, se enamora perdidamente de una prostituta a la que detiene en una redada. Por ella dejará su trabajo, se enfrentará al chulo que la explota y, gracias a un golpe de suerte, se convertirá en el nuevo matón del pintoresco barrio de "Les Halles", el mercado de abastos de París. A partir de ese momento, aunque con ciertos escrúpulos, vive de la chica, que lo considera su nuevo protector, y ... [+]
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Críticas 80
Críticas ordenadas por utilidad
16 de septiembre de 2008
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo hablar de este peli sin pronuciar la palabra "dulzura"
Todo en la escena es dulce, los decorados, los diálogos, los personajes, esa Shirley MacLaine que recuerda tanto a la también dulce y picarona Betty Boop, ese Jack Lemmon extremadamente enamorado que refleja un estado profundo de atontamiento al principio, para más tarde concluir en el más absurdo de los ardices para conquistar a esta bella dama.
Es tan noña esta peli que debería producir naúseas pero muy lejos de eso lo que produce es una sensación infinita de amar a todo el mundo, que ya hace falta en los tiempos que corren, AMOR.
En mi opinión, es un cuento para adultos con el que el gran maestro Wilder nos quiso demostrar que para hacer una obra maestra del cine de todos los tiempos no es necesario contar un buena historia, sino hacer soñar de nuevo a los niños que ya dejaron de serlo.
LEBANON OK
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29 de noviembre de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película de Wilder -no hay que olvidar que pertenece al grupo de los cinco GRANDES: Capra, Ford, Wyler, Hawks y él mismo- que tres años después de la magistral "El apartamento" volvió a reunir a Lemmon y MacLaine para esta comedia que me atrevería a definir como "obra cumbre del romanticismo".
Néstor, gendarme novato de París, es enviado a un barrio lleno de prostitutas y de chulos. Al enterarse de las actividades delictivas de la zona, a las que hay que añadir los sobornos a otros gendarmes, Néstor decide hacer una gran redada. En ella conocerá a la dulce Irma...
La película es una maravilla de principio a fin aunque su primera parte es demoledora, trepidante, llena de ritmo, acción, sucediendo cosas interesantes, cosas "de verdad", de las que hacen que no puedas perder el hilo argumental ni por un instante. La segunda es más pausada, de asentamiento, de encajar las cosas en su sitio. Wilder es un tipo muy grande y, además, junto a I.A.L. Diamond nos regalan un guión notable con unos magníficos diálogos. ¿Qué decir del uso del color, de la fotografía de París? ¡Mon Dieu! ¡Qué disfrute para nuestros ojos!
¿Y las interpretaciones? Lemmon y MacLaine ¡qué par de fenómenos! Gracias a Shirley MacLaine adoramos por siempre a la dulce y alegre Irma. Gracias a Jack Lemmon admiraremos y nos sorprenderemos con un tipo como Néstor, "el gran romántico", pero no de restaurante 'chic', flores y veladas bajo la luna. Es un romántico puro, sin armadura, a pecho descubierto, "lanza primero tu corazón y tu caballo saltará el obstáculo" parece decirnos. Y esa naturalidad, esa pureza, esa fe y ese amor tan grande por Irma, le llevan a vencer siempre. Ni podemos dejar de admirarlo ni podemos llevar la cabeza muy alta cada vez que somos testigos de su entrega, su esfuerzo y su amor.
Wilder lo sintetiza todo en la maravillosa secuencia de la primera noche en la habitación de Irma. La lluvia cae tras el cristal, Néstor se va desvistiendo lenta y pausadamente, demorando el momento de meterse en la cama. Cada primer plano de Irma mirándolo es AMOR. Nada más y nada menos.
el chulucu
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3 de mayo de 2019
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claramente no es el mejor resultado de la dupla Billy Wilder y I.A.L. Diamond, “El Apartamento” y “Una Eva y Dos Adanes” la superan ampliamente, pero pese a lo anterior resulta un buen entretenimiento para una tarde. Quizás la expectativa generada por los nombres (guionistas, dirección, actores centrales, etc) le jugo una mala pasada, porque eran muy altas.

En cierto modo un poco ligera, pero con elementos satíricos bastante aceptables. La dupla Lemmon - MacLaine no son logra reproducir la maravilla de 'The Apartment', nunca queda al debe.

No es genial, pero tiene lo suyo. Al menos no es tan mala como su reputación que la precede ("Pastosa” y poco inspirada la han catalogado). Quizás un poco larga de duración, la idea central no es tan mala, pero tampoco tan buena, y si bien la actuación de Lemmon como Señor X es brillante, no logra hacer un juego perfecto respecto a esta fantasía. No logra ese efecto de algunos juegos cinematográficos donde lo increíble termina siendo creíble.
Para mí la película tiene una estética que parece la de un musical, pero sin las canciones.
Jinx_888
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2 de enero de 2008
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo Mejor: la carita de Shirly McLaine, el dueño del bar, algunos chistes del guión, algunos diálogos e imágenes donde se trata a las prostitutas con una imagen más positiva y cariñosa que la que suele tener la sociedad de ellas, y la música.

Lo Peor: en mi opinión un poquitín larga y enrevesado el final (yo hubiera intentado simplificar un poco la trama).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
violinichi
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4 de diciembre de 2011
30 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría decir de “Irma, la dulce” que es divertida, ingeniosa, entrañable… Que Lemmon y McLaine están espléndidos. Que el personaje de Moustache es genial. Pero no, eso ya lo han dicho otros. Y yo prefiero explicaros que ocurrió el día que me fui de putas.

Así pues, a riesgo de quedar como un pardillo, he de confesar —en primer lugar— que jamás he follado con una puta. Profesional, por supuesto. Pero eso no significa, ni mucho menos, que no haya tenido ninguna experiencia con alguna de ellas. La mía, concretamente, se remonta al año 1993. Por aquellos entonces no tenía novia “estable” y, con un amiguete, decidimos darnos una vuelta por Barcelona para constatar en carne propia cómo y de qué manera funcionaba un puticlub.

Estuvimos en dos. En el primero de ellos, un grupito de cinco o seis pilinguis de diferentes nacionalidades nos rodearon, en el mismo momento en el que cruzamos la puerta, con objeto de disputarse entre ellas —si no nuestros cuerpos— sí, por descontado, nuestras carteras. Sin tiempo a reaccionar, una cincuentona con exceso de maquillaje y silicona acudió a rescatarnos. Se trataba, obviamente, de la “madam”. Y ella misma, con sumo respeto y cortesía, fue la que nos mostró las instalaciones y nos informó de la tarifa de precios.

Cinco minutos después, estábamos en la calle. El tiempo que tardamos en liquidarnos una coca-cola en dos tragos y pagar las mil cucas que nos soplaron por ella. Estaba claro que nuestra primera tentativa había fracasado. Aún así, lejos de claudicar en nuestro propósito, decidimos volver a intentarlo. Al fin y al cabo, lo único que buscábamos era tomarnos un par de copas con alguna de aquellas mujeres y jugar a dejarnos seducir un poquito como si fuéramos los verdaderos protas de un thriller o de una peli de cine negro. Algo que sí conseguimos materializar en el segundo, y último, burdel que visitamos. Un puticlub de ambiente tropical en el que —mientras mi colega departía con una joven oriental— pude platicar durante un buen rato, por fin, con una ceñida y espectacular mulata dominicana que me contó su vida. Una vida, si no trágica, dramática. Narrada con una sinceridad abrumadora. Al borde del llanto. Como si mi extraña presencia le hubiera dado pie a relatármela con total libertad y confianza. Con toda la libertad y confianza que puede ofrecer, por supuesto, un perfecto desconocido con más ganas de hablar que de follar.

Enamorarme, no, pero sí debo reconocer que me encapriché con ella. Hasta el punto de recorrerme un sábado por la mañana toda la calle Tallers (dónde me dijo que vivía) con la vana esperanza de forzar un “fortuito” reencuentro que, por suerte o por desgracia, nunca se produjo. Ni en esa calle, ni en el local donde la había conocido. Obviamente, acabé olvidándola. Pero esa chica —de la cual no recuerdo ni tan siquiera el nombre— es, sin lugar a dudas, lo más parecido a la dulce Irma que he conocido en mi vida.
Taylor
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