Patch Adams

Las ambiciones y las ilusiones de la infancia desaparecen en nosotros cuando nos convertimos en miembros adultos de la sociedad. Hasta que nos indicaron el camino más correcto, el mundo era muy simple y lo veíamos con sinceridad. Un pequeño universo propio, donde nuestras ilusiones eran lo más importante, tan amplio e inmenso como lo quisiésemos construir. No ganamos nada con el cambio a la realidad, al contrario, perdimos. Debemos volvernos a sentir como esos niños, y superar la barrera de la mediocridad impuesta por nuestro entorno. Pasar la frontera de lo que los demás ven correcto en cada una de las etapas de la existencia, y forjar un futuro propio, con tus objetivos, sin pensar en el dinero, en lo que es adecuado, en el futuro acomodado. Todos somos estudiantes o trabajadores de lo que es correcto, miembros útiles de la sociedad. Nos hemos adaptado a un mundo que nunca fue nuestro. Tenemos que abrirnos paso en este lugar, y volver a encontrar el borde de nuestro antiguo universo. Aquel donde éramos puros y sinceros. Aquel donde no escogíamos profesión a causa del futuro que tuviese o los años que hubiese que dedicarle. Aquel donde tener o no pareja no condicionaba nuestras ganas y lo que realmente pedía nuestra alma. Aquel donde fuimos, durante un tiempo muy escaso, verdaderamente sinceros y libres.

Perdido en esta búsqueda se encuentra un hombre adulto, para el cual la vida carece de la importancia suficiente como para valorar en su justa medida el precio de su propia existencia. Al ser un peligro, no para los demás, si no para si mismo, decide adentrarse en el único sitio donde le pueden proteger contra su mortal enemigo; un centro psiquiátrico. En este lugar, cuando la vereda parece más angosta y oscura al estar rodeada de maleza, súbitamente se abre a un hermoso valle, el cual despierta una parte de sus recuerdos que creía olvidados y que pertenece a un pasado tan difuso como las siluetas que se entreven en un paseo por la niebla un hermoso día de primavera. Su ilusión es ayudar a los demás, su ilusión es hacer a las personas felices asistiéndoles en sus peores momentos, su verdadera ilusión es ser médico.

Nos enseña trazos de la vida de un estudiante de medicina que tenía una visión diferente de la misma. Basada en hechos reales se ajusta muy bien al mensaje que pretende dar. Con una interpretaciön por parte de Williams genial, se dice de este que cobro 20 millones de dólares por su papel y que fue criticado por el verdadero patch por no dar ni un solo céntimo para su causa. Robin Williams acompañó al auténtico Patch Adams en sus visitas a los hospitales para preparar el personaje.

Vi esta película en el cine con dieciséis años sin saber a que me metía y lloré como un niño. No creo que ninguna película me haya hecho sentir tanto, supongo que me tocó mi fibra sensible. Esa comunicación honesta y profunda, ese amor a la vida y la verdad que nos saca de la oscuridad... Para mi era una película que sencillamente tocaba la esencia de la vida. Ahora, medía vida después, veo la película y no me parece tan buena, ya no ese "ese peliculón" (cuanto se rieron de mi mis amigos por decir eso... malditos), quizás sea por que ya se separar un poco mejor las cosas y uno no se abandona tan fácilmente al sentimiento, o tal vez porque después de verla diez veces ya no es lo mismo. Pero lo que está claro es que me hizo sentir muchísimo y que la recomiendo enormemente. No apta para tipos duros.

Una curiosidad: en una entrevista al verdadero Patch Adams este se queja de no haber recibido ni un solo dolar de Robin Williams para su "hospital de la risa"

Comparto el objetivo del director: presentar la medicina oficial como una fábrica de enfermedades carente de humanidad o empatía con el enfermo. Y presentar en contraposición otra forma de ejercer la medicina que conecte más con el paciente como persona y no tanto como enfermedad. Ya que los que poseen las enfermedades son los pacientes, ellos no son sólo un órgano enfermo. Esta medicina holística, que considera al paciente antes que nada como un ser humano con sentimientos y emociones, sin embargo se vuelve demasiado excéntrica en manos de R. Williams, quien parece a veces más un payaso que un médico. Pero este aspecto no resulta ofensivo en el conjunto de su forma de ver la vida y de vestir, por ejemplo.
A destacar el desenlace amoroso, muy sorpresivo, y explicable psicoanalíticamente el final de la amada de P. Adams.

Sin duda una película salvada por Robin Williams ya que la dirección y el guión resultan un tanto facilones.
Predecible y con una buena dosis de sentimentalismo barato y facilón, es la clásica película familiar que se ve sin problema además de que te hace reír, llorar y pasar un buen rato.
Una película más, una película un tanto del montón aunque también desprenda humanidad y sea una lección para todo doctor que precie llamarse así pues muchas veces estos olvidan que tratan a un ser humano.
La película tiene los clásicos moldes del cine barato familiar con bromas de esperar y momentos facilones característicos de este género pero gracias a Robin Williams la película posee un carácter entrañable que hace ser enternecedora en muchos momentos.
En mi opinión tiene un guión un poco mal construido, sobre todo el principio, se tenía todo lo necesario para hacerse una gran película pues humor, lamentos y lloros estaban asegurados, lo malo, la dirección.
Independientemente de lo buena o mala que pueda ser la película hay que saber sacar la esencia de ella y con ello me refiero a la diferente visión que plasma sobre la seguridad social y el trato al enfermo por parte del doctor, un tanto revolucionaria pero sirve de ejemplo saber que hay que luchar por eso en lo que se cree y aquí se defiende una nueva visión, una visión más humana de la medicina defendiendo no solamente el derecho del ser humano a vivir más tiempo sino ha vivir con mayor calidad de vida, esa es la mejor esencia de la película.