Jesus Camp: Soldados de Dios

'Jesus Camp' es un documental, pero por su contenido, bien podría aparecer clasificado también en género como "Terror". Y es que este estupendo trabajo de las directoras Heidi Ewing y Rachel Grady demuestra sin maniquesísmos innecesarios y ninguna clase de subrayado, pues los personajes que aparecen se definen muy claramente por sí solos, el fanatismo religioso que todavía pervive enn ciertos sectores de la población estadounidense.

Y en este segmento de población, por desgracia hay muchos individuos que son padres, y puesto que recelan de una educación pública donde entre otras "barbaridades" se habla del Big Bang o la teoría evolutiva del hombre..., confían a sus hijos a los alienantes "campamentos de Jesús" que nos descubre y muestra la película, dirigidos por personas ignorantes y contaminadas de fanatismo religioso.

Y si comentaba antes que el documental no es maniqueo en absoluto, es porque sus autoras no tienen la más mínima intención de presentarlos como malas personas por una simple razón: no lo son. Simplemente es gente profundamente equivocada en su visión del mundo y del ser humano y sus relaciones. Y esto es lo peligroso. Van a inculcar a los pobres niños que acudan a estos campamentos valores erróneos y falsedades basadas en prejuicios y formuladas como verdades incuestionables. Se demuestra así que no sólo las malas personas son peligrosas, sino también las ignorantes. Y mucho más si ocupan puestos de responsabilidad en temas educativos. Sin ir más lejos, la oronda máxima responsable del campamento reflejado en la película es una mujer de la que nos queda muy claro desde el principio que quiere realmente a los niños y se preocupa por ellos; la vemos preparar con entuasiasmo e ilusión las diferentes actividades y crea un ambiente aparentemente buenrollista y lúdico porque está convencida de lo buena que es esa educación para los niños a su cargo. Y ese es el problema.

Cualquier espectador normal y con sentido común descubrirá escandalizado como estos campamentos, pese a las buenas intenciones (ellos, en su infinita ignorancia, están convencidos de estar salvando almas y conciencias), hacen peligrar el desarrollo intelectual, cultural y social de unos pobres niños que cuando salen al mundo real, a la sociedad libre en la que deberán desarrollar sus vidas, se encontrarán con el rechazo a esas ideas, y con el miedo, y con la culpa...; y la falsa idea de pecado y moral que les ha sido impuesta les afectará y perjudicará en sus relaciones humanas y sociales más de lo que se podría pensar.

(continúa en la casilla de los spoilers, aunque no los haya)

Hay quien dice que a la hora de valorar este documental hay que tener en cuenta que el resultado final se extrajo de cientos de horas de grabación. Yo digo que eso sucede con todos los documentales. Puede que sea cierto que a las directoras se les vea el plumero, pero una cosa no quita la otra. Si filmasemos a gente normal durante 200 horas, no quedarían registrados momentos tan alucinantes como los que se presencian en esta cinta. Por otra parte, lo que piensen los extranjeros acerca de la semana santa o los toros me resulta indiferente, ya que las considero manifestaciones culturales (con las que no me identifico) y no formas de entender la vida. Por tanto, no se puede comparar la manipulación o influencia que puedan ejercer sobre la vida de un sujeto con la que se deriva de una religión o credo.
El problema aquí, es que el mensaje del cristianismo (que yo jamás clasificaré como una religión, sino más bien como una filosofía de vida) sufre una amputación extrema en la mayoría de sus puntos esenciales (Cristo, que yo sepa, rechazaba frontalmente la violencia, la discriminación de cualquier tipo, los bienes materiales, los principios anquilosados de las antiguas religiones...) y les es presentado a unos chavales buscando un objetivo muy concreto y muy político. Se aprovechan de unas criaturas cuando más vulnerables, impresionables y moldeables son. Casi me dan ganas de vomitar, pero en realidad es algo que el catolicismo lleva haciendo siglos (en nombre de Dios-Cristo te quemo en la hoguera, te declaro unas guerritas no más, te quito el dinerito ese que tanto rechazaba nuestro Jesusito y me lo quedo yo...) y que no hace sino ensuciar miserablemente y alejar de los cada vez más desencantados ciudadanos de a pie los principios de una hermosa y pacífica forma de entender la vida debido a la errónea asociación entre el catolicismo o cualquier otra supuesta derivación y el cristianismo. Supongo que, después de todo, habrá que dar la enhorabuena a todos esos cerdos. También, por supuesto, a la tal Becky Fisher. Felicidades chicos.

Si pensabais que las mayores absurdeces y fanatismos se daban allá en Oriente estabais equivocados. También aquí, en plena civilización occidental y en la mayor y más avanzada de las democracias, hay gente capaz de condenar a muerte a Harry Potter por brujo. La principal virtud de este documental es que no necesita de un comentador o narrador que puede ofrecernos un punto de vista subjetivo o parcial, las imágenes y la interacción de los miembros de los evangelistas hablan por sí solas.

Miedo, risa, pena, vergüenza, ... son sentimientos que afloran según va avanzando la película, y uno no sabe si llorar o reír ante el futuro de muchos de esos niños, a los que, ya desde críos, se les roba su infancia y en algunos casos se les lleva a la locura.

Estremecedor.

Excelente documental sobre el fanatismo religioso más abyecto y ponzoñoso. Represión, ignorancia, locura colectiva, manipulación infantil... Se limita a mostrarte a los protagonistas, dejando que ellos mismos se retraten, saliendo mucho peor parados que si les hubieran atacado directamente a la yugular. Tiene varios planos de los niños que te encogen el alma. Uno cree que estas cosas no existen. El joven Levi, bien pudiera haber inspirado al personaje de Paul Danno en "There will be blood". Junto con Promises, sería un programa doble perfecto sobre religión e infancia.

Es inevitable ver este documental sin tener en mente el capítulo de los movimientarios de "Los Simpsons", pero en vez de provocar una sonrisa, provoca una tremenda angustia el pensar que eso existe y que además no tratan de convencer a personas totalmente conscientes de lo que ocurre, sino que se centran en jovenes criaturas y las tranforman en pequeños activistas radicales capaces de cualquier cosa por Dios.