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Cyclo

Drama En la superpoblada y frenética ciudad de Ho Chi Minh -antigua Saigón-, un joven adolescente, conductor de un ciclomotor que transporta a los turistas a través de las calles, trata de ganarse la vida para mantener a sus dos hermanas y a su anciano abuelo. Cuando le roban su medio de locomoción y de vida, el joven se adentrará en una espiral de crimen y violencia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
6 de diciembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A un muchacho huérfano le roban su ciclo-taxi, alquilado a una madame, con el que se gana la vida transportando mercancías y personas por las calles. Poco a poco se va introduciendo en el mundo gangsteril y mafioso de la ciudad, dónde se intercalan asesinatos, drogas y prostitución.
La reeditación por Anh Hung de su éxitosa ópera prima ("El olor de la papaya verde") en una película interesante por su propio planteamiento argumental: ofrecer una visión realista del Vietnam actual, una nación atascada por la pobreza y la desorganización a todos los niveles. El joven realizador vietnamita busca lograr un estilo propio sin lograrlo totalmente, haciendo a su película en muchos tramos ininteligible y dispersa, pero su marcado tono visual paranoico y su esteticismo accidentalizado, la hacen una obra curiosa dónde lo pretendido por Anh Hung no es sino mostrar el atosigante estado mental del individuo en semejante habitáculo: la esquizofrenia, la psicosis, el desenganche del mundo insoportablemente realista que oprime, la catarsis mortal en medio de la desazón. El vacío, al fin y al cabo, que solivianta la agitada existencia de estos personajes.
Es un film correcto y pulible, pero indiscutiblemente interesante por lo argumental, mostrándonos un Vietnam como una nación en el mundo y no solo como aquel lugar en el que los americanos desembarcaron para atropellar sin ton ni son al pueblo vietnamita, regresando con el rabo entre las piernas.
kafka
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26 de diciembre de 2023
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Son dos historias, narradas paralelamente, en la populosa ciudad de Saigón; la de un conductor de ciclo-taxi apenas salido de la adolescencia que se ve enredado en una deuda con la mafia local al serle robado el vehículo, el medio de locomoción más habitual del país, y la de uno de los cabecillas de esta, un atormentado proxeneta enamorado de la hermana del chico.

El cine asiático irrumpió en los 90 con propuestas tan radicales como esta, una inmersión en el infierno que es también una búsqueda desesperada de la redención, cual trayectorias que confluyen. Con un pie en lo documental, captura la realidad social mísera en extremo de un país tercermundista, a la vez que se aleja del mero realismo y roza lo abstracto mediante un estilo visual elaborado, con composiciones de plano inusuales, una cámara con autonomía que indaga, se mueve y escruta cada rincón con sus travellings laterales.

Caótica, excesiva película que se recrea sin rubor en lo sórdido y truculento, en una violencia considerable, en ocasiones confusa y sin sentido. Asistimos a un panorama de gentes humildes que se ganan la vida a duras penas, aunque dignamente; también de delincuencia, marginalidad, trabajo infantil por completo normalizado. Muchos ambientes insalubres, de calor pegajoso, humedad y mugre, edificios que se caen a trozos…

Es un film poco o nada complaciente que puede llegar a ser muy cargante, que te zarandea. Que tan pronto te acaricia tiernamente, con una felicidad ingenua que transmite por instantes, momentos musicales mediante… como asquea y escupe a la cara sin piedad. Repleto de elipsis que uno sigue a duras penas, la parquedad del diálogo y del guion lleva a que el espectador se haga la trama en su cabeza según avanza, sin explicaciones, tan sólo a partir de la pura gestualidad. Para muestra de esto último, un maltrecho Tony Leung haciendo de sí mismo. Es decir, espíritu torturado, errante y solitario que se pasa media peli prácticamente sin frases, fumando con gesto inescrutable y haciendo lo que mejor sabe… sufrir mucho, por fuera y presumimos que por dentro, y es increíble lo lejos que se lleva esta inacción. Pero es que la performance física del otro actor no se queda muy atrás, más extrema incluso, aproximándose en un momento dado a lo que sería una acción de arte contemporáneo.

Cuento moral con inevitable regusto neorrealista, con bicicletas y limpiabotas, aunque sólo en la base, remueve y revela sin necesidad de un discurso político explícito la suciedad atroz en que habitan unos personajes indefensos, que se asfixian vivos en la trágica telaraña del destino. Como repetidos a sí mismos en el tiempo, sujetos a la explotación arbitraria del más fuerte, al dinero omnipresente que circula muy bressonianamente de mano en mano, víctimas de la dejación de funciones del estado… pero también son posibles los milagros, el amor desinteresado y contrario al utilitarismo.

Todo esto con un soundtrack epatante, a cuentagotas y haciendo uso de barrocas metáforas: el pez, el retrasado mental, fallos eléctricos y goteras. Presencia de agua y de fuego, chancletas de pobre y zapatos de rico. Luces, colores ocres, pintura, entremezclados con vaguedades poético-filosóficas orientales. Un helicóptero averiado, unas niñas en un cole o un resort de lujo, vivo contraste el de una nación de pobres, putas y maleantes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Don Hantonio Manué
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