Mil años de oración

Así transcurre una película en la que aparentemente no sucede nada, a pesar de lo cual, cuando llega el final te sorprendes, no has mirado ni una sola vez el reloj para comprobar el tiempo que aún te quedaba en la butaca. Siempre he pensado que cuando esto sucede se debe a una extraordinaria y cuidada planificación unida a un inmejorable montaje que saben administrar una historia leve y sin sobresaltos. En este caso creo que ayuda mucho la fotografía, quizás un poco "antigua" pero excelente. No pasa casi nada... pero ahí has estado. Casi sin darte cuenta

Buena. Por momentos un poco opresiva (finalmente es un drama) y pasible de desenvolverse en cualquier dirección, incluyendo el final. Cinematográficamente "teatral", intimista, sobria, no deja de tener momentos intensos e ideas interesantes. Y si cuando termina uno queda un momento en silencio, quizás es porque ya como padres o hijos, tarde o temprano casi todos atravesamos por situaciones como las que se presentan en el film. Verla, no es una pérdida de tiempo.

No me ha gustado tanto como esperaba la película, la verdad. Es cierto que las imágenes sencillas y tiernas te llevan a enmudecer y a encantar en ciertas ocasiones, pero el argumento es malo, muy malo. La película además es extremamente lenta y no entiendo aún por qué hablan en su idioma el hombre chino y la otra mujer antes de decirse las cosas en ingles.

Aún asi, para mi es válida para verla en tu casa con el dvd, pero en el cine es tirar el dinero.

Gracias.

Película intimista, muy bién narrada y que expresa sentimientos íntimos, soledades absolutas y frustraciones diversas. Los silencios en este film son un reflejo de todos esos sentimientos escondidos y a veces revelados.
Película sencilla que nos viene a recordar algunas de las consecuencias de la "revolución cultural" china y las mentiras o medias verdades con que, en ocasiones, los regímenes comunistas ocultan las verdaderas situaciones.
Espléndido Henry O.

Una película para contemplativos, una pequeña historia hablada en mandarín, persa e inglés, y en el inglés elemental del simpático Sr. Shi (Henry O), que quiere "corregir" el destino de su hija Yilan (Faye Yu), pensándola como una niña que aún necesita de la guía y la ayuda de su padre, produciendo un choque generacional y de culturas que doce años de ausencia de la hija la han hecho prácticamente intratable. Por ello el Sr. Shi habla con personas que encuentra en el vecindario. Algunos buenos toques de humor, como cuando un americano le dice al chino algo así como que "uno cría a los hijos con amor, pero éstos después muerden"; o la visita de dos jóvenes que quieren transmitirle una religión, dando "respuestas a todas las preguntas", a lo que responde con una sonrisa: "en China no tenemos Dios", o "proletarios del mundo, uníos". La cuestión principal es que en buena parte de Occidente los ancianos son descartables.