Fellini, ocho y medio (8½)

Vengo aquí a confesar que a mis 44 añazos aún no habia visto 8 1/2, de Fellini.




Ha sido toda una experiencia. Similar a quien haya leído el "Ulises" de Joyce y le haya gustado. En contra de mis reticencias iniciales, tengo que decir que me ha parecido una obra maestra: es tremendamente difícil hacer una peli como ésta sin resultar un mamarracho, y me he reconciliado de golpe y porrazo con Fellini y sus blandenguerías del tipo de "La Strada" (lo siento, a mi edad no voy a disimular). Quizá este hombre debería haber dejado de hacer pelis tras haber terminado ésta. Era un reto insuperable, en el que lógicamente fracasó. Una peli abstracta, absolutamente cojonuda, inexplicable e imposible de contar: algo que se tiene, más que ver, que vivir. Y por supuesto, no apta para todos los públicos: es perfectamente lógico que a otras personas les pueda resultar estomagante, ridícula o absurda. A mí no.

Estoy tan conmocionado como cuando vi por primera vez "Eva al desnudo",`para mí la mejor película de la Historia. Con eso lo digo todo.


La rehostia.

Es difícil hacer un comentario acertado con referente a esta película, ya que la valoración nunca como acá resultará del todo subjetiva, muy personal; a un director le debe parecer extraordinaria, y ¿por qué no?, a todo creador artístico y/o intelectal que tiene que pelear con sus propios demonios, traumas y ambiguedades internas antes de explayar su talento hacia un grupo de -quizá- inconsecuentes receptores; esto debe ser lo más cercano que ha estado un director del autoexorcismo, y vale, por lo honesta; por la brillante fotografía; por ese arrollador manejo de las cámaras, que proveen a la película de una fuerza visual sorprendente; por las cada vez más descabelladas e idílicas escenas ¿alguna inolvidable?; por un manojo de personajes memorables y por permitir diseccionar las virtudes y debilidades de su talentoso realizador. No es tan extraordinaria; no para mí, pero si es una gran película, quizá un tanto difícil de comprender en su objetivo u móvil, hasta el punto de parecer pretensiosa.

No hay un argumento de base, digamos que no posee un comienzo, un nudo y un desenlace. Simplemente se centra en la crisis tanto personal como profesional de un director de cine. Y a raíz de ahí gira toda la película: sus sueños, sus fantasías, sus deseos, sus miedos... Emplea muchas imágenes oníricas y muchas veces puede recordar a una película de Buñuel, puro surrealismo dentro del neorrealismo italiano.
Bien dirigida, con movimientos de cámara que acercan la imagen del actor al espectador; y un Marcello Mastroianni grande en su papel, hacen de esta película una necesidad. Es necesario verla para apreciar buen cine y para cultivar las apreciaciones tanto técnicas como referidas a los guiones que forman parte del séptimo arte. Si bien quizás hay momentos en que puede hacerse un tanto densa, no por ello deja de ser necesaria para todo amante del cine.
100% recomendable

De Fellini sólo he visto Amarcord y la que nos compete, y siempre supera a lo esperado; tiene un don para rodar escenas corales y para el humor, eso es innegable; también hay escenas dramáticas muy buenas dejando a la clase clerical por los suelos. Hay directores que llegado un momento hacen lo que les da la gana, no lo que los productores quieren. Destaca en su papel Anouk Aimée, consigue que llegues a odiar al director y creo que Fellini quiere transmitir esa sensación a modo de arrepentimiento. Si es autobiográfica es autoparódica.

Dr. Hackenbush.

Luego de la etapa neorrealista, una película en la que uno tiene que discernir en cada escena si se trata de realidad o fantasía, recuerdo o sueño, al estilo del surrealismo, donde a la realidad se le agrega, a la par, la imaginación. Tal vez lo que se nos presenta es ensoñación o realidad, imagen o idea, que se confunden, tal vez también, en el clímax final. El ocho y medio se refiere al número de orden de la película en la filmografía del director (pues una fue hecha con otros). Se trata de un famoso director de cine que se encuentra confundido, en crisis, y no puede continuar una película más bien autobiográfica mientras productor, críticos y estrellas de cine lo apuran para que lo haga. Hay bellas mujeres, como Carla, la amante, (Sandra Milo) y Claudia (Claudia Cardinale), bellísima, otras esbeltas y elegantes, como Luisa (Anouk Aimée) y la estupenda Saraghina (Eddra Gale), la mujer grotesca.
¿Cómo distinguir la fantasía de la realidad cuando no hay un umbral de una a otra? Por el contenido fantasioso o delirante. Nada fácil, a veces.
La banda sonora está compuesta de piezas clásicas, por ejemplo, fragmentos de "La cabalgata de las valquirias", de Wagner, y otras del genial Nino Rota.