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Jungla de cristal: La venganza

Acción. Thriller Un tal Simon siembra el pánico en las calles de Nueva York haciendo explotar una serie de bombas, y asegura que no dejará de hacerlo a menos que el agente John McClane acceda a jugar con él a un juego llamado "Simón dice". Con la ayuda de Zeus, un electricista de Harlem, el agente comienza una trepidante carrera para resolver las adivinanzas planteadas por el terrorista y, al mismo tiempo, para averiguar sus intenciones. (FILMAFFINITY)
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Críticas 99
Críticas ordenadas por utilidad
24 de junio de 2010
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando allá por finales de 2007 me enteré de que se iba a estrenar la cuarta parte de la jungla de cristal no pude hacer otra cosa que llorar, para que entendais esa actitud, será mejor volver a los orígenes, en 1988. Aquel año presumió de ser testigo del estreno de una de las mejores, si no la mejor película de accion de la factoría californiana. John McTiernan, director creó al épico antiheroe John McClane y a su némesis, Hans Gruber enfrentados en una lucha por el control de Nakatomi Plaza, en pleno corazón de Los Ángeles, sitiada por el ejército. Una lección de como hacer cine de acción sin renunciar a la calidad que eso supondría. Dos años después se estrenó la segunda, muy por debajo de la primera en mi opinión, debido al relevo de dirección. Viéndola supe que esa mezcla de desparpajo, acción, violencia y buen cine de la primera parte se había desvanecido, sin dejar rastro.

Pero los milagros existen, y un lustro después John McTiernan, harto de ver como lo que inicialmente él había creado, se había vuelto insulso y decidió volver a poner en la cima al detective más odiado de toda norteamérica. Fue como un rayo de sol en un día nublado. La magia de la primera cinta volvió, y con ella su némesis en forma de Jeremy Irons como el hermano de Gruber y un compañero de andanzas que si en la primera fue Reignald VelJohnson, en esta tercera sería un genial Samuel L. Jackson. La acción se sucede en ráfagas grandiosas acompañadas por unos diálogos que por su contenido racista, sexual o méramente insultante provocaron en mi cara risas duraderas de las de verdad. El dúo que forman Willis y Jackson es legendario debido a la evolución en su amistad, del odio al amor, desde que se conocen en pleno Harlem (mítico "odio a los negros") hasta el ataque final. La ironía y comicidad del primer minuto se mantiene hasta los créditos. La violencia en esta parte es irreprochable, acompañada de bromas, marca de la casa McTiernan-Willis. Aparte, el reparto se asemeja al del primer film, pero la aparición de Jackson engrandece a Willis, por otra parte Irons, aunque no llega a alcanzar a Alan Rickman en maldad, consigue crear un villano igual de perfeccionista que el anterior. El guión recupera la cordura y es una de las mejores películas para acabar con una historia, pero como no, tiene que andar suelto un gilipollas y hacer la cuarta jodiéndolo todo... Un final irreprochable, muy buena.

Me quedo con la conversación entre McClane y Jackson corriendo

Jackson: ¿Que es lo de Los Ángeles?, ¿Eres famoso o qué?
Willis: Si, durante 5 minutos
Jackson: Ya, lo de Rodney King ¿no?
Willis: Que te follen, sabes, ¿ese tal Simon con el que hablamos?
Jackson: Si
Willis: Tiré a su hermano pequeño del piso 32 de la torre Nakatomi de Los Ángeles, supongo que estará un poco cabreado por eso (risas)
Jackson: Un momento, ¿estoy metido en este lío porque un poli blanco tiró al hermano de un capullo blanco desde una torre?
Daniels
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4 de febrero de 2011
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera entrega de 'La jungla de cristal' en la que todo vuelve a su sitio. Cine de acción en estado puro que nos recuerda por qué gustó tanto la primera parte.

John McTiernan vuelve a dirigir "su" película tras el paso atrás de Reeny Harlin en la segunda parte. Harlin no pudo sacar a 'McClane' a campo abierto, y McTiernan, en cambio, lo consigue con holgura, permitiéndose el lujo incluso de usar como escenario media ciudad de Nueva York, con lo que aumenta el dinamismo de la película. El director insufla a esta tercera parte el espíritu que consiguió en la primera, a pesar de la evolución de su personaje principal. El papel de 'John McClane' ya no se limita a ser un poli duro de pelar, sino que ahora también es graciosete, como en la segunda. La diferencia es que McTiernan no convierte las gracias en bufonadas, y sí en simpáticos momentos como los de la fuente o la expulsión del chorro relleno de 'John'. La acción vuelve a esta bien rodada, y, aunque sí, es más de lo mismo, sigue fiel a la línea de dar lo que promete.

Bruce Willis encabeza (logicamente) esta tercera parte. Poco hay que decir de su actuación si se han visto las dos anteriores. Con un personaje muy diferente al de la ya lejana primera jungla, Willis demuestra que puede ser versátil sin cambiar de película. Por nombres, 'La jungla de cristal 3' probablemente supera a sus predecesoras. Samuel L. Jackson con frases como "Zeus, como el padre de Apolo, el de el monte Olimpo, el de no me toques los cojones que te meto un rayo por el culo" representa a un dicharachero sociópata que se siente constantemente perseguido por la raza blanca. Fantástico Jackson, sobretodo en la escena de la fuente. 'La jungla de cristal' siempre ha tenido grandes antagonistas, y en esta tercer edición es el fantástico Jeremy Irons el que intepreta ese papel. Su histriónico personaje se ve potenciado por su gran actuación.

Resumindo, que es gerundio: 'La jungla de cristal' vuelve al lugar que se merece tras el pequeño derrape de la segunda. McTiernan retoma el poder y no solamente hace olvidar la 2, sino que consigue que durante años se considere 'La jungla de cristal' como una trilogía casi redonda (12 años después llegaría la cuarta parte). Willis, Jackson y Irons se echan la película a la espalda y entre los tres la llevan en volandas. Esta película era necesaria.
Grijander
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11 de julio de 2009
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me atrevería a decir que esta tercera entrega de 'La Jungla de Cristal' es la mejor de la saga. Sí amigos, como lo oís. Ésta conjuga todo lo mejor de todas las anteriores (e incluso de la cuarta estrenada hace dos años), para convertir a 'La Venganza' en la más alocada, disparatada, pretenciosa, ingeniosa y lo más importante, divertida de todas. En esta secuela su falta de originalidad no es motivo para restarla enteros ya que aquí nadie se acordará del Nakatomi Plaza o del Aeropuerto Internacional Dulles.

John McTiernan, el creador de la saga y también responsable de éxitos comerciales como 'Depredador', 'La caza del Octubre rojo' o 'El último gran héroe', vuelve a la carga como director tras su ausencia en la segunda parte -para un servidor la peor de las cuatro-. McTiernan enmienda algunos errores leves de la primera como son la de otorgar a ésta un carismático compañero a Willis, lograr un villano más convincente y dar más cabida al humor, sin olvidarnos claro del ya mítico "¡Yipi Ka Yei, hijo de puta!".

En esta ocasión John McClane junto a un electricista del barrio Harlem llamado Zeus, tratarán de evitar a toda costa que "Simon", un ladrón que aparenta ser terrorista lleno de venganza (de ahí el título) hacia McClane por la muerte de su hermano en el Nakatomi Plaza, vuele por los aires el metro o un colegio al azar en toda la ciudad de Nueva York. El reparto en este sentido es fabuloso: Willis en un papel heróico que se conoce al dedillo y con el que se encuentra tan cómodo como si con las pantuflas de casa estuviese, Jeremy Irons como un villano ejemplar y Samuel L. Jackson como una especie de escudero aguafiestas, sin embargo es él el que da la nota humorística a la cinta.

Ellos tres mantienen el interés de un invento que no es otro que el de una gran gincana por la ciudad de los rascacielos. ¿Atrayente verdad?. La tarde de palomitas tirado en el sofá de tu casa está asegurada como ninguna. Éste es un producto confeccionado para el esparcimiento cinéfilo de los telespectadores que consigue su propósito: entretener como la que más de la saga.
Condosco Jones
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8 de enero de 2006
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí, la mejor de las tres sin lugar a duda. Acción de principio a fin y no es un tópico. Bruce Willis borda el papel de tipo duro con una resaca de caballo, diciendo chistes y pegando tiros. Lo que digo siempre, no es para llevar a los Oscar pero éstas son las películas que nos gustan a muchos. No le puedo encontrar un punto flojo.
albertopo1984
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26 de mayo de 2009
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1995 John McTiernan retomó la saga Jungla de Cristal con esta tercera parte la cual, a modo de introducción, podríamos decir que es mejor que la segunda, pero inferior a la original.

El filme trata de salirse un poco de las dos partes anteriores. Primero fue un edificio, después un aeropuerto... Elegir un nuevo espacio cerrado parecía repetitivo, así que se decidió que la acción transcurriese en la ciudad de Nueva York y en otra época que no fuese Navidad.

Pero no es el único cambio. Esta tercera parte se podría considerar una "buddy movie" ya que Bruce Willis no estará solo, al contar con la ayuda de un divertidísimo Samuel L. Jackson, que conferirá al filme un mayor toque cómico que en los anteriores. En concreto, las reacciones de éste ante las animaladas que irá cometiendo sucesivamente John McClane, no tienen precio.

Una de las señas de identidad de esta serie ha sido la magnífica elección que se ha hecho de los villanos (exceptuando, evidentemente, la cuarta parte). Aquí le tocó al insigne Jeremy Irons, que interpretó de forma sublime al malvado hermano de Hans Gruber (Alan Rickman en el filme original) que clama venganza, aunque en realidad, oculta un sofisticado e inteligente plan para obtener sus fines verdaderos.

El trabajo de los tres intérpretes es sublime. Bruce Willis sigue haciendo las delicias del espectador con su rol de antihéroe macarra y chulesco, siempre capaz de conseguir el más difícil todavía. Irons se convierte en un villano de altura, uno de esos tipos capaces de aplastar a uno sólo por mirarlos mal y Jackson pone el contrapunto cómico, de forma que la interacción entre los tres funciona a las mil maravillas.

Además, la vuelta tras las cámaras de McTiernan aumenta la calidad del filme en aspectos como la trepidante agilidad narrativa de la trama, la altísima calidad técnica de las numerosas y espectaculares secuencias de acción y la magnífica dirección de actores.

Poco más podemos decir de esta auténtica joya, cuyo ritmo frenético, trasfondo cómico y perfecta puesta en escena harán las delicias de todo aquel que la vea. Tuvo tanto éxito que rápidamente surgieron rumores de una cuarta, la cual se haría de rogar, ya que sería estrenada doce años después.
Edgar
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