El espinazo del diablo

Pseudo thriller-western de fantasmitas y huérfanos que no da susto ni sueño ni todo lo contrario. A Eduardo Noriega le cayó la lotería desde que Amenábar le dijo que podía volar a su cola y desde entonces, este atractivo pero limitado actor se ha visto catapultado a una carrera a la altura del talento que sin duda cree poseer. Tengo mis dudas, aunque está favorecido con la camisa de tirantes sudada, en cualquier momento se arranca con un "¡Stellaaaaa!"

Me gusta el imaginario de Guillermo del Toro, pero señor mío, hay que currarse un poco más las historias que no sólo de "Cronos" vive el hombre. Y que mal las rematas, jodío.

En la casa de la bomba, al contrario que en la canción, el problema no es la edad. El problema es la historia y los personajes. Y, sobre todo, esa perra que parecen haber cogido algunos con introducir elementos sobrenaturales de forma innecesaria. Porque, vamos a ver: ¿esto no hubiera funcionado mejor como un simple drama negro ambientado en los últimos meses de la guerra civil? No, había que meter al puto niño muerto, el pozo, los objetos que cobran vida, los susurros desde el más allá, los dibujos intrigantes…

La ambientación es excelente, al igual que la factura técnica, pero lo que más flojea es el aspecto interpretativo. En el caso de los buenos actores (Luppi, Paredes), porque sus personajes están bastante poco pulidos y las relaciones entre ellos son un esbozo a menudo incoherente. En el caso de los malos (Noriega), porque de donde no hay no se puede sacar; aunque, a mi parecer, no es esta una de las peores interpretaciones del cántabro. Al fin y al cabo, da vida a un chulo guapito de cara con pocos escrúpulos y menos luces. Por lo que se refiere a los niños, en especial el protagonista, el tal Carlitos, carece de naturalidad y en ningún momento transmite carisma su personaje; entre su cara de viejo precoz y su mirada extraviada acaban de matar el poco alma que tiene el protagonista. El resto de la chiquillería tira también hacia el automatismo.

Pero lo más descabellado es el paradójicamente previsible desenlace, salido de madre en cuanto a violencia y coherencia narrativa dentro de un planteamiento que hasta entonces se había decantado por la sugerencia en lugar de la hipertrofia. Niños al poder. Pero bueno, es cosa de fantasmas.

Tabas que crujen…

Hace unos días pasé por la terrible experiencia de ver una de las peores películas de "terror" de todos los tiempos. Realmente mala, pero mala hasta la nausea.

Esos ambientes tan vistos, el mismo rollo de la guerra civil de siempre, los mismos personajes, las mismas historias, esos actores tan rematadamente malos, siempre hablando entre susurros, con frases realmente malas, esas situaciones vistas millones de veces, el desenlace final que roza el ridículo... En fin, una película para olvidar nada más terminar de verla.

No creo que esta película se pueda catalogar dentro del cine de terror, en todo caso del cine fantástico, lo que si da en todo caso terror es lo que vemos como realidad, la maldad del personaje de "Jacinto" o de la Guerra en si.
El fantasma, tal como se dice, es de creación propia, de los mismos niños que lo necesitan para quedar tranquilos y poder comprender la maldad y realizar el acto final de matar a un ser humano por venganza.
La ambientación es perfecta, como la fotografía.
Flojea el personaje de Eduardo Noriega y están estupendos Marisa paredes y Federico Lupi

Aburrida película que intenta sin éxito la mezcla de géneros. Por un lado, el drama de unos niños en un orfanato aislado en plena guerra civil española; por otro, la historia de terror que conlleva dicho lugar, donde deambula el espíritu de un niño desaparecido poco tiempo atrás. Hubiera sido mejor si Guillermo del Toro se hubiese decantado por u otro género (al igual que ocurrirá en la muy semejante "El laberinto del Fauno"), pero al final se queda una inane sensación de "ni chicha ni limoná". Eso sí, el fantasma del niño da un poco de mal rollo.