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Mi dulce Geisha

Comedia A Lucy Dell (Shirley MacLaine), una popular actriz de Hollywood, la ha dirigido su marido Paul (Yves Montand) en muchas de sus grandes películas. Para demostrarse a sí mismo que puede triunfar sin ella, Paul decide ir a Japón para dirigir una versión de “Madame Butterfly”. Pero Lucy, que no quiere quedarse fuera del proyecto, se disfraza y lo sigue hasta allí. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
8 de mayo de 2008
6 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que para definir una película hay que tratar de situarse en su contexto histórico. No es lo mismo la valoración que se puede hacer de una película actual que una de los años 60 como es el caso.

Aún así, aún teniendo en cuenta que el sistema de valores era absolutamente diferente, no cabe otra cosa que tirarse de los pelos ante esta impúdica exhibición de xenofobia disimulada y machismo recalcitrante que esta peliculilla nos ofrece.

No deja de ser lamentable ver como, bajo el pretexto de un presunto respeto por la veracidad, se nos vende una imagen servil, atrasada e idiota de lo que era Japón en aquellos tiempos. No conformes con eso, y bajo la apariencia de la típica comedieta de enredo, se muestra a las mujeres como personas de segunda, cuya única misión es la de servir a su marido a no ser, que antepongan su carrera por delante, ante lo cual se convierten en poco menos que seres egoistas incapaces de asumir su rol.

Todo ello inserto en una especie de argumento metacinematográfico más dulzón que la película más babosa de la Disney, donde Hollywood es la meca del buen rollo y donde todo el mundo es bueno y comprensivo. Vamos un ejercicio de autobombo increible y que resulta cuando menos repugnante.

Lo que si me ha confirmado el film, es que ya, definitivamente puedo constatar que odio profundamente a Shirley McLaine, de la que no cabe duda decir que sí, que era muy monina ella, pero como actriz resulta poco menos que un petardo, y cuyos registros no pasan de poner sonrisitas bobaliconas y pucheritos cuando está triste. Vamos que ya se sabe cual fué el modelo a imitar para Renée Zellweger.

Total que nos encontramos ante una película absolutamente olvidable cuando no detestable, no sólo por su floja factura artísitica, sino porque bajo la capa de una insustancial comedia ligera se nos quisiera vender una serie de valores carrinclones y que por fortuna se han ido superando con el tiempo. Sí, es una película que ha envejecido muy mal, pero es lo que suele pasar cuando más que un film una rueda propaganda disimulada.

Lo mejor: Que haya caido merecidamente en el olvido.
Lo peor: la irritante Shirley.
LennyNero
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