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Eva

Ciencia ficción. Fantástico. Drama Año 2041. En un futuro no muy lejano, los seres humanos viven acompañados de criaturas mecánicas. Álex (Daniel Brühl), un reputado ingeniero cibernético, regresa a Santa Irene con un encargo de la Facultad de Robótica: la creación de un niño robot. Durante su ausencia, su hermano David (Alberto Ammann) y su novia Lana (Marta Etura) se han casado. La rutina de Álex se ve alterada de forma inesperada por Eva (Claudia Vega), la hija de ... [+]
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Críticas 157
Críticas ordenadas por utilidad
29 de octubre de 2011
69 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezaré por destacar lo único agradable y loable de esta película: los efectos especiales. Un auténtico lujo. Y por supuesto, la valentía del director, Kike Maíllo, por atreverse con un género tan distinto a lo que estamos acostumbrados en España (véase: guerra civil y "almodovarismo" de los que no tengo mucho en contra pero ya...cansa).

Ahora bien: Ni el guión es original (totalmente predecible desde el principio) ni el lenguaje utilizado es el correcto (al menos en el caso de Eva. Vamos...por favor...un poco de psicología infantil...), ni el cásting de actores/Actrices (A excepción de Lluís Homar) está en absoluto bien hecho, y no me venga con que Claudia Vega es actriz revelación porque sólo le falta llevar el guión en la mano (claro que teniendo en cuenta los personajes...bastante hicieron los pobres), ni los planos están bien hechos (fíjense por favor en el primero del todo, cuando aparece la nieve) ni se empatiza con ninguno de los personajes (me importaba un pimiento si todos morían. Bueno, el gato me habría dado pena).
Ni es una película de ciencia ficción en estado puro; digamos...que más que eso, sería una película sentimental (o lo intenta al menos) con un triángulo amoroso típico y desgastado, en el que, mira tú por dónde...de vez en cuando aparecen chismes, dómotica, robótica e instrumental futurista. Sí, vale...bien ambientado...pero para qué. Si le quitas lo último comentado...es una peli de sobremesa de esas de fin de semana.

En mi opinión, a Maíllo le falta aún un poco de madurez cinematográfica. Loable, repito, su valentía.

Pero no veo lógico (y sí muy aburrido) tener una idea buena para un cortometraje (digo yo, porque es la única explicación) e intentar transformarlo en película. Le falta ritmo por todos lados; me pasé media película pensando: "¡Que ocurra algo, por Dios! Si total, ya sé cómo acaba".
Repito: si hubiera sido un corto, me habría gustado. Pero dos horas....por favor...
norimaki
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28 de octubre de 2011
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Àngel Sala, director del Festival de Cine Fantástico de Sitges, afirmó justo al concluir la última edición de este certamen que cualquier cinematografía que se precie debe potenciar su cine de género si quiere sobrevivir; si quiere destacar en un panorama internacional cada vez más competitivo. Una lección no demasiado bien aprendida en nuestra casa, pero que por suerte va por el camino de ser asimilada. Nunca es tarde para cumplir buenos propósitos. A medio camino entre el tópico más tramposo y la realidad más hiriente, lo innegable es que en España ha habido desde siempre cierto temor a la hora de probar suerte con productos que por categoría, su procedencia parecía estar reservada a otros países.

Pero ya se sabe, no hay regla sin excepción, y afortunadamente en nuestro territorio éstas se están dejando ver cada vez con más frecuencia. Los responsables de este fenómeno responden a los calificativos de insensatos, o de valientes, aquellos que saben que sin riesgo no hay gloria, y que por ello no temen enfrentarse a grandes retos. La nueva incorporación a este selecto grupo de respetables ''suicidas'' es Kike Maíllo, uno de los principales responsables de la serie de animación de culto 'Arròs covat', y que debuta en el campo del largometraje con 'Eva', desde ya, una de las candidatas a convertirse en la gran revelación del cine español de esta temporada, un título honorífico que año tras año gana más peso, con todo merecimiento debe decirse.

Ahora llega el momento en el que quizás nos puedan tachar de provincianos. No se trata de ser autocomplacientes, o de mostrarse excesivamente indulgente con lo ''nuestro'', sino de mirarnos sin miedo el ombligo, que a resumidas cuentas viene a ser lo mismo, pero nos guste o no, hay veces en las que la nacionalidad es un valor añadido a la hora de pasar evaluación a una película, más aún tratando con un paciente con una alergia tan abiertamente declarada al cine de género, como se ha comentado antes. En el fondo es un enfoque triste y mediocre, pero a malas es una filosofía que sin quererlo nos deja de vez en cuando alguna alegría, que para la ocasión adopta el nombre de la primera mujer, o de aquel robot del que se enamoraba perdidamente nuestro querido WALL•E.

En efecto, Maíllo nos presenta con su creación uno de estos ejemplos que a nuestra industria parecen atragantárseles tanto: una película de género modélica. Así, como suena. El club de outsiders que se atreven con este cine dentro de nuestras fronteras, en el que encontramos a ''locos'' como Daniel Monzón, Enrique Urbizu o Nacho Vigalondo, ya puede ir reservándole un hueco a este novato que se empeña en no dejar rastro de dicha condición. El primer síntoma de ello se deja ver en una factura técnica impecable (muy buena fotografía, efectos especiales de calidad, banda sonora que inevitablemente recuerda a Danny Elfman...), que no debe quedar en un segundo plano sino constar como el gran triunfo que es.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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6 de octubre de 2011
44 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Loable intento de un cine diferente en España aunque caiga demasiadas veces en los lugares comunes. "Eva" de Kike Maíllo nos presenta un futuro próximo en el que los humanos conviven con los robots de forma natural. La necesidad de crear un prototipo avanzado lleva a un ingeniero a volver a su lugar de origen, lo que paralelamente hace la rivalidad entre éste y su hermano por conseguir a la misma chica vuelva a aflorar. Narrada de forma ágil, el problema de la película es su falta de ambición en lo referente al tema fantástico pero sobre todo en lo que confiere a las situaciones cotidianas.

El reparto está bastante mal en general salvando a Brühl, siendo el ridículo mayúsculo el que protagoniza Alberto Amman, aunque el pobre tampoco podía haber hecho nada mejor con su lamentable personaje. Desde luego lo que más sorprende es la capacidad de la película para funcionar a pesar de no ser gran cosa y es realmente meritorio todo lo referente a la factura visual del film, repleto de efectos digitales bien integrados al contrario de lo que ocurre con otro de los filmes de género realizados este año en el país, la lamentable "Verbo" de Eduardo Chapero Jackson. Y aunque en "Eva" algunos momentos parezcan añadidos únicamente para lucirse (hay varios robots que sólo rellenan huecos), no molestan porque lo importante, está bien llevado. No emociona pero tampoco insulta la inteligencia del espectador. Se puede ver.
Caith_Sith
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11 de noviembre de 2011
34 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kike Maíllo ha jugado siempre en casa. Nació en Barcelona, estudió en ESCAC (la escuela de Cine más importante de Catalunya) y realizó su primera serie de ficción (la tierna ‘Arros covat’) con la productora Escándalo Films para TV3. Con esta misma productora y mucha gente de su escuela dirige ‘Eva’, obra primeriza en la que apuesta por la robótica como principal reclamo.

El inicio de la película nos hace suponer que Maíllo conoce bien el tejido de la historia que se dispone a contarnos. La presentación de los personajes y el resto del primer acto fluyen como la seda gracias a un inteligente suministro de la información a través de las dosis correctas.

La elegante realización y la sobriedad visual, con una fotografía que ni destaca ni molesta, nos hacen permanecer en alerta ante cada cosa nueva que va sucediendo en pantalla. Los efectos especiales y digitales, peligro constante de chirrío en el cine patrio, son esta vez de muy notable factura.

Visto el primer acto y sumando la presencia del casi siempre incontestable Daniel Brühl, uno tiene clarísimo que ‘Eva’ es una ventana abierta que ventila el aire contaminado que respira gran parte del cine actual ‘made in Spain’.

Y sin embargo es una pena no poder mantener esta afirmación durante el resto de película. Porque curiosamente lo más artificial de ‘Eva’ son las escenas poco verosímiles que tratan la realidad y no las que incumben a la atmósfera sci-fi.

Está muy bien cuidar lo digital, ¿pero qué pasa con el guion y la dirección de actores? ¿Dónde están los personajes de carne y hueso? ¿Cómo puede un gato robot ser más entrañable que Lluís Homar o una ‘niña divertida’? Brühl está correcto, de acuerdo, pero su personaje es bastante plano. ¿Qué pasa con Marta Etura? ¿Por qué hace siempre el mismo personaje? ¿Y por qué cualquier frase dicha por Alberto Amman suena más falsa que un periódico de derechas hablando de ETA?

El segundo acto resulta exasperante con unos diálogos que sobrepasan lo forzado. La historia se queda sin combustible y el interés se queda tirado en la cuneta. El background del triángulo amoroso está bien nutrido emocionalmente, pero se diluye tan pronto que al final del segundo acto quedan pocas emociones sin congelar.

La estructura se resiente por agotamiento y el doble giro final es en realidad un doble salto mortal hacia el verdadero vacío argumental. El tercer acto está alargado con la torpeza propia de un guion que va de más a menos y de menos a nada. El final tarda tanto en llegar que, cuando lo hace, ya nadie le espera.

Con "Eva", Kike Maíllo comete muchos pecados, pero ninguno tan grave como haber hecho un ejercicio de poesía moderna al servicio de la nueva burguesía que se agarra a toda obra distinta para sentirse única y exclusiva.
Melón tajá en mano
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6 de octubre de 2011
19 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer, en Sitges, tuve una cita con alguien que no conocía. Esta cita, sin ser la mejor de mi vida, me fue de gran ayuda para expulsar algunas ideas, algunos prejuicios, algunas costumbres que está bien romper de vez en cuando. Ella se llamaba Eva, y aunque le queda un largo camino por recorrer, tenía algo en su haber que denotaba importancia, un interés especial.

Esta cita fue, efectivamente, más importante por lo que arrastraba, por su significado intrínseco, que por la cita en sí, entretenida, pero demasiado dada al sentimentalismo, a un melodrama que sinceramente intento esquivar, aún más en las primeras citas. Puede que sea porque Eva es más joven de lo que quería aparentar, puede que sea porque aún no sabe amortizar la totalidad de sus virtudes, y es que la hora y media que pasé con ella acabó y yo sentí el sabor agridulce de quien no alcanza la plena satisfacción habiendo tenido la miel en los labios. La miel está y sólo falta refinarla, contenerse a veces, o dejarse llevar, resiguiendo este camino que por fin empieza a virar hacia algo nuevo, hacia un sitio al que no estamos habituados a ir.

Y es que acostumbrados al imaginario futurista cinematográfico, con rascacielos infinitos, coches voladores y viajes interestelares, conocemos a Eva. Acostumbrados a relacionar el cine catalán y español con la falta de recursos y de interés por el cine pirotécnico y los efectos especiales, conocemos a Eva. Acostumbrados a entender el sello Escac como un sinónimo de obras minimalistas, contenidas y costumbristas, conocemos a Eva. Y acostumbrados a ver la firma de Kike Maíllo en una serie tan austera, tan ligera como Arroz pasado, conocemos a Eva.

(Sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TPA
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