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Roma

Drama Cleo (Yalitza Aparicio) es la joven sirvienta de una familia que vive en la Colonia Roma, barrio de clase media-alta de Ciudad de México. En esta carta de amor a las mujeres que lo criaron, Cuarón se inspira en su propia infancia para pintar un retrato realista y emotivo de los conflictos domésticos y las jerarquías sociales durante la agitación política de la década de los 70. (FILMAFFINITY)
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Críticas 346
Críticas ordenadas por utilidad
5 de mayo de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído críticas que decían que no sólo era la mejor peli del año sino uno de las mejores de la Historia del Cine. Sinceramente, hay gente que flipa mucho. Cojan ustedes una coctelera y metan un poco de progresismo, una pizca de feminismo, un cachito de tercermundismo, unas gotitas de indigenismo, agítese con brío y de ahí saldrá una película como Roma. Entiendo que la historia es autobiográfica por parte de Cuarón, creo haber leído en entrevistas que le rinde homenaje a la mujer que trabajó de sirvienta en casa en su niñez. Entiendo honesto que se haga un homenaje a esas mujeres calladas y siempre en segundo plano, todo eso lo entiendo porque no soy un monstruo insensible, pero para hacer cine emocionante no basta con pretender hacer un homenaje, hay que saber hacerlo. La película, como otros antes de mí han dicho, es como ver crecer una planta y a veces tienes la sensación de que para copiar a Ingmar Bergman mejor me quedo con el original. Correcta la actuación de la protagonista pero no te abandona nunca la sensación de que el director sabe la época en la que vive, sabe la tropa que dirige actualmente Hollywood y trata de buscar el Oscar fácil. Película correcta pero sobrevalorada hasta la náusea. Ah por cierto si no lo digo reviento, John Ford nunca necesitó un primer plano de una caca de perro para retratar a las clases humildes. A ver si te enteras, Cuarón.
Lavaplatos
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11 de diciembre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si es gracias a la generosa contribución que Netflix realiza en la prensa escrita (en forma de anuncios y artículos patrocinados de forma camuflada), pero el caso es que muchos nos hemos encontrado que circulaba la idea que "Roma" es una película que nos iba a impresionar desde su primera escena hasta conducirnos a una elegía descomunal. Me pregunto si es por culpa de una expectativa desmesurada que al final terminé de ver una gran película con una leve sensación de decepción. Roma es maravillosa e incluso arriesgada, con cosas extraordinarias y otras más corrientes, pero no creo que estemos ante la obra definitoria de las siguientes décadas cinematográficas.

Cualquiera que haya visto la anterior película 'romana' de Cuarón, "Sólo con tu pareja", comprende rápidamente la evolución en cuanto a técnica y sutilidad que ha realizado el director chilango. Sin duda su estilo se ha sofisticado y ya no necesita (siempre) del humor televisivo para crear efecto, de hecho ha conquistado una técnica que le hace aunar con soltura los detalles más minúsculos con los grandes gestos.

La construcción está tan bien ideada que vemos dos ramas narrativas, en una protagonizada por una indígena y en otra por la familia criolla, y nos parece del todo natural, cuando en realidad es una estrategia tomada para no concentrar su reflexión acerca del machismo en una sola capa social y elevarla a algo mucho amplio y contrastado.

Incluso, por contra, cuando recurre a gestos más estridentes, como una coincidencia estratosférica de dos personas durante la manifestación (el halconazo), le sirve para en realidad apuntar otra idea mucho más sutil. Me refiero a que en un punto vimos a un grupo de jóvenes entrenándose en una localidad del extrarradio capitalino, escena que ocurre a plena luz del día, frente a la mirada de los habitantes, que presenciaban con curiosidad y simpatía, y sin embargo ahí, frente a ellos, se preparó algo horroroso. En esa escena el profesor Zovek pide a los congregados que cierren los ojos para realizar un movimiento y más tarde comprendemos que esos ojos cerrados es una metáfora social. Comento esto para hacer notar que ciertas ideas que lanza Cuarón se han de comprender a posteriori, reflexionando acerca de la historia después de haber absorbido hasta los detalles más insignificantes.

Además de eso, en otra escena, vemos en un mismo cuadro, y sin gran énfasis, como una familia toma consciencia de una ruptura mientras que al justo lado se celebra una boda. Qué contrastes. Y por supuesto algunos de los momentos mostrados en el tráiler, esos planos secuencia dónde en un primer plano vemos como camina un personaje y en segundo sale volando otro actor. Y tampoco faltan los homenajes al México con los organilleros y al omnipresente e informal comercio callejero. Cualquiera de los que hemos disfrutado en Ciudad de México seguro que encontraremos alguna imagen que provocará un golpe de alegría en el pecho.

Me sobró alguna escena de humor bufo como ahora el momento dónde se castiga al amado coche paterno, escena más adecuada para una comedia ligera que no para una obra seria. Aparte de eso, en algún momento, también hay cierta sensación que se fuerzan los hechos por gusto. Hablo de la escena del incendio, dónde luego, cuando se culmina con un holandés cantando vete a saber qué canción típica, ya me pareció que ahí alguien se estaba pasando de autocomplaciente, como que ese alguien se ha dado un atracón de Tarkovsky y quiere hacerlo notar a toda costa. Y cómo esos momentos hay otros varios.

Imágenes deslumbrantes, gran sensibilidad e indudable honestidad: sin duda una obra notable de las que no abundan todos los años en una pantalla. Me sorprende su enorme acogida tratándose de una película que opta por una dramaturgia de muy baja intensidad, planos muy largos y va surtida de simbolismos y significados codificados de forma muy sutil. Se trata de una obra que rebusca en la memoria, desea transmitir la maravilla de sus hallazgos y parte a buscar lo esencial, de forma que en un plano convergen la vida y la muerte, la tristeza y la alegría, y las elementos como el agua y el fuego colman las escenas para hacernos comprender la fragilidad de la vida, dónde se puede abandonar este mundo tanto por un error genético como por culpa de las condiciones sociales. Salta a la vista que también es el trabajo más personal de un director que -con justicia- es premiado y homenajeado por todo el mundo.

No se ven en una pantalla cosas así de potentes y arriesgadas todos los años, ahora bien, tampoco nos excedamos con las valoraciones. Siendo honesto, en su día salí mucho más impresionado de "Gravity" o "Children of men", dónde el despliegue de un portentoso lenguaje visual servía para amplificar la profundidad del cine de género. En "Roma", mi sentimiento es que los resultados permanecen en una posición admirable pero no extraordinaria.
Jean Ra
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16 de diciembre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roma, el universo de dos mujeres bajo un mismo techo, la autenticidad observando impasible, la línea que separa las clases y el infortunio une, la belleza y docilidad indígena subordinada con agua y jabón. Cuarón pinta con la luz, a las madres de los hijos, subsistiendo en el espacio mínimo donde un coche vestido de género solo cabe de manera accidental, un hogar en bucle donde habita recluso el perro tras el cristal esperando al amo.

Mujeres cultivando la verdad al auxilio de sí mismas, luchando en tierra y mar al calor y refugio de la familia. Un vals de cámara contemplando de izquierda a derecha, desde una distancia angular sin pretensiones, persiguiendo al miedo y a los fantasmas de la infancia, a el eco que arde bajo el dominio y la impiedad del hombre.
josemedina
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16 de diciembre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica originalmente escrita por mí en https://destinoorphanikiv.wordpress.com/2018/12/16/roma/

La plataforma de visionado online Netflix ha estado mucho tiempo en entredicho por el público debido a la debatible calidad de las películas que distribuye. Esto es posible que se deba a una combinación de promoción excesiva de las películas y una general falta de ambición de las mismas, quedando muchas de ellas relegadas al ocasional entretenimiento de salón. Sin embargo, esto parece estar cambiando recientemente con la liberación en Netflix de obras como La Balada de Buster Scruggs, de los Coen; Al Otro Lado del Viento, el “último” trabajo de Orson Welles; o la película que nos ocupa hoy, Roma, de Alfonso Cuarón. Películas que, sin duda, tienen algo que contar.

Alfonso Cuarón, de la mano de Netflix, decide volver a sus orígenes con esta semi autobiográfica obra, que sigue la vida de Cleo, una criada de rasgos indígenas empleada en el hogar de una acaudalada familia mexicana en la década de los 70. Interpretada magistralmente por Yalitza Aparicio, Cleo se erige como la protagonista absoluta de la obra, mostrándonos Cuarón con meticulosidad tan solo lo que ella oye y ve, lo que sirve para, junto a otros elementos, construir una narrativa más sólida, pues los ojos de Cleo son aprovechados para ir mostrando de soslayo acontecimientos relevantes pero externos a ella, como el derrumbe de la familia, que es magistralmente cimentado mediante conversaciones de fondo o cortas escenas en segundo plano. El mundo que diseña Cuarón es realista y vivo, avanza a la vez que la protagonista y, aunque no todos los personajes relevantes en la película tengan el mismo desarrollo que Cleo, no son meros instrumentos narrativos para servir a la trama, sino personajes orgánicos con sus propios dilemas, tramas y vidas paralelas, que interactúan de forma natural con Cleo cuando es necesario.

Practicamente nada en Roma se siente artificial o forzado, ya que todo fluye de forma natural a lo largo de la obra. La primera parte de la película es una formidable presentación en clave slice of life: seguimos la vida diaria de nuestra protagonista mientras trabaja, interactúa con sus amigos la familia para la que trabaja, se enamora y, general, vive su vida sin sobresaltos. Para cuando la trama empieza a avanzar velozmente, todo lo que ocurre se siente conectado y con sentido narrativo, pues tiene un poso previo en la vida de Cleo.

Uno de los puntos más relevantes de Roma es su belleza visual. En esta película se hablan 3 lenguas: español, mexteco (lengua indígena), y el silencio. Cuarón recurre mucho a la imagen y a la narrativa visual para dar fuerza a su obra restándole peso al diálogo como tal, haciendo una obra más personal e introspectiva. Esto da resultados como que una protagonista prácticamente silente sea capaz de transmitir y expresar tanto. Su uso del plano también es muy marcado: combina escenas estáticas de magistral composición para inspirar emociones de forma más marcada, como la del cine o la del parto en el hospital, con recurrentes (excesivamente recurrentes) travellings cuyo sentido estético depende de la escena, pero que suele dotar de dinamismo a la película. Incluso la escena del incendio en el bosque, que es posible que sea la más desconcertante de la película, tiene una inusitada belleza.

A su vez, Cuarón hace una lectura feminista en su obra, pero lo hace sin dar un discurso: recrea, a través del homenaje a la mujer que lo crió junto con su madre, la vida de la mujer luchadora, cotidiana y maternal y lo vacía todo en su obra. Tanto el personaje de Cleo como el de la madre de la casa, que interpreta Marina de Tavira, son abandonados por los hombres con quienes compartían importantes lazos por motivos egoístas, y ellas se adaptan, crecen como personas y siguen avanzando. Cuarón toca también las diferencias de clases y socioeconómicas del México de la época, pues si bien a Cleo siempre la acogieron bien en la casa, su relación con la patrona fue inconsistente hasta que ambas fueron abandonadas por el hombre al que amaban, o cómo la abuela de la familia no sabía nada de ella salvo su nombre, pese a convivir a diario con ella. Aún así, Cleo nunca tuvo unas condiciones laborales excepcionalmente precarias, lo que genera la duda de si Cuarón está viendo la situación desde la nostalgia, de si quiere generar una excepción diciendo al público que la situación puede ser mejor sin demasiado esfuerzo, o de si en verdad está presentando una situación general ligeramente edulcorada, aunque sea realista en muchos puntos.

Cuarón toca estos temas y otros como la ya mencionada diferencia de clases sociales del país, pero también, la discriminación, la libertad de opinión o los estereotipos sociales o la crisis política y económica y el ambiente de crispación existente en el país en aquella época, esto último mostrado través de las manifestaciones, revueltas y agitaciones en ciertos momentos de la película. No ahonda en ello porque su mensaje es positivo: a través de Cleo, prefiere mostrar el amor inherente al ser humano, llorando esta por una hija a quien no quería y salvando y amando a los hijos de otros. Sin embargo, es un optimismo moderado: aunque sea considerada de la familia, al final del día sigue siendo la criada, y socialmente no tiene ningún privilegio añadido.

Cuarón ha volcado absolutamente todo lo que tenía en Roma. Ha juntado con solvencia una historia del día a día con unos temas bien presentados. Se le nota el amor y empeño en cada plano, en cada sonido. Tras ganar el Óscar por Gravity, con Roma se termina de confirmar como uno de los grandes realizadores del medio.
davidgvidal
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24 de diciembre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo reconocer que, hacia el final de "Roma", la película más personal de Alfonso Cuarón, se me saltaron las lágrimas. No sabría definir lo que pasa en ella, pero la emoción del final acabó por explosionar delante de mis ojos. Podría decir que "Roma" es como una carrera de fondo a la que asistimos como seres pasivos a los entresijos domésticos de una familia burguesa mexicana, a través de los inocentes y, a veces, melancólicos, ojos de Cleo, niñera y sirvienta, una muchacha que apenas ha dejado atrás la adolescencia.

Técnicamente es una película magistral... No hay ni un solo fallo. La fotografía en blanco y negro tiene una belleza cautivante, la ambientación y el vestuario es de una sencillez abrumadora, los efectos sonoros están colocados con una precisión milimétrica... Todo, absolutamente todo desprende una gran belleza y, al mismo tiempo, una naturalidad aplastante y está perfectamente ensamblado para dejar al espectador maravillado. Luego viene lo artístico...

Tal vez esto no venga mucho a cuento, pero debo reconocer que, debido a lo que había oído previamente, me había creado expectativas. Bastantes, de hecho. De ganar el León de Oro del Festival de Venecia (de la mano de Guillermo Del Toro, compatriota de Cuarón) a posicionarse como una de las firmes candidatas a los Oscar, pasando con ciertos comentarios en los que se tildaba la cinta como la mejor del director, teniendo en su haber un peliculón como "Hijos de los Hombres", me hacia albergar muchas esperanzas, puesto que todo lo que ha hecho Cuarón, muy variado, me ha gustado mucho.

Desde mi humilde punto de vista, y siendo una admiradora de su trabajo (incluso me cautivó su poderosa irrupción en la saga Harry Potter), no creo que "Roma" sea su mejor film, sino su película más personal, que es algo distinto. Desde su vertiente más artística, "Roma" nos brinda una historia mínima, apenas anecdótica, que se llena con la cotidianeidad de unas personas, ya no personajes, como si nos permitieran conocer un pedacito de sus vidas sencillas y rutinarias. Lo que vamos a ver, dejando a un lado lo prodigioso de su puesta en escena, son pequeños (o grandes) dramas diarios, en los que empatizar va a ser clave para que el film nos cautive plenamente.

Seguramente la emoción que me embargó al final vino precedida de todo lo que le sucede a la protagonista, que, aunque nunca sale de lo cotidiano, acaba por tocarte el corazón. Lo cierto es que me sorprendió que pudiera quedarme esos primeros 90 minutos (la película dura unos 135 minutos), viendo lo poco que sucede en pantalla; no es que fuera una cuestión de fe ni nada por el estilo, hay cositas que te hacen sonreír y te pican la curiosidad. En suma, si me quedé fue porque sentí que me aguardaba algo grande, como así fue.

Lo cierto es que lo normal y rutinario acaba por imponerse, resultando algo previsible pero no menos demoledor, y el drama femenino acaba por impactar como un meteorito y no sé porqué, por contrapartida, los hombres me parecieron demasiado esquemáticos, de lo poco que puedo reprochar a la cinta. En eso raras veces falla, por ejemplo, Almodóvar que suele crear personajes masculinos muy creíbles en sus dramas femeninos. Ni idea de si fue algo pretendido por Cuarón que fueran así, tal vez sí, anecdóticos y bastante planos, un visto y no visto, y que se fastidien las dos mujeres. Qué sé yo. A mi modo de ver, pintándolos así, le restan credibilidad al conjunto...

Y luego llegan los últimos 45 minutos, tras una extraordinaria escena callejera (no diré más), que pone los pelos de punta, unido a lo que le sucede a la protagonista, que acaba por empañarte la mirada y, por fin, llega lo que llevaba aguardando una vez iniciado el visionado. Desde lo cotidiano, Cleo ha conseguido tocarme el corazón. La explosión de emoción, desde la sencillez más cautivante, acaba por unir fondo y forma y me di cuenta de que ahí estaba la gran singularidad de "Roma": un pedacito de vida, no una simple película, con toda su magia y su dolorosa verosimilitud, reflejado en la mirada triste y melancólica de Cleo, feliz por ser amada y, al mismo tiempo, con capacidad para amar después de todo, y todo ello envuelto en un envoltorio en blanco y negro para regalo.

Una obra notable, inolvidable.
Sémele
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