Las brujas de Zugarramurdi

Álex de la Iglesia nos quiere acostumbrar a sus rarezas. Su particular visión del cine pretende adentrarnos en su retorcida mente dónde un sinfín de ideas macabras, absurdas y divertidas se llevan a cabo con más o menos gracia. "Las Brujas de Zugarramurdi" es de las segundas.

El film empieza bien, presentándonos al trío protagonista (Silva, Casas y Ordóñez), que a pesar de su falta de carisma logran aportar comicidad a la película. Un buen inicio lleno de gags, acción y escenas marca de la casa "de la Iglesia" nos augura entretenimiento. Pero todo se pierde al llegar a Zugarramurdi.

Es al presentarnos a las brujas en cuestión cuando el film empieza a zozobrar hasta hundirse completamente. A medida que se desarrolla la (olvidable) trama uno no tarda en darse cuenta que el director ha pecado de exceso de desmadre , presentándonos un desenfreno que se le escapa de las manos hasta llegar al (más que) aborrecible desenlace.
Mención especial a los efectos especiales. Horrendos.

Así pues, estamos delante de una película que dará que hablar por lo mala que es. Ideas originales no le faltan y puede ocasionar alguna que otra risa ver a Carlos Areces y Santiago Segura travestidos; Pero la incoherencia y falta de cariño que envuelven todo el paquete es evidente.
¡Mucha magia negra necesitará el amigo Álex para arreglar este estropicio!

He de reconocer que la película tiene cierto enganche. Posiblemente sea por su temática (totalmente desaprovechada por otro lado), la secuencia de acción del principio (regular pero entretenida), los actores Silva y Casas (y su tirón, aunque con actuaciones regulares tirando a malas), el cachondísimo Ordóñez (después de algunos gags muy graciosos en el programa de Mota, me tiene de su lado), lo buena que está la Bang (aunque su personaje sea penoso), un buen look, y alguna cosa que otra.

Por otro lado, la historia es una bobada, no hay el mínimo mensaje, el guión tiene más agujeros que un queso de gruyere, la poca promesa inicial se va desinflando (si es que se infló en algún momento...), hay personajes carentes de todo interés, y del desenlace, mejor ni hablar.

¿Qué ha pasado aquí? No he visto (ni me apetecía) "Balada triste de trompeta" ni "La chispa de la vida", pero por lo que he leído y oído creo que pueden ser dos películas más reflexivas y profundas que la cosa actual. ¿Puede ser que de la Iglesia se esté vengando de un público que él ha llegado a considerar simplón y que nos esté dando lo que "nos merecemos"? Lo creo posible (porque considero que el director es muy superior a este producto) pero no creo que sea una solución adecuada.

Me ha desilusionado.

Leo que en Cinemanía le otorgan el título de "película más redonda del director" y supongo que lo de redondo le habrá venido a la mente al que firma tal cosa por analogía con los excrementos del ganado caprino; eso o el cheque ha debido ser de aúpa, porque el engendro que ha estrenado este señor es absolutamente infumable, aparte de aburrido hasta el ronquido. Y es que las Brujas de Zugarramurdi es con diferencia la peor de Alex de la Iglesia. El director falta al respeto de sus seguidores pariendo la mayor chorrada que hemos visto en el cine español desde la última película de los hermanos Calatrava. Esta vez la jugada le ha salido bien porque cuenta con el prestigio que le dan sus primeras películas -cuando todavía se respetaba a sí mismo- y con una crítica en la mayoría de los casos vendida al mejor postor (es decir, a las distribuidoras que más pagan), pero dudo que si sigue por este camino de estrenar películas sin guión vaya a mantener su cuota de seguidores en los cines. O igual sí, cosas más raras se han visto en este país...

Con un comienzo más que ilusionante, la película se va deshaciendo a medida que avanza. El tono de aventura de comedia es el que tenía que haber seguido, y lo va mezclando con todo tipos de géneros hasta que se disuelve en un apocalipsis final, que a estas alturas ya te da igual lo que pasa en la pantalla. El director pierde a los personajes y la trama antes de llegar a la mitad del metraje. Una lástima, añoramos al Alex de la Iglesia de El día de la Bestia.Quiso y no supo.

Aún si Las brujas de Zugarramurdi no tuviera títulos de crédito, no tardaríamos mucho en identificar de que se trata de una película de Álex de la Iglesia. Porque es un director con estilo propio, más visual que narrativo, obsesionado en tranformar en comedia lo que es macabro. El humor feroz, la fuerte atracción que siente hacia los personajes esperpénticos y los diálogos surrealistas son algunas de las señas de identidad de un profesional que se divierte haciendo su trabajo. Y eso se nota, y el espectador es consciente de ello. Pero últimamente, Álex, nos viene ofreciendo espectáculo más que otra cosa. Eso sí, puro espectáculo, y de calidad.

El arranque de la película es de una brillantez descacharrante, en el que un niño y un grupo de tipos disfrazados (uno de Cristo, otro de soldadito de plástico, otro de Bob Esponja, otro de hombre invisible y otro dos más disfrazados de Mickey Mouse y Minnie) cometen un atraco en pleno centro de Madrid. Su objetivo: llevarse todo el oro posible de una tienda especializada en la compraventa de oro. Persecuciones, tiroteos, una avalancha de situaciones, personajes y diálogos contundentes, con los que me siento completamente dominado por la carcajada y la risa. Así durante una hora larga, en la que Álex imprime un ritmo trepidante que no da tregua. Hasta que llega el aquelarre final y todo se convierte en tópico y la sonrisa se me corta.

El reparto es acertadísimo; desde Hugo Silva y Mario Casas, con muchos gags en sus textos (muchos de ellos mascullados y sugeridos en vez de entendidos), hasta la homosexual pareja de policías compuesta por Pepón Nieto y Secun de la Rosa, pasando por dos grandes de la pantalla como son Carmen Maura y Terele Pávez y la sorprendente pareja cómica formada por Carlos Areces y Santiago Segura. El resultado es una película excesivamente irregular, algo ciclotímica quizá, pero muy entretenida.