Yo soy Sam

¿Equilibra la balanza el amor recíproco de una hija con su padre, con la discapacidad mental que padece éste? A veces da la sensación de que es preferible ser discapacitado mental, a vivir una vida vacía y llena de apariencias, con grandes problemas de valores sentimentales como los que tiene su abogada, aparentemente más lista, más guapa y con más capacidades para todo.

‘Yo soy Sam’ es sobre todo una película mágica que versa sobre el amor, y como el ser humano a veces antepone sus prejuicios y la supuesta sensatez, a lo que verdaderamente importa que son los sentimientos. Y sentimiento es lo que brota por los cuatro costados de este film. Una cinta que retrata de manera maravillosa (y pocas veces visto antes en la gran pantalla) el amor incondicional de un padre hacia su hija, y el inmenso cariño y amor recíproco que una hija siente hacia su padre. Por ello, ver un largometraje de las características de ‘Yo soy Sam’ siempre es una experiencia enriquecedora y plenamente disfrutable. Un film que emociona y llena plenamente con la inmediatez de una obra teatral, y que trata con tan buenas formas temas como: el amor, el abandono, el miedo a los que no son iguales a nosotros (en este caso los disminuidos mentales), la marginación de la sociedad al diferente o la hipocresía del sistema legal y judicial en el que vivimos.

Aquí sobresale Sean Penn que logra una interpretación prodigiosa, en un papel que fácilmente pudo haber caído en el mayor de los ridículos. Una "performance" llena de matices, en la que el espectador llega a olvidar que el actor que está viendo en pantalla es el protagonista de la brutal ‘El clan de los irlandeses’, y acaba creyendo que realmente sufre esa discapacidad. Penn fue nominado al Oscar como mejor actor pero final e injustamente no lo logró.
También es justo destacar a dos actrices de diferentes generaciones, pero con talento para dar y regalar, una con un futuro que parecía prometedor en Hollywood: Dakota Fanning; la otra, la bellísima (y mejor actriz de su generación) Michelle Pfeiffer. Ambas logran dar la réplica a Penn con un trabajo magnífico en dos papeles nada fáciles.

En definitiva: Una joya a descubrir con un Penn en estado de gracia, que emociona y hace reír al mismo tiempo. Una cinta de emociones para todos los públicos, aunque llegará al fondo del corazón de todo aquel que haya sido padre o madre. Una oda al amor. Amable y cruda, bella, conmovedora y con momentos de gran cine. Una película para tener en tu colección particular y visionar siempre que el mundo te presione y quieras ver que todos debemos de ser como Sam… un niño de 7 años para siempre.

-Lo mejor: Todo.

-Lo peor: Nada, bueno si, que de verdad existan personas en asuntos sociales que actúen como lo hacen en el film.

-Más en: www.cineycine.com

Yo soy Sam de Jessie Nelson es un drama judicial basado en la discapacidad intelectual que sufre Sam, que lucha contra el gobierno junto con una abogada de prestigio para que no le quiten la custodia de su hija. Dirigida con un ritmo activo pero que no se toma prisas y con un estilo sentimental que llega directamente al corazón, es una obra emotiva y tierna que enfrenta al amor y la inteligencia para provocar al público con la cuestión de que cual de esos dos es más importante o necesario para criar a un hijo, machacando al espectador con esa premisa al trazar un camino sincero y necesario de descubrir para no olvidar así nuestra humanidad, concluyendo un magnífico film que se queda en el corazón del espectador para siempre.
La fotografía es lumínica y evocadora en una labor bien cuidada en detalles estéticos aunque sin añadiduras, logrando una bella y sentimental labor que encanta al público. La música es variada en sus sonidos rítmicos y estimulantes por un lado y tristes y enternecedores por el otro, aunque en ocasiones se excede un poco para incrementar innecesariamente el sentimentalismo del film, usando también canciones de Los Beatles para la trama. Los planos y movimientos de cámara consuman una tarea técnica muy dinámica mediante el uso de la cámara en mano continua que añade inquietud e inestabilidad y la rotación, circulares, primeros y primerísimos planos, seguimiento, subjetivos, plano-contraplanos, avanti y retroceso que se centran en sacar lo mejor de las interpretaciones.
Las actuaciones son remarcables y auténticas. Como protagonistas Sean Penn está deslumbrante en un papel irreprochable lejos de su registro más habitual, Michelle Pfeiffer está contundente y señalada como abogada de prestigio y Dakota Fanning trabaja con calado psicológico en un enorme y bonito trabajo infantil, siendo buenos los acompañamientos de Laura Dern, Dianne Wiest, Joseph Roserberg, Elle Fanning y Mary Steenburgen entre otros. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y distinguidos por un lado y más informales y descuidados por otro en una buena labor que cumple con su cometido.
El guion, escrito por el director junto con Kristine Johnson, es hermoso e incitador por poner en la mesa una temática complicada que pone en duda si es mejor o el amor y la bondad para criar a un hijo o la inteligencia para hacer sentir al público sentimientos contrapuestos, finalizando un film remarcable que es de visión obligada para el público en general y en especial para los más sentimentales. Esto se lleva a cabo con una narrativa sugerente de personas con discapacidad mental, predominando lo expresivo e incluso efusivo en un trabajo muy certero que cala en el corazón del espectador. Cabe señalar también, el montaje lineal y seguido que muestra desde el principio la naturaleza de los personajes pero se toma su tiempo en ir exponiendo la trama.
Concluyendo, la considero una bella e inolvidable historia que cala en el corazón de hasta los más exigentes, ya que la sinceridad de su trama profundiza en el público de forma arrolladora, siendo por tanto uno de esos films que no envejecen nada con el paso del tiempo por conmover y dejar gran sensación humana tras su visionado. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara y narrativa que hacen de Yo soy Sam, un film indispensable y maravilloso en su género.

Una maravillosa interpretación de Sean Penn, trasmite los sentimientos mas profundos de un padre,solo se puede decir gracias al actor por hacer este fabuloso trabajo.

Contraste de fotogramas, muchos tristes como el ver arrancar de los brazos de un padre a su hija y contra su voluntad.
Pero de veras, cada abrazo que nos regala esta preciosa historia vale por mil y cada uno de ellos vale su peso en oro.
Nunca unos abrazos fueron tan reconfortantes, y esta película habla de ellos.
Que necesaria es YO SOY SAM.