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Mi Idaho privado

Drama Mike Waters (River Phoenix) y Scott Favor (Keanu Reeves) son dos jóvenes chaperos que se ganan la vida prostituyéndose en las calles de Portland. Mike tiene una extraña enfermedad llamada narcolepsia, que le provoca un sueño repentino y profundo en cualquier parte. (FILMAFFINITY)
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
8 de noviembre de 2006
7 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primerizos movimientos gusvansantianos son los que impregna a esta y sus dos anteriores (y aclamadas) películas. Deja claras sus intenciones, no así su personalidad, en proceso aún de aprendizaje (contradigo a Ruiz de Villalobos). Pues, maduro tal vez en expresividad, el director divaga entre tomas muy aceptables y otras más espesas de visualizar. A veces no parece capaz de resolver ciertas tramas, y los nudos gordianos permanecen en nuestra mente, aunque el director crea que los ha desatado.
Incluso Richard T. Jameson, quien elaboró en su momento una gran crítica a este filme (adaptando la estética de la película a su crítica), señala que «El color es mojado, el enfoque errático, el encuadre desequilibrado… el movimiento de las figuras son misteriosos, marcados por una terrible inestabilidad, más allá de la agitación funcional de las imágenes». Escaso fue el presupuesto, aunque no era necesario demasiado. Los rótulos a lo “Movie Maker” son un buen ejemplo.
Después de ver la película descubrí (con el citado crítico) que Gus Van Sant trata en este film de revivir al Enrique IV de Shakespeare (Acto I, 1596) y rendir homenaje a Campanadas a medianoche (1966, Orson Welles), reproduciendo composiciones semejantes a la película de Welles. Datos que después de ver la película os pueden resultar de interés. A mi no.
Van Sant trata de expresar sentimientos difíciles de comprender, y otros muy obvios, en una incestuosa historia de archivistos y coleantes gamberretes psicodélicos, plagada de profundidad expresiva aquí: lo vemos en la falta de orden narrativo lógico a veces, falta también de primacía de planos, lugares mundanos espiritualizados (Idaho es el alpha y el omega de la historia): el noroeste de EE.UU. con vistas muy personalistas, escenas metafóricas como el salto de unos salmones, al que no le veo más propósito que el de expresar que los personajes se mueven “como peces en el agua” en Idaho, aunque Richard Jameson nos explica mejor la significación (múltiple) de esta toma. El resultado es un largometraje muy crítico, como posteriores del director, aunque no pretenda serlo. Es un punto a su favor, pues posee Van Sant gran capacidad recursiva y creativa, pero que no terminan de cuajar en esta atrevida, independiente e intrahistórica película urbana, cuyo contenido se muestra oscuro y complejo. Su madurez impregnará filmes posteriores como American Psycho, El indomable Will Hunting y posteriores a estos, con argumentos también muy originales (Van Sant lo es) pero con una mayor carga de entretenimiento.
Ah, River Phoenix está genial, y Keanu… es Keanu haga lo que haga.
DarkMoMo
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22 de mayo de 2007
8 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
No quería escribir sobre esta Mi%?&#$da, pero siendo lo primero que le veo a G. Van Sant, siento que es mi deber. “Mi Idaho privado” es un relato más o menos aburridor y con tintes altamente perturbadores sobre un donadie que debió suicidarse hace mucho tiempo, me explico; el tipo es gay o bisexual (francamente ni importa), hijo de su hermano, con los amigos más patéticos del mundo, es severo drogo y calculo que hasta portador del VIH. Para colmo su eterno amor no le corresponde y sus esfuerzos por encontrar a su madre han resultado totalmente infructuosos, ahh! y se me olvidaba; el güevón también es narcoléptico. ¡Que curioso! Después de escribir esto siento ganas de reír pues más parece la descripción de uno de los roles de Pablo ReMalas (un personaje cómico de mi País) que de un personaje engañosamente profundo, existencial y trágico a quien la felicidad lo ha evadido. ¡Pero que desacertado estabas Gussie! La primera equivocación es la más obvia; pretender que el personaje central sea entrañable y aceptemos sus sórdidas contingencias. Esto es arriesgado y Van Sant tiene suerte de que no se le tache de irrespetuoso. Segunda: el personaje de K. Reeves es bastante unidimensional para ser el que en más de una ocasión jalona la superflua trama; me simpatizó más el marica de Udo Kier; su personaje agrega algo de comedia involuntaria e incluso creo que debió dársele más relevancia en el cuento principal. Paradójicamente al centrarse en vivencias de personajes tan inusuales como los prostitutos, la película valientemente se sale de los parámetros comerciales y los convencionalismos y la cinematografía de algunos parajes es muy bella y a tono con la supuestamente poética desolación del protagonista; aspectos que sin alcanzar a redimir la película la hacen más llevadera y menos aburrida.

El filme aunque no totalmente hueco, falla en su objetivo principal – por lo menos en mi caso – de encontrar alguna resonancia emocional o aceptación de sus planteamientos: “la vida es un viaje a ningún lado”, más bien mi respuesta es la conmiseración por el actor River Phoenix, quien imagino asimiló algunas de las debilidades de este personaje lo que derivaría en las funestas consecuencias que ya todos conocemos. Y pensar que se le echó la culpa al gran Jhonny Depp!

Los amo, Bye

Eso habrá sonado muy gay mmmmhhh!!!
Hetrigan
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