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In girum imus nocte et consumimur igni

Documental Este documental político de Debord es en gran parte autobiográfico, pero comienza con una minuciosa y despiadada crítica del espectador que va al cine para olvidarse de su desposeída vida cotidiana. El título en latín de la película es un palíndromo conocido como "El verso del Diablo" y significa "Damos vueltas en la noche y somos consumidos por el fuego" y se decía que describe el comportamiento de las polillas. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
11 de septiembre de 2010
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes del advenimiento de la modernidad fílmica, caracterizada por el tránsito de la imagen-movimiento a la imagen-tiempo (o lo que es lo mismo, por el paso de la representación del tiempo fragmentado a la presentación del tiempo en estado puro), era un lugar común y necesario que, al finalizar el relato, se vieran impresas en la pantalla las palabras “The End” (o “Fin” o “Fine”). No nos detendremos en las implicaciones que su desaparición conlleva, al dejar de ofrecer la película como un objeto hermético, matizado y clausurado sobre sí mismo, al abandonar el estatuto de la obra acabada. Este abandono del “The End” no es un olvido mnemotécnico de la noción del fin, asaz afín a la cultura de la narración y la imagen. Al contrario, creemos, y con los ejemplos aducidos intentaremos mostrarlo, la modernidad fílmica no escamotea el Apocalipsis, sino que lo lleva, paradójicamente, a su extinción. En los siguientes momentos, podremos seguir este Acto Fundacional, loco gesto, que anula la noción de fin en la película para proponer una lógica de la (com)unidad entre cine y vida, señera de la lógica de la separación en la que se fundamenta el cine clásico, valga la redundancia, el cine separado de la vida.

El Gesto Ígneo: la forma abstracta y desnuda que caracteriza el tránsito a la modernidad, el paso del Autor al Realizador (director de sí mismo), o del homo sapiens al homo sacer, aparece, como instantes primigenios, en la pantalla en negro o en la pantalla en blanco, como muy bien muestra Deleuze. Vaciado de la imagen que será, desde entonces, una potencia del pensamiento en su estado de gravidez intrafílmica: el cine como herramienta del pensar. Estos gestos se repiten en la obra de Robbe-Grillet, en la de Debord, en la de Antonioni. Desde la pantalla monocromática, en la que no se ve nada representado, germina el margen de indefinición que es un imperativo para la “realización”. Comienzo de la religión mecánica de Bresson, de la expresión del “sexto sentido” (Cif. El filme de Sobrevila de 1929 y su personaje Kamus).

(continúa en spoiler, a modo de índice de lectura)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
McCunninghum
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