Bajo mi piel morena
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Drama
Morena vive con su madre y trabaja en una fábrica, donde lucha por ser aceptada como una igual. Claudia es docente y tiene que enfrentar el rechazo que encuentra cuando empieza a dar clases. Myriam ejerce la prostitución.
28 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Morena (Morena Yfran) es una mujer trans. Vive en muy buenos términos con su madre, trabaja como operaria en una fábrica y sale con Ricardo (Julián Siliberto), un hombre (más o menos) "tapado". Claudia (Maryanne Lettieri), su amiga, es una profesora de historia trans que entra como suplente a una escuela. Myriam (Emma Serna), su prima, es otra chica trans que trabaja como prostituta y anda en tratos con policías bonaerenses.
Nuevamente, José Luis Campusano ubica la película que escribió y dirigió en la zona sur del conurbano, donde pone en escena (y un poco trata de compendiar) historias que se entrelazan y que viven estas (las) mujeres trans y travestis en su vida laboral y personal: hay transfobia, hombres tapados y una resignación fatalista en algunos casos pero también apoyos, compañerismo, una firme determinación de defender sus lugares y sus derechos, actitudes desafiantes y una mansa sororidad.
Ciertos parlamentos le otorgan a la película, por momentos, un tono de telenovela sentenciosa, a lo que contribuyen las limitaciones actorales de parte del elenco. En otros tramos, mejores, el registro es más espontáneo y se acerca más al naturalismo, con desnudos y escenas sexuales que están muy bien resueltos (la escena inicial es casi una declaración de principios). La sordidez asoma pero se mantiene a raya.
Pero, acaso lo más importante sea que Campusano y sus actrices logran hacernos empatizar con estas tres mujeres, sus ilusiones y sus dificultades, sus amores y sus desengaños. Y con su dignidad.
Nuevamente, José Luis Campusano ubica la película que escribió y dirigió en la zona sur del conurbano, donde pone en escena (y un poco trata de compendiar) historias que se entrelazan y que viven estas (las) mujeres trans y travestis en su vida laboral y personal: hay transfobia, hombres tapados y una resignación fatalista en algunos casos pero también apoyos, compañerismo, una firme determinación de defender sus lugares y sus derechos, actitudes desafiantes y una mansa sororidad.
Ciertos parlamentos le otorgan a la película, por momentos, un tono de telenovela sentenciosa, a lo que contribuyen las limitaciones actorales de parte del elenco. En otros tramos, mejores, el registro es más espontáneo y se acerca más al naturalismo, con desnudos y escenas sexuales que están muy bien resueltos (la escena inicial es casi una declaración de principios). La sordidez asoma pero se mantiene a raya.
Pero, acaso lo más importante sea que Campusano y sus actrices logran hacernos empatizar con estas tres mujeres, sus ilusiones y sus dificultades, sus amores y sus desengaños. Y con su dignidad.
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