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Vida sexual de las plantas

Drama. Romance Después de que un accidente transforme al amor de Bárbara en un extraño de pocas luces, ella se involucra con un hombre que le ofrece estabilidad sin pasión. Trata de adaptarse a su nuevo destino, pero la memoria del amor perdido la atormenta. Hasta que entiende que lo más importante no está perdido. (FILMAFFINITY)
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9 de mayo de 2021
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En 2011, Sebastián Brahm estrenó su primer largometraje como realizador, "El circuito de Román", exhibido en festivales como Valdivia y Toronto y que causó una excelente impresión por la enigmática propuesta de su argumento y puesta en escena, atípica en el cine chileno. Brahm, quien también ha destacado como guionista, montajista e incluso actor -su protagonista en "Soy mucho mejor que voh" quizás era insoportable por su personalidad, pero a la vez lograba hacerse inolvidable y generar lazos con el espectador- estrenó cuatro años después su segunda película, que tuvo su premiere mundial en el Festival de San Sebastián.

"Vida sexual de las plantas" también aborda una historia que a pesar de sus elementos cotidianos y reconocibles en la vida real, no se ve a menudo en la cinematografía chilena. La protagonista es Bárbara, una joven profesional a la que parece irle excelente en todo: le gusta su trabajo como paisajista, hace deporte y actividades al aire libre, tiene una armónica relación con el abogado Guille, y sólo parece estar pendiente la maternidad. Pero cuando éste sufre un accidente que no tiene consecuencias graves pero sí lo deja con complejas secuelas, la relación inevitablemente comienza a experimentar fisuras, y Bárbara debe asumir decisiones, cambios y perspectivas que antes no habría considerado en otras circunstancias.

Demostrando capacidad de observación y sentido de los detalles, a nivel narrativo y de puesta en escena Brahm asume meritorios riesgos. Su exploración de un personaje femenino en un momento de decisión ahonda en las zonas grises y menos gratas, y es un acierto gracias a la sólida y sensible actuación protagónica de Francisca Lewin, muy bien secundada por Mario Horton en un personaje complejo e incluso ingrato; ambos asumen sus personajes con naturalidad y entrega, incluyendo las escenas de sexo, y los altibajos en su relación van quedando al descubierto no sólo en sus diálogos, sino además en las miradas, gestos y silencios.

Destaca también la mirada urbana y el paso de las estaciones que acentúa la fotografía de Benjamín Echazarreta y Sergio Armstrong, que contribuye a la atmósfera que desarrolla el film, en la que si bien de vez en cuando surgen esporádicos momentos de humor, paulatinamente va predominando un tono triste e incluso melancólico que también influye en el ritmo. Por sobre todo, "Vida sexual de las plantas" es valiosa como retrato de un doloroso e íntimo proceso de búsqueda que incluye aciertos, dudas y errores, y su enfoque en las relaciones humanas y los temas de pareja logra conmover y resonar en el espectador, algo que pocas películas chilenas consiguen de manera madura y convincente.
Lawrence
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27 de abril de 2016
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Sebastián Brahm presenta su segundo largometraje como director tras ‘El Circuito de Román’ (2011). Alabada en el último Festival de San Sebastián, ‘Vida Sexual de las Plantas’ forma parte del nuevo cine chileno de carácter más independiente que aborda temas alejados de los cánones y que siempre son mejor recibidos en el extranjero que en su propio país, lamentablemente.

Bárbara (Francisca Lewin) es paisajista y su novio Guille (Mario Horton), abogado. De vacaciones lejos de la ciudad, disfrutan de la naturaleza y de consagrar su relación. Ella quiere ser madre, él no esta seguro. En el intento de ayudar a Bárbara a extraer una particular flor, Guille sufre un accidente y pierde ciertas habilidades cognitivas. Su relación deja de ser la de antes, en lo afectivo y en lo sexual, y Bárbara comienza a sufrir el embate de este dolor que crece día a día.

Perder la razón. Perder el sentido de la costumbre. Perder las ganas de seguir queriendo. Vivir con esa culpa que no nos corresponde. No abandonar un camino cerrado al final del sendero, pero querer abandonarlo. Bárbara entiende que el destino -o la suerte- le tenían preparada una última jugada a Guille, y a ella, que les cambió la vida. Bárbara desconoce a su pareja y no puede soportar seguir viviendo ya no como su futura esposa, sino como una protectora. El sexo, parte importante de su relación, ya no existe, o existe, degradada y perversa. Sebastián Brahm desarma una historia de amor y la convierte en una bruma espesa que no permite ver hacia el otro lado.

Su título no es casualidad. La presencia vegetal en la cinta está presente en todo momento: la profesión de Bárbara, la razón del accidente que determinó todo, el estado equívoco e inerte de la relación. Como una planta, Guille ve deteriorada su capacidad locomotora y, con ello, la posibilidad de satisfacer a su mujer. ‘Vida Sexual de las Plantas’ es un drama contenido que nos conduce por la realidad de Bárbara, su relación con Guille que se apaga con el tiempo, y su búsqueda de un nuevo rumbo que le de sentido a su vida y le devuelva todo lo que perdió.

La tan reclamada sobreactuación del pasado cine chileno ya no existe. Francisca Lewin (‘Teresa’) y Mario Horton (‘Caleidoscopio’) construyen dos personajes redondos, siendo la primera quien carga con gran parte del peso dramático de la cinta, con una natural espontaneidad que a ratos nos saca de la ficción y creemos ver personas por sobre personajes. Es quizás Cristián Jiménez, director quien da sus primeros pasos en la actuación, uno de los puntos más flacos de la cinta, donde la arrogancia de su personaje (guión mediante seguramente) puede resultar excesiva, cayendo en una innecesaria teatralidad.

La cámara de Brahm y la fotografía de Sergio Armstrong es inquieta, críptica y fundamental, llena de primeros planos para empaparnos del dolor en momentos claves de la película. Los desnudos no son gratuitos y nunca fueron tan justificados como en esta cinta. El sexo es pieza fundamental a lo largo de todo el metraje, pero el placer es reemplazado por la necesidad primero, por la culpa después. El uso de largos elipsis que nos van trasladando a través de la historia -apelando a nuestra concentración e inteligencia- también resultan eficaces para otorgarle ritmo al filme que carecerá de ello para un público exigente, sobre un guión bien resuelto pero que pierde fuerza al intentar abordar tanto, dejando aspectos de la historia que merecían mucho más desarrollo.

El ser humano como animal en su esencia, es acción y también reacción. La naturaleza nos dotó de esos mismos temores que nos alejan, sin dificultad, de la acabada integridad. Todos los personajes que Brahm nos presenta, imperfectos y acontecidos, funcionan bajo esta premisa y son los temas tocados con una delicada y perturbadora puesta en escena: la maternidad, la enfermedad, la obsesión, la inseguridad, el futuro, el instinto. Instinto que el director demuestra y confirma con pulso y carácter. Para seguirle la pista.


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www.elotrocine.cl
Wladimyr Valdivia
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