Can Go Through Skin

"Can Go Through Skin" llega sin avisar, partiendo de un punto de partida tan manido en el cine europeo de autor como ya de por sí poco esperanzador, para poco a poco ir desatándose como una pesadilla rodada -por momentos- en estado de gracia. Mezclando el cine de los Dardenne con la Mulholland Drive de David Lynch, la directora Esther Rots nos presenta la historia de una mujer que, tras ser violada y casi asfixiada en su casa, decide irse lejos de la ciudad y reconstruir su vida en el campo, salir así del pozo en el que se encuentra, superar sus temores y recomponerse como persona. Desconfiando de todo el mundo, traumatizada por el suceso que le ha tocado vivir, observamos cómo su personalidad se ha dualizado y no responde a los estímulos como un ser humano normal y corriente. Es aquí donde Rots hace una mezcla de recursos narrativos y nos lleva por donde le interesa, ofreciéndonos pincelada a pincelada a un personaje perfectamente desarrollado (soberbia interpretación de Rifka Lodeizen) y cómo se va relacionando con los pocos secundarios que aparecen en pantalla.

Compleja -por sus juegos e intercambios de realidades-, "Can Go Through Skin" se beneficia de unas buenas labores técnicas y un reparto de altura para transmitir y criticar al mismo tiempo, colocándose siempre en una posición autoral y no cediendo al happy ending impostado, al menos, no de la forma tradicional. Se trata, pues, de una interesantísima obra holandesa que, eso sí, no llega más allá por ciertos giros argumentales bastante discutibles y, en algunos segmentos, unos bajones de ritmo considerables. Pese a todo, los amantes de las rarezas y del buen cine europeo no deberían perdérsela.