Como tú me deseas

Con un Daniels prestando los habituales servicios fotográficos al servicio de la diva, la película se mueve entre terrenos irregulares donde la categoría de la actriz sueca no termina de compensar las carencias de un guión pirandelliano en el que los personajes en lugar de buscar un autor tratan de encontrar la identidad perdida al más puro estilo Bourne. Sin embargo el diseño de personajes que es uno de los puntos fuertes del autor teatral aquí acaba difuminado, un poco “per se” (la obra tan solo profundiza en el personaje de Lucía, María en el film) y otro poco por las debilidades de la adaptación, la película acaba dejando un cierto regusto a lo que pudo ser y no fue.

Es cierto que Fitzmaurice logra momentos de excelente calidad, como por ejemplo la escena inicial del film donde una serie de parroquianos interesados, por muy diversas razones, con la star se ensimisman con su actuación. Actuación que los espectadores no presenciamos, intuyendo que la tal Zara, de profesión digamos cabaretera, será Greta Garbo en su rol protagonista de la historia. Tal intuición se ve corroborada por la aparición en candilejas de la diva ¡supuestamente rubia platino!. Las escenas de aparición de la Garbo en sus películas eran motivo de singular expectación.

También es muy valorable la escena romántica por excelencia del film con una lograda carga de sugerencias entre insinuantes trasluces bajo la luna del Adriático y música de mandolinas o similar, y lo mismo cabe decir de la actuación de Von Stronheim, calvo divino, rey del monóculo y director de postín quien saca partido a las inconsistencias de su personaje, escritor, amigo y sin duda amante de Zara, no la mística precisamente. Curiosa su frase: “Ella es tan noble como yo”, en referencia al titulo nobiliario de la desmemoriada Greta Garbo. Curioso, cuando menos, teniendo en cuenta que su “von” era absolutamente postizo.

A Melvyn Douglas se le intuye en proceso de formación, a diferencia de la madurez interpretativa que demostraba en Ninotchka. De todos modos, el poderío de Von Stroheim era capaz de robar escenas hasta al mejor Melvyn. Su aparición al fondo, manejando el bastón, desvía inexorablemente nuestros ojos del plano principal Douglas-Garbo.

La diferencial entre elementos positivos y negativos es aceptable. Suficiente.

Un año más del éxito 'Matahari', el realizador francés George Fitzmaurice y la estrella Greta Garbo volvieron a colaborar juntos, esta vez, en una adaptación de una obra de Pirandello. Ambiente más que lujoso (todo son fracs y joyas), guión más que simple y una Garbo totalmente descontrolada capaz de hacer cuatro gestos diferentes mientras cierra una puerta. No es, desde luego, su mejor película y combina vestidos muy sexis con peinados espantosos como el del principio. Menos mal que están Owen Moore (atención a su gestualidad en el vagón de tren) y un Von Stroheim jugando con el bastón que se comen la pantalla.