La isla de los recuerdos y el espejo mágico

Empieza bien "Oblivion Island", con una secuencia animada con un estilo muy particular. Pronto todo desaparece y se llega al "mundo real", en el que una joven Haruka escucha atentamente las palabras de su madre, postrada en la cama de un hospital. Se da un salto en el tiempo y Haruka ya es mayor; aún guarda el recuerdo de su fallecida madre, un espejo, y vive su día a día como una chica más que aspira a salir adelante. No es el tono de la película dramático ni triste, más bien todo lo contrario; lo anterior sirve de inicio a una aventura que bebe de Lewis Carroll y que se limita únicamente a copiar un esquema sin intentar ni por un segundo darle la vuelta, hacer algo diferente. "El laberinto del fauno", "El viaje de Chihiro", "Brave Story" o cualquiera de las trescientas adaptaciones existentes del libro de Lewis han hecho mejor las cosas que el film de Shinsuke Sato, que se limita (únicamente) a presentar cierta imaginería visual, descuidando el argumento.

Poco importa en realidad que Haruka llegue a un lugar en el que reposan todos los juguetes olvidados, o que algún personaje tenga cierto gancho. Ni siquiera acaba por ser demasiado relevante la pérdida del espejo, más allá de justificar una escena lacrimógena en el último tercio del film. "Oblivion Island" está realizada con corrección pero sin enjundia, es un trabajo más en una lista de películas de fantasía clónicas, no tiene nada especial que la haga despuntar y sus bajones de ritmo, desde luego, no juegan a su favor. Buena animación digital, eso sí, que nada tiene que envidiar a monstruos del otro lado del charco. Pero un diseño artístico notable y una técnica cuidada no son suficiente. Que una película del género sea incapaz de implicar emocionalmente al espectador es (como poco) mala señal. Correcta y poco más.

De veras: un guión de manual que hibrida a Lewis Carroll con Joseph Campbell y la historia de todos los filmes animados en 3D modernos de EEUU con más o menos ojo. Es material tremendamente accesible (casi se diría que lo han creado los chisos de Blue Sky o Dreamworks), pero le falta alma.

De manual. De veras.