Forasteros

Basada en la obra de teatro del mismo título de Sergi Belbel, Ventura Pons nos ofrece una interesante propuesta sobre una familia barcelonesa que vive duros momentos ante la próxima desaparición de uno de sus miembros. La historia se repite cuarenta años después y es precisamente en ese ir y venir sobre el tiempo, mediante hábiles "flashbacks", un cuidado montaje y unas excelentes interpretaciones donde el director catalán acierta de pleno. Destaca el estupendo uso y tratamiento del color, utilizando el sepia para las escenas más antiguas y una paleta de saturados colores para los momentos que se desarrollan en la actualidad.

El título "Forasters" obedece a la implicación que tienen los vecinos que viven en el mismo edificio en la cotidianeidad de esta familia, que sirve de pretexto para tratar temas como la enfermedad, el dolor, la muerte, la inmigración, la homosexualidad, la separación, las obligaciones familiares, el matriarcado o los malos tratos.

Densa película por tanto, en la que sorprende positivamente la actuación de Joan Pera, actor encasillado en la comedia y al que todos conocemos por ser la voz española de Woody Allen. Buen trabajo de contención interpretativa y estupenda labor de caracterización a cargo del mismo equipo de maquilladores que logró un Oscar con "El laberinto del fauno" (David Martí y Montse Ribé).

Anna Lizaran espléndida en su doble papel de madre e hija, que ya interpretó en el teatro, logrando incluso que en algún momento el espectador sienta verdadera animadversión hacia el comportamiento que tienen sus personajes.

Muy acertada la determinación de proyectar la mayor parte de las copias en versión original catalana subtitulada, ya que así no se pierde la fuerza interpretativa de las actuaciones de su elenco, que en el caso de la versión doblada suena algo artificiosa. De todas maneras intuyo que esta decisión limitará su exhibición comercial, pero el cine además de negocio también es arte y esta película y todo su equipo técnico y artístico así lo demuestran.

-Retrato muy bien conseguido de los sentimientos de una familia (Catalana por más señas), ante la muerte de un ser "querido", en dos escenarios distintos, la barcelona de los sesenta y la actual.
Al principio chirría un poco, y algunos personajes me parecían odiosos pero cuando te vas metiendo en la trama lo vas entendiendo.
Lo que más me ha gustado es el análisis que se hace de los sentimientos encontrados entre la família Catalana primero con los vecinos Andaluces en los sesenta y luego con los Arabes actualmente. De cómo se pasa del odio al extranjero a la confidencia con el por encima de la propia familia en momentos de máxima tensión.
Bien conseguido el arquetipo de familia Catalana reservada que no muestra sus sentimientos.
En fín una muy recomendable película.

De nuevo, realizando cine con la mirada puesta una vez más en Sergi Belbel, Pons se deja caer a mitad de la escalera en comparación con la que fue Morir (o no).
"Forasteros" que no llegan a atravesar la sensibilidad del espectador, situaciones idénticas en una familia podrida desde los cimientos se nos van sobreponiendo ante unos ojos cada vez más cansados de seguir desde fuera una película con un buen planteamiento, el porvenir de una familia a lo largo de dos generaciones con los distintos y similares comportamientos de un núcleo familiar donde el odio conlleva a un amor oscuro y turbulento, pero que resulta ajena e insípida.

Hacía tiempo que no veía nada tan demencial en una sala, aunque tras Animales Heridos, Amor Idiota y la interesante -aunque fallida- Barcelona [Un Mapa], lo que no se le puede negar a Ventura Pons es coherencia.
Y es que el realizador de Caricias o Actrices parece haber entrado en un imparable declive donde no queda ni rastro del interesante director que llegó a ser.

A Forasteros no se le puede negar el atractivo de su planteamiento. Desconozco la obra teatral en la que se basa aunque no dudo de su interés pues ingredientes no le faltan, pero su adaptación a la gran pantalla es uno de los espectáculos más bochornosos que haya podido ver nunca. Empezando por la opción estilística del sepia para las escenas que se desarrollan en los ’60 (me creó tal rechazo que cada vez que el guión me llevaba a ellas me revolvía en la butaca), pasando por la ambientación, el maquillaje, la excesiva música y terminando por la patética actuación de absolutamente todos los actores (nunca tan buenos profesionales han estado tan mal dirigidos), la película me pareció un despropósito de principio a fin.

Las tres estrellas se las doy a lo que queda del texto de Sergi Belbel.