Peraustrinia 2004

Juegan con un conflicto muy interesante: la idea entre un destino predeterminado y conocido de antemano, plenamente controlado y ordenado, y una realidad donde reina el azar y lo absurdo. La historia nos sitúa con un joven científico que ha logrado increíbles avances en una sociedad futurista basada en modelos predictivos donde el azar está cada vez más amenazado. Se pierde, así, la sorpresa, la emoción, la vida. La hija del ¿alcalde, presidente, emperador? de esta civilización rechaza completamente la idea de una vida en la que siempre sepa lo que va a suceder, por lo que odia al joven científico protagonista. Éste, plenamente enamorado de ella, intenta descubrir los secretos de algo que se le escapa: el amor. Mientras tanto, los seres del reino del azar (ojo a su mundo, un festival psicodélico de aúpa) atraen al científico a su mundo y le explican que se alimentan del azar que hay en la Tierra, y que si su progreso como predictor continúa no sólo pone en peligro la existencia de los azarosos, sino la de su hogar. Bien...

... Ahora empieza lo JODIDO del argumento. Estos azarosos, y ésto te lo enseñan como si fuera la cosa más normal, son los causantes de la mayoría de acontecimientos catastróficos de la Tierra. Les hace gracia. Literalmente. Se alimentan de ello. ¿Qué son, reptilianos, si nos atendémos a la teoría conspiranoica? Bromas aparte, el emperador de los azarosos le ofrece un trato repugnante al científico: si permite que el azar reine en la Tierra y así salvar a los suyos, la princesa que tanto lo odia terminaría enamorándose de él. Pues... así sucede. El azar se impone como nueva "utopía" de Peraustrinia y yo me pregunto: éstos seres que tanto jolgorio y fiesta han traído a éste mundo de risas son también los que en cualquier momento podrían decidir (según lo que se muestra en la cinta lo que voy a decir es coherente) en cualquier causar catástrofes nefastas e incontables muertes. Comprendo el inocente mensaje como retorno a lo arcaico (el mundo mágico e intuitivo de nuestros ancestros) y pasarnos el día fumando porros y bailando en el bosque. Mola, de verdad. Pero en la cinta se plantean éstos seres azarosos como entidades que rozan la psicopatía, pero dudo que fuera del todo intencionado... No obstante, eso no es lo que más me hizo sacar de mis casillas. Recordemos que la cinta termina con la princesa enamorada del joven científico SÓLO porque ha sido totalmente condicionada por los azarosos que así sea. No sé que idea tenía del amor el chaval, pero comprendo que no ligara y que fuera su mayor reto porque, ¡joder!, el tío tan feliz sin remordimiento alguno por aniquilar la libertad que irónicamente tanto ansiaba la princesa. Rezaba por alguna resolución de cara al final, pero no: en Peraustrinia 2004 ahora reina el azar de unos psicópatas imprevisibles (un día te crean un mar de helado de melocotón y otro te revientan la cabeza con un bate y se parten la caja) y un joven científico bastante hijo de puta.

Ey, bromas aparte, no deja indiferente. Si lees esto y te consideras uno de los míos (nostálgico de una época con todos sus altos y bajos) ésta cinta es de casi obligada visión. A pesar de sus limitaciones de presupuesto y los ya expuestos problemas morales que podrían pasar desapercibidos es con todo peculiar y suscita interés debido a ideas que ya les gustaría tratar en muchas de las cintas que tenemos en un puesto mucho más elevado y popular.

Nota para el fumeta ocasional: hazte uno bueno para la ocasión. No te arrepentirás.