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El director es al mismo tiempo el autor de la obra teatral que dio origen a esta película. Es de principio a fin una reunión de consorcio en un edificio que se está viniendo abajo. Hay temas estructurales que se deben solucionar de inmediato, pero resulta imposible porque todos se pelean con todos por causas de mucha menor importancia. El título en checo significa, precisamente, "Los propietarios", "copropietarios", más bien, de una casa común en ruinas. La alegoría política salta a la vista y se vuelve muy ácida por la clave de humor e ironía inteligente del texto. Hay muy lindos detalles cinematográficos para matizar en lo posible la supremacía absoluta del diálogo, pero tal vez no sean suficientes. Hasta la mitad del rodaje, cuando el espectador se da cuenta de que será un film de escena única, uno piensa que se aburrirá sin remedio, pero a partir de allí el buen manejo de los personajes (excepto alguna caracterización exagerada) hacen que se recupere el interés, con el obvio paralelo entre lo que puede pasar en un consorcio y lo que ocurre en el manejo más amplio de las naciones. Opino
que el joven director Jiri Havelka (de unos 40 años) tiene talento y lamento no tener acceso, por la poca difusión del cine de Europa del este, a sus anteriores y seguramente también a sus futuras películas.
Walser