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Abajo el telón

Drama Crónica neoyorquina de la dura década de los 30, durante la cual numerosos artistas -como Orson Wells o Diego Rivera-, miembros de la alta burguesía y obreros se aliaron para luchar contra la censura y en defensa de la libertad de expresión, en una revolución cultural sin precedentes. (FILMAFFINITY)
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
3 de noviembre de 2006
31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que la ví por primera vez en su estreno, me parece una de las peliculas más valientes, originales y dignamente herederas del cine de Welles que se han hecho en los últimos años. Creo que con el tiempo, como ha sucedido con tantos títulos que pasaron desapercibidos en su momento y ahora son consideradas obras maestras, acabará ganando una fama más proporcionada con su calidad. Tim Robbins logra (en mi opinión, con más acierto que en la tampoco desdeñable "Pena de muerte") sacar el máximo partido al montaje, los actores, la fotografía y las posibilidades de un guión escrito en estado de gracia.

Un guión complejo pero repleto de una especie de realismo mágico que se plasma perfectamente en la pantalla. El hedor de las calles del Manhattan de la Depresión y la alegría de vivir que se refugia en el arte se entretejen con una naturalidad pasmosa. Para mí, esa escena final de la actuación en el teatro es uno de los momentos más sublimes de esa mezcla (por no hablar del último plano, que pone todo lo que hemos visto en su sitio en un instante), y desde luego no me pareció estirado ninguna de las tres veces que la he visto de momento. Al contrario, es una de esas obras en las que en cada visíonado descubres algo nuevo y relevante. Supongo que su orientación política, nada ambigua, molestará a algunos, aunque no creo que eso le reste un ápice de su alcance artístico. John Ford o Nabokov no transmiten un mensaje de izquierdas precisamente y también los puedo disfrutar.

Si todavía no la has visto y te gusta el cine con aliento clásico que no deja de ser arriesgado, hazte con ella como puedas. No sé si te gustará tanto como a mí, pero no creo que te arrepientas.
Dick Laurent
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28 de agosto de 2006
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La confirmación de que estamos ante uno de los más importantes autores del cine norteamericano actual. Tim Robbins, tras una heterogénea carrera como actor, debutó tras la cámara con la excelente opera prima Ciudadano Bob Roberts y confirmó su talento con la concienciada, aunque algo plúmbea, Pena de muerte. Con estos dos títulos dejo clara su ideología progresista, sin duda influenciado por su compañera sentimental y excelente actriz Susan Sarandon.

Como todo gran artista que se precie, su siguiente reto tenía que ser todavía más atrevido. Sin duda alguna, poner en pie este gran fresco histórico situado en la Norteamérica de la Gran Depresión no era tarea fácil. Unir en una misma cinta (sin caer en la confusión o en la pretenciosidad más absoluta) a Nelson Rockefeller convenciendo a Diego Rivera para que le pinte un mural en el vestíbulo del Rockefeller Center bajo la atenta mirada de Frida Kahlo, a Orson Welles y John Houseman montando para el incipiente y sin futuro teatro nacional norteamericano el primer musical defensor de la lucha sindical, a fascistas italianas vendiendo obras renacentistas a magnates como Hearst y un sinfín de historias entrelazadas más, era un tour de force del que Robbins sale airoso.

Y lo hace gracias a varios motivos: un punto de unión de todas las historias que es el montaje de la obra Cradle Will Rock – no es casualidad que el film tenga el mismo título, ya que tampoco es un proyecto que la América que votó a Bush vea con buenos ojos –. La sensación de realidad que produce la convivencia de personajes reales y famosos con otros inventados y anónimos , la brillante definición de personajes que a la vez sirven como lazos que conectan cada una de las historias, la identificación que el espectador puede tener con temas universales como la prostitución vital, la lucha por la libertad, un entonado guión que salva milagrosamente lo farragoso de la historia con un casi invisible pero efectivo hilo argumental y por supuesto unas excelentes interpretaciones de un reparto de campanillas.

Pero por encima de todo la calidad de la cinta proviene de la dirección de Robbins ( al que se le puede acusar – no sin razón - de didactista, parcial y obsesionado con declarar a los cuatro vientos Hollywoodienses su condición de izquierdista) que alcanza su cima en la épica representación final de la obra montada paralelamente a la solución final de Rockefeller para el problemático mural de Rivera y –como siempre en sus películas- en el terrible último plano de ambivalente interpretación. No se la pierdan.
HAROLDYMAUDE
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10 de febrero de 2006
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que se propuso Tim Robbins aquí fue mostrar un tumultoso período en Ee.uu, período que era el posterior a la Gran Depresión y era el antecedente a la "Caza de brujas" que se emprendió para que se borrara todo signo comunista existente en el país. Pero esta peli no va a lo político sino a lo que pasaba con lo artístico.
Este film conecta hechos como la preparación de la ópera "The craddle will rock" con Orson Welles como protagonista y productor que enfrentó diversos inconvenientes para su estreno; cuando Rockeffeller pidió a Diego Rivera que le pinatase el famoso mura que luego mandó a destruirl; el movimiento que emprendió Margherita Sarfatti( amante y colaboradora de Mussolinni) vendiendo obras de artes robadas a los maganates neoyorkinos e historias de personas vinculadas con el arte como una desamparada devenida actriz; un ventrilocuo esquizofrénico que se enamora de una trabajadora del Teatro que quiere delatar a los comunistas con tal de mantener su trabajo; un actor anti-fascista y la cruzada de la directora del Teatro Federal (a quién se lo acusaba de perpetrar "mensajes comunistas" en sus obras) para que éste siga en pie.
Las descripciones no alcanzan todas el mismo tratamiento y es por eso que algunas quedan demasiado desatendidas y demasiado simplificadas ( la de Rivera por ejemplo). Pero no por eso se le niega a Robbins el indudable talento y la maestría con la que llevó el relato, que es un canto a la libetad de expresión. Más que recomendable, este film, aparte de una asombrosa dirección de arte, es un vehículo para informarse de las adversidades de un grupo de personas que sólo querían expresarse y estar en paz ( los artistas por supuesto, no los maganates).
Con un elenco descollante, éste encuentra sus puntos más altos de nivel interpretativo en Cherry Jones, la gran Emily Watson, John Turturro y el excepcional Bill Murray, que si bien su personaje no existió, es el más intenso y logrado.
Imponente fresco que ractifica el talento de Tim Robbins atrás de las cámaras.
esteban_trivi
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5 de octubre de 2007
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La belleza de ser obrero, de no tener ni un duro, pero de sentirse parte de una unidad que es eterna, si uno cae, dos nacen. Cuanto late mi corazón al sentir que aun podemos lograr la victoria, y Tim nos propone eso, algo que paso hace lo que parece miles de años, pero que siempre podrá volver a pasar, el pueblo unido jamás será vencido, frase repetida hasta la saciedad pero real, aunque su demasiada reproducción ha hecho de ella un cliché, Tim Robbins en esta película la vuelve a hacer real, la vuelve a convertir en un objetivo y no bajo el hablar pedante de los grandes pensadores socialistas, sino junto a la voz de la gente, del pueblo, ese que unido, jamás será vencido. Y Bill Murray, que decir de él, que es un grande y que me pongo a sus pies, gracias Bill. EL PODER SE TAMBALEARA.
Hawkmenblues
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15 de mayo de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tim Robbins escribe y dirige una película con un ritmo trepidante y con un plantel de actores enorme, cada uno de ellos está perfecto en su papel, aunque yo destacaría a Bill Murray, que interpreta a un ventrílocuo con un halo de tristeza que al final descubre su verdadera cara a través de su muñeco en una de las mejores y más emocionantes escenas del film.

Hank Azaria también tiene momentos sublimes interpretando al autor de la obra, vemos como se va gestando la obra rodeado a la vez de sus propios fantasmas y del agitado presente que le inspira.
La obra que escribe trata sobre la prostitución, pero no sólo de la que se veían obligadas a ejercer muchas chicas durante la Gran Depresión a causa de la pobreza, sino también la prostitución del Estado, de la Iglesia, los sindicatos e incluso de los propios artistas.
Era una obra polémica y en aquella época se estaba fraguando la locura absurda que más tarde se conocería como la “caza de brujas”. Las sospechas de un grupo de políticos ignorantes de que los comunistas estaban dentro del Teatro Federal hicieron que se suspendieran todas las obras que iban a ser estrenadas, incluyendo The Cradle Will Rock, los militares tomaron el teatro y los sindicatos prohibieron a los actores y a los músicos actuar justo el día antes del estreno. Tim Robbins nos enseña de manera magistral todo lo que ocurre a partir de ese momento, es evidente el amor con que trata a esos personajes que amaban el arte por encima de todo, se echan a la calle junto al público que había ido a ver su obra y consiguen interpretarla en otro teatro, aunque en principio iba a actuar el autor sólo con el piano, por ser el único que no pertenece a un sindicato, pero al final de entre el público salen los verdaderos actores y cantan y actúan en el gran momento clímax de la película.

No sólo son los actores acuciados por la pobreza los protagonistas de esta historia, también están los ricos y poderosos que trafican con arte, negocian con fascistas como Mussolini y al mismo tiempo intentan que los artistas se sometan a su voluntad por un precio, pero no todos están dispuestos a prostituir su arte, como Diego Rivera no estuvo dispuesto a ceder ante las presiones de Rockefeller.

Por la gran cantidad de personajes y el ritmo trepidante que tiene la película en algunas ocasiones se podría haber convertido en una maraña imposible de seguir, sin embargo está todo perfectamente hilado, la cámara nos lleva al lugar justo en el momento justo y cuando la película acaba sientes haber vivido un espectáculo único que te deja un sabor agridulce con el último plano donde se nos muestra la actualidad, todo plagado de publicidad de grandes corporaciones, ¿la lucha sirvió para algo?
Patri
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