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El muro

Drama Las condiciones de los presos en una cárcel de máxima seguridad de Ankara, en Turquía, son inhumanas. Un grupo de huérfanos kurdos recluidos en una de celdas lucha por su propia supervivencia y decide rebelarse ante las constantes vejaciones y violaciones a las que les someten los guardias. Sólo cuentan con dos opciones: intentar escapar y arriesgarse a morir en el intento, o esperar la oportunidad de ser trasladados a un centro mejor. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
28 de agosto de 2009
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yilmaz Guney, para muchos el mejor director de cine que ha dado el pueblo kurdo, era, ante todo, un hombre con carácter. Se labró una importante carrera como actor en Turquía (convirtiéndose en el Rebelde James Dean kurdo), hasta que decidió pasar a la dirección y descubrió que en un país como aquel no se podía hacer cine (lo cual no le privó de realizar sus mejores películas entorno a una época tan convulsa como la del Golpe Militar de 1980). Al principio realizó films que funcionarían muy bien en taquilla. Pero poco a poco, a medida que iba tomando consciencia como kurdo y de los problemas que su pueblo empezaba a padecer, fue radicalizando sus propuestas para, al mismo tiempo, acabar confeccionando sus tres obras maestras (Suru, Yol y Duvar).

Duvar es el punto y final a una carrera plagada de torturas, ingresos en prisión, persecuciones y privación de los derechos humanos de un hombre, Yilmaz, que fue acusado dudosamente de asesinato y condenado a 18 años en una prisión como la que nos muestra este film.

La película, co-producida por los franceses, destapa una de tantas prisiones de la Turquía de los 80, por donde pululan hombres, mujeres y niños a lo largo de distintos barracones (aun hoy se observan resquicios de prisiones similares en algunas provincias kurdas). La mayoría de los internos tienen en común delitos fácilmente agrupables (crímenes de honor, por un lado, asesinatos varios, y delitos políticos, por el otro). El peso de la historia lo llevarán un grupo de niños kurdos que, cansados de ser torturados por los guardias, de ser amenazados por otros presos, de realizar trabajos forzados y de comer cada día el mismo pan duro, empiezan a rebelarse con la esperanza de ser trasladados a un centro mejor.

La puesta en escena de Guney se erige como un ojo omnipresente que recorre únicamente los reducidos decorados de la prisión, consiguiendo transmitir al espectador cierta sensación de claustrofobia. La influencia del neorrealismo italiano en el contenido y parte de la forma de Duvar se hacen visibles, pero cierto control riguroso sobre las imágenes, sobre la estética del film, la acaban desmarcando de dicho estilo, transfiriéndole un valor más personal y único.

Guney tuvo un breve y tardío contacto con nuestro país. Un año antes de morir se paseaba por las Ramblas de Barcelona presentando su penúltimo film (Yol, El Camino), y poco después presidiría el Jurado de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Pero poco tardó en ser olvidado por el resto del planeta…

Yilmaz Guney moriría en el exilio a los 47 años de un cáncer de estómago y en el momento más atroz de su carrera.

Duvar sería, en mi modesta opinión, una despedida tan desgarradora, cruda e inolvidable como lo fuera el Saló de Pasolini.

****5/5****
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kakihara
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