Laura, las sombras del verano

Uno de los bodrios realizados por el insufrible David Hamilton para dar rienda suelta a sus insoportable esteticismo basado en una fotografía "naif", melosa y nunca, ni por asomo, con una pizca de morbosidad. Horrible, se mire por dónde se mire, es un mayúsculo bodrio, una antipelícula dónde cada escena parece un "coitus interruptus" desde la interpretación pasando por la música y culminando en una fotografía más cerca del reportaje de cualquier aficionado que de un verdadero profesional.
Cutre y lamentable, llena de ridículos diálogos, es un monumento a la inoperancia y al amaneramiento erótico más castigable. Insoportables los picores de este señor... Cualquier película de mínima entidad del género pornográfico vale mucho más. Así de claro.

No había visto cine de este artista de la imagen erótica, sus fotografías me parecen geniales pero en cuanto a películas se refiere hay que ir con varias ideas claras.

No es una película asombrosamente técnica en cuanto a fotografía (si es una de las cosas que esperas), para mí fue nostálgica y bella por momentos. La historia que la acompaña y sus personajes son muy vacíos, podría decir que no sé nada sobre Laura. Excedida en tiempo, Hamilton debió haber tratado esto como un corto y nada mas.

La música que la acompaña la conocía porque tengo el vinilo y es lo que mas me fascina de la película pero se hace repetitiva, debió ser un cortometraje o un videoclip pero como película falla.

De vez en cuando y programada en televisión abierta, hoy resultaría absolutamente imposible concebir una película así, mediante un tema artístico como lo es una escultura de una niña desnuda (que abundan adornando fuentes de todo el mundo), el director monta una especie de escuela de ballet de adolescentes nudista, algo que no deja a nadie indiferente y que se encuentra a medio camino entre el erotismo, la pornografía y quien sabe qué otra cosa, no es sencillo decidir si esto fue el pináculo de una época híper-liberal o el anuncio orgiástico de su suicidio saltando hacia el abismo de un falso paraíso personal del fotógrafo David Hamilton (con auto-cameo incluído). No se puede negar la persistente y fuerte influencia pictórica de Degas, Waterhouse, Leighton, Joseph Moore, Alma-Tadema etc. Si somos completamente estrictos fue un personaje tan necesario como el cerrajero de la última llave hacia su propio infierno. Estéticamente nunca llegó a ningún sitio más allá de su círculo social de influencia y de su ego. Un caso triste que habla de la condición demasiado humana demasiado imperfecta y del abuso de la libertad con firma del autor, muy poco le faltó para llegar vivo al "me too" del cual fue la chispa fulminante. Él y su público estuvieron todo el tiempo dentro de una olla que herviría poco a poco.