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Sin sol (Sans soleil)

Documental Tres niños en una carretera en Islandia, una tripulación somnolienta a bordo de un ferry, un emú en Île de France, un bello rostro de las islas Bijagos, un cementerio de gatos a las afuera de Tokio, vagabundos en Namidabashi, los habitantes de la Isla de Fogo, Cabo Verde, un carnaval en Bissau... Así inicia el relato una mujer desconocida que lee las cartas remitidas por un operador de cámara, Sandor Krasna, que a través del registro de ... [+]
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
15 de noviembre de 2009
55 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
La voz en off comenta las cartas que un cámara trotamundos, Sandor Krasna, le envía desde varios lugares del globo, sobre todo Tokio, ciudad cuya vida se analiza a fondo.
Pero en la cabecera de la película se aísla un momento especial: los tres rubios niños islandeses al sol. Imagen de la felicidad, entre dos planos negros, imposible de relacionar con las restantes imágenes, imágenes ‘sin sol’ (en recuerdo de las canciones de Mussorgsky).

De género netamente ensayístico, la película despliega en tono despersonalizado una serie de reflexiones divagatorias que se deslizan de un tema a otro, en un marco sumamente abierto que permite relacionar todo con todo.
Partiendo de Tokio, cualquier detalle se incorpora al flujo verbal de la meditación: carnavales de barrio, cementerios de gatos, un emú en la Isla de Francia, horóscopos, exhibiciones de estatuillas fálicas, guerrillas africanas, museos de animales disecados, colecciones de muñecas rotas, descendientes de esclavos caboverdianos, la tumba de Nerval, la fauna africana… en fin, todo cabe en el discurso liberado del rigor expositivo.
Y cuando la reflexión se abstrae, incide con denso lenguaje en un núcleo de temas filosóficos como la memoria, el recuerdo y el olvido, las diversas temporalidades continentales, la muerte y los tránsitos, los puntos fuera del tiempo, la contemplación desde la Eternidad…, siempre insistiendo en buscar matices y sutilidades conceptuales.

En tales pasajes, la información verbal es excesiva: satura. Si ya en texto impreso resultaría espesa, la lectura de la voz en off, de entonación plana y monocorde (Florence Delay, en la versión original francesa), vuelve francamente pesados muchos tramos en que el collage se sobrecarga.

Pero Marker es un montador excepcional y un pensador visual de originalidad contundente, y los pasajes de imágenes mudas, o en los que predominan con claridad sobre lo verbal, dan a la película extraordinario valor: como el maravilloso tren de los viajeros durmientes, cada uno con su sueño o pesadilla; o el reportaje del ataque a Pearl Harbour solarizado; o el rastreo en San Francisco de las localizaciones del “Vértigo” de Hitchcock, o el análisis de la rica vida icónica de Tokio en sus murales, cómics, edificios, estatuas, neones, programas de TV, videojuegos, etc.

Descompensada en perjuicio de su brillantez visual, permanece no obstante como un notable e imitado ejemplo del cine ensayístico.
Archilupo
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1 de julio de 2011
25 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay devenir, cambio, pasaje. Pero, a su vez, la forma de lo que cambia no cambia, no pasa. Es el tiempo, el tiempo en persona, <un poco de tiempo en estado puro> una imagen-tiempo directa que da a lo que cambia la forma inmutable en la que el cambio se produce. Juega con los signos de su memoria. Los pincha y decora como insectos que se hubieran escapado del tiempo, y que pudiese mirar desde un punto situado en el exterior, la única eternidad que nos queda. Atravesar la memoria-espiral y percibir el vértigo.
mkchan
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11 de mayo de 2012
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine por lo general lo entendemos como si fuese una novela escrita con imágenes.

Fue D.W Griffith quien revolucionó el lenguaje cinematográfico para contar historias acercándose a la novela. Pero antes los Lumière lo crearon y registraron la vida con sus cámaras. Y fue Méliès también antes que Griffith quien hizo magia con las imágenes. Eisenstein creó los más grandes y espectaculares filmes propagandísticos. Otros cultivaron el cuento a lo largo de la historia del cine. Muchos otros la comedia o la tragedia. Algunos como Tarkovsky se atrevieron a llevar la poesía al cine. La intriga perteneció a Hitchcock. Unos pocos como Buñuel construyeron sus películas con el lenguaje de los sueños. Incontables cineastas hicieron basura, Michael Bay además de eso hizo ruido. Unos pocos, obras de arte y Bergman fue el más grande de todos. Chris Marker llevó el ensayo en el cine a través de imágenes, sonidos y palabras.

Pero en este ensayo Chris Marker consiguió que veamos la magia en las imágenes, también un registro de la realidad. Chris Marker además buscó despertar nuestro sentimiento revolucionario como Eisenstein. Nos hipnotizó como a un niño cuando le cuentan un cuento. Nos paralizó con su intriga. También consiguió transportarnos a un mundo onírico. Nos maravilló con la lírica de sus imágenes. Al igual que Bergman nos conmovió y nos hizo reflexionar. Chris Marker hizo arte pero los maullidos de sus gatos hicieron mucho ruido. Marker decidió esconderse en ese ruido que llena la red. Y seguirá oculto mucho tiempo tras sus gatos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vic Vega
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27 de noviembre de 2009
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Sin sol” del director Chris Marker, es una cinta de carácter documental que nos lleva a través de un viaje hecho por (asumimos) el realizador. Así, a partir de la lectura de una serie de textos que conforman lo que parece ser un diario de viaje, el director nos va llevando de la mano y nos va mostrando, lugares, elementos y fenómenos esenciales de su viaje. Sin embargo la cosa no es tan sencilla puesto que, a diferencia de los documentales comunes, que nos muestran un tema y un desarrollo profundo del mismo, lo que hace Marker llevarnos a través de imágenes que, aparentemente, son inconexas y no tienen nada que ver las unas con las otras y que nos muestran diversos lugares tan lejanos entre sí como lo pueden ser Islandia, Francia, Japón o África. Tampoco nos encontramos con un protagonista definido o con una temática evidente, simplemente vamos viendo muchos individuos y muchos fenómenos en apariencia aislados mientras una voz nos va narrando los momentos, experiencias y reflexiones que se encuentran en el diario del viajero, todo esto con un tono claramente poético. Así pues asistimos a obra que desborda sensibilidad y belleza estética, pues cada uno de sus planos resulta de una poesía visual incomparable, y esto hace que las imágenes queden indelebles en la mente del espectador. Sin embargo nos hallamos también ante un filme bastante críptico, en el que, si bien las secuencias de imágenes parecen no tener ninguna finalidad clara, la fuerza de las mismas radica, además de en su belleza, en ideas y temas contundentes que yacen latentes a la espera de la capacidad interpretativa del espectador. Así podemos ver a tres niños corriendo en una zona rural de Islandia, un portaviones, danzas tradicionales del Japón, o un ave en Ile De France, imágenes que por si mismas portan ideas y que en su yuxtaposición con las demás adquieren sentidos, aunque no claros de dilucidar, muy contundentes. Vemos pues que “Sin sol” se erige como una obra maestra del cine, que escapa a la inmediatez interpretativa que impera hoy en día, y que por el contrario exige todo un proceso de análisis y de dialogo profundo con la obra por parte del espectador. Esto hace que llegar al fondo de esta cinta habiéndola visto sola mente una vez, sea casi imposible, pues el poder de sus imágenes exige una profunda y concienzuda revisión para poder llegar percibir el enorme potencial de esta autentica obra de arte, que recuerda a grandes cineastas como Werner Herzog (Véase, Fata Morgana) y Sergei M. Eisenstein, quien haría frecuente gala, en sus películas, del efectivo poder ideológico que generan la yuxtaposición y el choque de imágenes o planos en aras de la transmisión del pensamiento, y eso es lo que tenemos en “Sin sol”, una obra críptica en su contenido y hermosa en su forma, pero de unas dimensiones ideológicas vastísimas por descubrir y redescubrir, cada vez desde ópticas distintas, con el paso de los años.
Krzysztof
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23 de agosto de 2008
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sans soleil descansa entre sus saltos temáticos y un discurso a veces confuso. Es una especie de monólogo que crece a través de una cadena de digresiones, un verdadero collage argumental. Buscar un sentido o una propuesta estricta que proporcione coherencia cronológica o una certidumbre de asunto que facilite el entendimiento, sería no solo una pérdida de tiempo sino un desvirtuar de las intenciones particulares de Sans Soleil. Esta obra, con su carácter experimental y ese matiz críptico que otras reseñas han apuntado, es la prueba que el cine documental también puede bordear exitosamente la abstracción de las obras de ficción.

Sans Soleil es un agudo ejercicio de observación y disertación. Se asombra de lo cotidiano (la televisión, los rótulos publicitarios, el transporte público), critica al cine como arte (constante cuestionamiento de sus reglas) o se ocupa del pensamiento mágico religioso (rituales funerarios, animales intercesores). En cualquier caso, el documental es una sucesión de recuerdos encontrados dentro de cartas y como tales, son azarosas y dispersas. Una opción es buscar el encanto de esos recuerdos o historias individualmente. Bellísimo es el templo de los gatos como oscura, trágica y algo descabellada la metáfora de Pac Man. Ambas inconexas, tal vez, interesantísimas, definitivamente.
Lachi
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