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Goshu, el violoncelista

Animación. Musical. Fantástico Esta es la historia de Goshu, un pequeño violoncelista profesional. Durante los ensayos para los recitales, su preparador se enfada con él porque no está tocando suficientemente bien. Goshu parece no sentir nada por la música... Por suerte, encontrará unos amigos muy especiales: un gato le va a ayudar a entender el sentimiento de la música, la importancia de practicar se la mostrará un cuco, el ritmo un tejón, y la ternura un ratoncito. ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
10 de febrero de 2007
24 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Isao Takahata antes de la fundación de Studio Ghibli tres años más tarde se confirmó como un simple y directo musical protagonizado por Goshu, un chaval falto de inspiración que no hacía más que llevarse broncas de su director de orquesta por ir a destiempo en el conjunto. La historia nos narra como le van visitando cuatro graciosos animales con la excusa de "escuchar" su música, al mismo tiempo que van dándole pequeños consejos de forma "subliminal" que hacen que el joven violoncelista mejore enormemente, notándose en el final de la cinta, que llega pasados apenas 60 minutos.

La animación es, irónicamente, más floja que en "Las aventuras de Horus, Príncipe del Sol", y se nota en todo momento que estamos más ante una obra experimental que no algo firme y completo. Destacan, por supuesto y como en casi todos los films de Ghibli, los diseños y las animaciones de los animales que le van visitando, comenzando por un cómico gato que arranca sonrisas con cada segundo que sale en pantalla, y continuando con un pájaro, un pequeñísimo y abrazable mapache y finalmente una rata con su cría enferma.

Toda la trama se resume en eso, y es que evidentemente aquí lo que importa es la música, creada por Michio Mamiya con temas orquestados y algún guiño a compositores clásicos, encontrándonos incluso una pieza de Beethoven. En definitiva, "Goshu, el violoncelista" es una interesante forma de ver cómo podría Ghibli dar lugar a un musical agradable pero en absoluto cautivador. La animación está a años luz de películas con muchos más años encima, pero cumple, y además entretiene bastante, gracias en parte a su escasa duración, que logra que nunca se nos haga pesada. Para amantes del actual Ghibli y quienes quieran ver los inicios del creador de la sobrecogedora "La tumba de las luciérnagas".
Caith_Sith
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7 de diciembre de 2008
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
* Una mágica y emotiva historia sobre el poder de la música y de la naturaleza.

* Ya en el año 82 películas como esta manifestaban que la animación japonesa tenía mucho que aportar y contar, demostrando a veces, por no decir la mayoría de las veces, una mayor dedicación y esmero por sus historias, sus personajes, sus mensajes, o sus ambientaciones, que el resto del cine, en el resto del globo.

* Goshu es un violoncelista que ama la música, pero que toca en una orquesta cuyo director es tan exigente en cuanto a la ejecución técnica de sus músicos, que se siente presionado, de tal forma que las gratas sensaciones que Goshu vincula a la música quedan doblegadas ante los requerimientos de ser músico profesional. Un grupo de simpáticos animales le ayudarán a recuperar ese sentido y sentimiento musical, y a percibir el valor de la música a una nueva escala.

* Todo esto parece narrado con una innegable linealidad durante gran parte de la narración. La galería de animalitos que van pasando por casa de Goshu, no parecen, a priori, dar mucho juego en la historia, que reclama más nuestra atención en referencia a ese otro hilo narrativo, que es el de la situación de Goshu respecto a la orquesta y su director. Pero no deja de ser divertido el desfile de criaturas que acuden al “maestro” Goshu para disfrutar de su música y sus lecciones, aunque a Goshu no parezcan serle muy agradables las visitas. Poco a poco, veremos cómo, no solo están relacionadas ambas situaciones, sino la extrema belleza que finalmente cobrarán las dos.

* Takahata, en su línea, destila una innegable nostalgia por los ambientes rurales, los plácidos paisajes campestres. Nos muestra el conflicto entre el mundo urbanita y el rural, presentando este último como un refugio, dotado de una terapéutica magia que nos regenera y nos mantiene en equilibrio; y el primero como el que corrompe cualquier cosa pura que con él entra en contacto, como en este caso, la música, o al menos, la vivencia respecto a ella que tiene Goshu, nuestro protagonista. Son los animales, representantes de ese mundo apegado a la naturaleza, los que le hacen ver el verdadero valor de su arte.
irian hallstatt
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25 de octubre de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de emocionarnos con 'La tumba de las luciérnagas' (1988), Isao Takahata dirigió esta pequeña película producida por un modesto estudio de animación. El director, precedido por la gran fama adquirida gracias a las series de televisión 'Heidi' (1974), 'Marco' (1976) y 'Ana de las Tejas Verdes' (1979), se embarcó en esta película que en poco más de 1 hora narra una fábula sencilla pero muy bien contada.

Trata ni más ni menos que de un joven violoncelista llamado Goshu, que ante la inminente actuación de la orquesta en un festival y viendo cómo es constantemente corregido por el director, alberga ciertas dudas sobre su capacidad para tocar su instrumento.

Pretende mejorar, sin embargo no se esperará que la ayuda venga de una muy peculiar forma gracias a un gato, un cuco, un tejón y unos ratoncitos.

Con unas bases tan sencillas como su animación (bonita, aunque quizás no demasiado brillante para una industria japonesa ya bastante desarrollada a principios de los 80) el film basa su atención en una delicada sensibilidad expresada gracias a las múltiples composiciones de música clásica que acompañan y se interpretan a lo largo del metraje, lo que casi le valdría el "falso" calificativo de musical.

El gusto de Takahata por lo mínimo, lo intangible pero emocionante está patente de manera sutil en 'Goshu el violoncelista', donde sin ningún tipo de artificio logra una película bastante redonda y sin pretensión alguna.

Tan sencilla pero tan bonita y musical, que no necesita más para convertirse en una pequeña joya de la animación, de esas que andan por ahí escondidas.

Sencilla y bonita.
Alvaro
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