Ratones y zorros. Una amistad de otro mundo

Porque cuando prometo algo no doy marcha atrás, me he visto obligado a visionar esta "película" con mi sobrino.

Para empezar, la película apenas tiene gags graciosos. Lo sé, el lector estará pensando que como esta cinta se dirige al público infantil, yo no debería hacer de juez. Está muy equivocado el lector, pues durante toda mi vida habré visto más de cincuenta películas de dibujos animados, muchas más que el mocoso promedio, con lo cual mi pericia en la materia es mayor y mi criterio más fiable. No olvidemos que este artefacto se está vendiendo como comedia. ¡Como comedia, señores! ¿Pero a quién quieren engañar? A lo largo de la hora y media que estuvimos atrapados entre las butacas, apenas nos reímos un par de veces, y es por ello que le doy un 2 y no un 1.

Segundo: la propaganda. Esta película apesta a Hollywood y sus modas moralizantes, hiede a un occidente perverso y decadente, lo cual me sorprendió y apenó todavía más en un film venido de Checoslovaquia. Bajo su envoltorio de producto que ensalza el valor de la amistad y de hacer el bien por el prójimo se esconde un alegato en favor de un darwinismo social depredador e inhumano. El film proyecta como deseable la estratificación social en amos y esclavos, mostrando a los primeros en forma de personajes principales con atributos codiciables y a los segundos como meros seguidores anónimos sin criterio propio ni conciencia de la galera en la que reman para su señor.

No recomendable.