Malice en el país de las maravillas (TV)

Los cotilleos de Hollywood idealizados bajo el prisma de la rivalidad entre dos periodistas de cotilleos muy diferentes.

La figura de los cotilleos y reina de ellos es Louella Parsons, encarnada por una Elizabeth Taylor que continúa siendo Cleopatra en los 80, tanto por su belleza, como por su glamour y estilo, frente a la otra periodista, que representa el lado humilde, pisoteado y rechazado de Hollywood al ser ya una actriz madura fracasada, Hedda Hopper, encarnada por Jane Alexander.

Los años se irán sucediendo, y mientras Louella se mantiene, el personaje de Hedda es aquel que más sostiene la película. Aunque la intepretación de Elizabeth es deliciosa, no deja de estar en ese ensimismamiento precioso y perfecto, mientras que Jane Alexander es la estrella pisoteada, que se alza sobre su pobreza, haciéndole saber a su hijo que todo va bien, con un árbol de Navidad que se cae a pedazos y se pasa horas y horas en las oficinas de los productores de Hollywood esperando por un trabajo.

Las dos mujeres son lo que da vida a la película. El personaje de Louella es más aburrido simplemente porque encarna a la persona ya exitosa, cuyo hedonismo la deja sin demasiado que hacer que no sea decir siempre los mismos cotilleos de unos famosos y otros, y recibir regalos de sus admiradores, al tiempo que enchufa a su hija de actriz.

El de Hedda es la vida misma, riéndose de su propia miseria.
Ambas actuaciones son las más sobresalientes, con un montón de secundarios que si bien cumplen con su criterio, como los tres productores principales, realmente no destacan.

Es una película correcta, de esas que Taylor aceptaba por los fondos bancarios, pero nada que ver con su épica filmografía.

Vestuario y fotografía de los interiores, exteriores de un Hollywood que realmente no es real, pero que pretendamos que lo es.
El verdadero Hollywood está en películas viscerales como "Babylon" de Margot Robbie, no aquí, pero tampoco es que haga falta. Por soñar una hora y media no nos vamos a morir.