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Elegía de Naniwa

Drama Ayako es una joven operadora telefónica, cuyo novio y compañero de trabajo observa impasible el acoso que sufre la joven por parte de su jefe Asai. Tras enfrentarse a su padre por una deuda que podría hundir a la familia, Ayako, se ve obligada a abandonar su casa, pero no sabe a dónde ir. Llevada por la desesperación, acepta ser la amante de Asai, situación humillante que provoca el rechazo de su familia. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
4 de octubre de 2009
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no me equivoco la primera película sonora de Mizoguchi. Pero al loro, que el tipo ya había rodado nada menos que 54 películas mudas.
He visto solo tres películas de este genio japonés, pero ya puedo aventurar que se trata de uno de los más grandes directores de todos los tiempos. Lo que acabo de ver en esta cinta no tiene explicación lógica.

En 69 minutos, Mizoguchi es capaz de contarnos una historia maravillosa, un alegato social estremecedor que fue prohibido por el gobierno japonés de la época por su dureza y valentía. Las ideas socialistas de Mizoguchi no eran bien consideradas por el anticuado estado patriarcal.
Se trata de un drama que va directo al estómago, una radiografía de la hipocresía de la sociedad japonesa y de su ideología con respecto a la mujer. La mujer, el eterno pilar sobre el que Mizoguchi se apoyaría a lo largo de toda su carrera.

Pero no solo la historia es fundamental en esta película. Los apartados técnicos son realmente alucinantes para la época. Creo que no estaba soñando cuando me ha parecido ver uno de los mejores traveling de mi vida, planos fijos con una visión transgresora, contrapicados y enfoques de lente corta en los que a través de un primer plano, se distingue a la perfección lo que está pasando diez metros por detrás. Un montaje que quita el hipo y una fotografía en blanco y negro espectacular, para tratarse de una película en su mayor parte, oscura.
Me estaba imaginando a Orson Welles y Hitchcock, tomándose una caña mientras hablaban de semejante posicionamiento de cámaras y encuadres mágicos. Me los imagino flipando en colores con el japo que mantenía fija su lente, con perspectivas diagonales, y que solo cambiaba de toma cuando le apetecía ponerla en el extremo contrario.

Una maravilla de la técnica, una obra maestra de la dirección. De imprescindible visionado para todos aquellos que quieran descubrir los orígenes de la utilización de las técnicas cinematográficas.
A mi me ha dejado en estado de sock.
pipona
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1 de enero de 2009
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por mucho que lo intento hay dos situaciones que el cine ha plasmado una y mil veces y que yo no alcanzo a comprender del todo.
Una es la discriminación y la separación racial en los Estados Unidos, donde una pareja mixta aun hoy es vista como algo extraño y prácticamente intolerable tanto para blancos como para negros.
Spike Lee es quien más y mejor nos ha hablado de este tema.

La otra es la situación de sumisión y discriminación de la mujer en extremo oriente hasta hace casi nada (si es que no sigue dándose todavía).

De esto último trata esta obra magnífica de Mizoguchi. Una mujer joven, poco más que una niña que es utilizada por todos: su familia, su jefe, su novio... Por su familia sacrifica todo lo que tiene: su trabajo, su amor, incluso a sí misma y lo hace con generosidad y también con orgullo.

El cinismo y la hipocresía de la sociedad japonesa se hacen patentes hasta dar asco en este brevísimo y afilado film, uno de los primeros de Mizoguchi.

A pesar de su antigüedad, la película resulta, cinematográficamente, ágil y fresca (a pesar de su dureza y oscuridad) y muy actual. Recuerda también el excelente cine norteamericano de la misma época, pero con un nivel de compromiso y una libertad muy superiores.

Una obra de envengadura. Sólida, comprometida y perfecta.
Chord
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7 de enero de 2009
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El primer filme sonoro del imprescindible Kenji Mizoguchi anuncia su madurez como cineasta, ya que tras 54 títulos mudos de temática melodramática y folletinesca éste decantó su obra hacia el realismo y la denuncia social. Elegía de Naniwa, que junto a Las hermanas Gion conforman un osado díptico que se acerca desde una óptica netamente feminista a la situación de la mujer en la patriarcal sociedad japonesa, narra el drama personal de Ayako, una joven telefonista que para sufragar las deudas contraídas por su padre se ve obligada a convertirse en la querida de un acaudalado empresario. Ayako caerá en desgracia, y pese a su enorme sacrificio será despreciada tanto por su novio como por su familia. La mirada de Mizoguchi simpatiza innegablemente con la rebelde autonomía de su protagonista, abriendo una vía esperanzadora en un aparentemente infausto planteamiento.
FERNANDO BERMEJO
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5 de agosto de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una muy joven Asako (Isuzu Yamada, la actriz que da vida al personaje, tenía 18 años durante el rodaje de este filme) trabaja de telefonista en una empresa farmacéutica cuyo presidente, el Sr. Asai, todo un déspota, trata de convertirla en su amante. Asako tiene novio, un compañero de trabajo llamado Nishimura, que asiste impávido al acoso al que es sometida la joven por parte del dueño de la empresa. Nuestra protagonista vive junto a su padre y una hermana más joven que ella; el padre tiene un serio problema, ha desfalcado 300 yenes de la empresa donde trabajaba, de la que ha sido despedido, y se enfrenta a la posibilidad de acabar en la cárcel. Asako acepta la proposición de Asai para obtener el dinero que salde la deuda de su padre; pero sus problemas, debido a las necesidades económicas de su familia, no concluirán ahí.

Primera película sonora de Kenji Mizoguchi; si hasta ese momento su cine había sido folletinesco, con 'Elegía de Naniwa' (Naniwa era el anterior nombre de la ciudad de Osaka) comienza un cine reivindicativo, social, en el que ensalza el papel de la mujer en una sociedad, la japonesa, regida por el patriarcado, la jerarquía y el 'giri' (la obligada sumisión al ser superior, ya fuera en la familia, en el trabajo o en cualquier otro ámbito social).

Aunque el guion esté escrito, además de por el director, por Tadashi Fujiwara (fundamentalmente se ocupó de los diálogos) y Yoshikata Yoda (célebre guionista que colaboraría principalmente con Mizoguchi, con quien escribió los guiones de 25 de sus películas, entre ellas las más reconocidas, siendo esta la primera en la que trabajaron juntos), y se basara en un relato de Saburo Okada, 'Elegía de Naniwa' tiene una buena parte autobiográfica del director que de gran manera hace comprender la reivindicación de la mujer que este hizo a lo largo de su carrera cinematográfica. A semejanza de Asako, la hermana mayor del cineasta fue arrojada por su padre a la prostitución, hizo que se convirtiera en geisha, para que ayudase de manera principal con su trabajo a sacar adelante la depauperada economía familiar. A lo anterior hay que unir que el padre del director maltrataba físicamente a su mujer.

Las mujeres, representadas por la ya referida Asako, así como la mujer de Asai, son los personajes fuertes de la historia que se nos presenta; con una determinación desconocida en el Japón de esa época, y no solo en ese país. La mujer de Asai, al fin y al cabo, tiene la sartén por el mango en su relación matrimonial, pues es de suegro quien el empresario heredó su privilegiada posición. En el caso de los Murai, la familia de Asako, el enfrentamiento es más contra la tradición según la cual el lugar de la mujer estaba en su casa, sometida a los hombres que en ella hubiera. Sociedad hipócrita, hasta en la familia; los Murai, padre e hijo, echan de su casa a quien les ha sacado del apuro económico en que se encontraban, primero por el hurto del padre y después por tener que hacerse cargo del pago de la matrícula de la universidad donde Hiroshi, hermano de Asako, estudia (los hombres, entre los hermanos, eran los señalados para poder estudiar, antes que las mujeres, si el padre no les podía dar estudios a todos, algo que, en aquel tiempo, no solo ocurría en Japón). El caso del novio, Nishimura, es distinto; él la quiere, está dispuesto a aceptarla a pesar de lo que Asako se ha visto obligada a hacer; pero es un cobarde que antepone la seguridad de su empleo al amor que por ella pueda sentir.

En el apartado técnico esta película también destaca, tanto o aún más que en el artístico. El uso acertado y eficaz del travelling (en una época en la que la cámara se solía mantener estática), la composición escénica, la profundidad de campo y el uso atinadísimo de la iluminación (Minoru Miki fue un gran cinematógrafo que trabajó mucho con Mizoguchi) resultan sublimes, recordemos que estamos ante una película rodada en 1935. Esas escenas en que la acción, muy iluminada, se sitúa al fondo de la imagen, manteniendo la perspectiva (jugando con una claridad que entra en diagonal para que el foco de luz no resalte) es algo difícil de ver incluso 81 años después; antes, en pintura, Velázquez si lo consiguió en su cuadro 'Las hilanderas'.
Juan Ignacio
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