El arte para tratar la miseria del ser humano con un humor de buen gusto único es lo que define, entre otras cosas, el cine de Chaplin, lo que es mucho decir, personajes solitarios en situaciones límites que se mueven a ritmo de ballet que sin embargo en esta película se pierden un poco en comparación a obras claramente superiores en todos los sentidos, incluyendo el drama que los rodea y los termina de perfeccionar como completos.

La película no deja de ser muy buena, sobre todo si se tienen en cuenta una serie de capítulos inolvidables para la historia del cine, como comerse una bota para ir el resto de la película con una sola, escenas de especialista como la rígidez que le provoca el frío y, como no, la danza de los panecillos; y realmente trata de personas en momentos de auténtica desesperación, el hambre como principal componente en este caso, pero la historia de amor a la que también suele acostumbrar no me termina de convencer porque parece planteada para introducir giros que sobran en su cine, y mi principal pega se basa en un transfondo poco profundizado, por lo menos respecto a las demás que he podido ver.