Corre, Lola, corre es de esas películas que poco destacan en lo argumental y que, si se analizan escrupulosamente, pueden resultar bastante absurdas, pero que acaban recibiendo una nota decente debido a un par de virtudes destacables; en este caso, una buena idea inicial y una portentosa dirección.

Tykwer viene a recordarnos, en formato de peli de acción frenética, lo que todos deberíamos saber: el importantísimo papel que juegan el azar, la casualidad y la suerte en nuestras vidas (también proponiendo que hay cosas de las que, pase lo que pase, no podemos escapar). A partir de esa premisa, se desarrolla 'una' historia cargada de adrenalina que se apoya en la fantástica dirección de Tom Tykwer y en la semiperfección de otros aspectos técnicos tales como montaje (probablemente, lo mejor), fotografía y banda sonora, para entretener durante todo su metraje, que acaba pareciendo, gracias a la evasión que ofrece el filme, mucho menos de lo poco que ya es.

Aprovecho la ocasión para contar una de esas historias (en este caso, filmaffinitera) en la que el protagonista es el azar.
Trata sobre una crítica que escribí hará un año, más por aburrimiento que con intención de proporcionar información útil a alguien (también dudo que alguien, por estos rincones de internet, buscase información útil sobre el esperpento cinematográfico sobre el que escribí). El caso es que la crítica estuvo durante meses muerta de asco, con un voto en contra y ninguno a favor. Otro día, también por aburrimiento, me dio por releerla, y detecté un garrafal error sintáctico que había cometido y que quedaba bastante feo; así que borré la crítica y publiqué su versión corregida. Poco a poco la crítica fue recibiendo votos positivos hasta alcanzar (redoble de tambores) los 16 de 16 (pronunciar la cifra con entusiasmo).

En fin, una chorrada, esta historia. Y la película... pues un poco también, pero mola lo suyo. O incluso más.