Mientras enciendo uno de mis puros. Y juego a las cartas con otros viejos vaqueros camaradas del rodeo. Alguien menciona a un tal Ennis del Mar. Antiguo cowboy de los años 60`s.
Sale la sota de bastos y mención a los “jotos”:
-¿Qué fue del tal Ennis? – Pregunta un ranchero- ¿acaso apareció muerto en una zanja, por que así terminan los putos?… ¿o no compadre?...
Nadie hablo más del tema. Termino la partida, bebí mi último whiskey.
Recordé al tal Ennis. Hace años fue mi compañero de trabajo. Cierto día llegando al rodeo le vi discutir acaloradamente con su esposa. Otro jinete me dijo que era debido a que ella le había sorprendido en una aventura. Inmediatamente pensé que se trataba de una aventura con otra mujer. Ya que el tal Ennis tenía cierto porte que seguramente atraparía a cualquier mujer. Reconozco cierta envidia en este pensamiento. Pero cuando me entere de que sostenía un torrido romance con otro vaquero. Sentí pena por aquel vaquero maricon, al lastimar a esa esposa tan joven y bonita, y esas dos niñas hermosas que eran sus hijas.
Siempre he sido un charro envidioso. Desearía que esa esposa y esas dos hijas fueran mías. Tal vez por que aquella mujer, Alma, almita de mi corazón; había sido mi novia, cuando ambos éramos unos quinceañeros. Pero esos, son solo sueños, fantasías, recuerdos de un tiempo que no vuelve. La historia vieja de un ranchero enamorado. De un mundo ajeno… del “mundo Marlboro”.
Atentamente:
El charro negro.