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El viaje de Marta (Staff Only)

Drama Una familia se va de vacaciones a un resort de Senegal. La hija adolescente lucha por conocer a gente de su edad y hacer amigos. Finalmente conoce a un trabajador del hotel que sueña con ser cineasta mientras graba las excursiones de los visitantes. El problema de las desigualdades sociales y las diferentes culturas serán una traba para la chica, que comenzará a darse cuenta de cómo funciona el mundo.
Mirar al otro (y a uno mismo)
En 2013, Neus Ballús sorprendió con una película que se alejaba de los circuitos comerciales, “La plaga”, una indagación en las posibles fricciones entre documental y ficción, volcada en una historia desarrollada en un espacio casi fantasmagórico que se ubicaba entre las comarcas del Vallés Oriental y el Vallés Occidental, donde varios personajes se entrecruzaban para certificar el posible nacimiento de un mundo nuevo. Una película de extrema belleza, casi fundacional. Seis años después, la cineasta barcelonesa plantea una obra que insiste en las historias cruzadas entre personajes, ahora inmersas plenamente en la ficción, y que también persevera en la idea de la necesidad de la mirada para conocer y comprender otras existencias.

Todo nace de unas vacaciones. Las que emprende una familia que viaja a un resort en Senegal. Una familia en la que afloran tensiones y rencillas y que, inevitablemente, se verá marcada por el destino elegido, especialmente la hija mayor, que encara una nueva realidad en la que son consustanciales las desigualdades sociales y las diferencias culturales.



Cada año nos rodean muchas películas que miran a otras realidades. Películas de intenciones pretendidamente sociales que, sin embargo, abundan en inspecciones realizadas desde la arrogancia, el paternalismo o, lo que es aún peor, desde la displicencia. Y todavía hay una mirada aún más peligrosa: la condescendiente. Por ello, uno siempre está en guardia ante determinadas historias. Y hay que decir desde el principio, y en voz alta, que los ojos de Neus Ballús en “El viaje de Marta” se sitúan muy lejos de esos postulados. Porque la artista sabe capturar el costumbrismo senegalés de igual a igual, con el examen propio de un viajero, no de un turista (que es lo que son los protagonistas en el inicio del relato).

Bajo el paraguas de un ‘coming of age’, personificado en la joven protagonista (una excepcional Elena Andrada, que otorga a su personaje una firmeza sorprendente en una actriz debutante), “El viaje de Marta” engarza la historia familiar con el entorno cultural para fundirlos en una experiencia vital que atrapará a la joven, pero también a ese padre en cierto modo distante que encarna, con extrema sobriedad y con inigualable hondura, ese actor excepcional que es Sergi López. En medio de la colisión cultural correspondiente, la joven Marta pelea contra un choque generacional y, entretanto, se investiga a sí misma: el aprendizaje interior crece desde lo que capta la mirada volcada hacia el exterior.



De tal manera que no solo se alejará de su padre y lo redescubrirá a partes iguales (“Eso es lo único que hicimos bien: vosotros”, llegará a asegurar el personaje paterno), sino que se asomará a lo que ella misma puede y quiere llegar a ser. Y como en toda vivencia adolescente lo hará, por supuesto, desde la transgresión (de las rígidas normas de su padre) y desde el descubrimiento o la exploración (de un mundo nuevo, personificado en el trabajador del resort que sueña con ser cineasta y que se dedica a grabar las vacaciones de los hospedados para convertir las imágenes de sus vacaciones en recuerdos prefabricados y edulcorados).

En ese doble camino, Neus Ballús crea un sentido retrato de personajes, a los que observa y retrata con mimo, con cariño, con certidumbre. Con unas imágenes puras que no son habituales en el cine comercial. Y logra secuencias emotivas y desnudas al tiempo, con una cámara que atrapa con aparente sencillez la esencia de sus protagonistas. Una cámara que rastrea sentimientos y pesares, certezas y anhelos, verdades y mentiras (la sinceridad o la falacia de la imagen, una reflexión metacinematográfica también presente). Bajo el mandato, de nuevo, de la mirada. Porque el cine de Ballús no es un cine de evidencias, sino de exploraciones. Y porque anda a la caza de la emoción más pura posible, la verdadera, la humana. La vida misma, capturada por el cine de ficción.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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