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Compulsión

Intriga. Terror La tímida Esther y el carismático Robert forman una feliz y envidiable pareja. Pero el cuento de hadas que ella vive se desvanece cuando encuentra indicios de lo que parece una infidelidad. Decidida a confirmar sus sospechas, lo que descubra se convertirá en su peor pesadilla.
El asesino vive al lado
Los 'psycho killers' no abandonan las pantallas. Y los patrios también están presentes. "Si, por ejemplo, te corto una mano, puedo ponértela sobre la cabeza, como si fuera una diadema". Estas eran las temibles palabras del asesino Bosco en "Tesis", el debut de Alejandro Amenábar. Robert, el psicópata criminal de "Compulsión", no lanza semejantes discursos. Se adorna muy poco ante sus aberraciones, lo que resulta un acierto por parte de Ángel González, otro director debutante.

"Compulsión" gira en torno a un asesino múltiple. De hecho, resulta tan protagonista de la película que solo lo rodean otros dos personajes, el de su mujer y el de una joven prostituta con la que mantiene una relación. El planteamiento narrativo de la película es sencillo: Robert es el marido de Esther y Fanny es la prostituta a la que lleva a una apartada finca campestre en una de sus citas. Robert, de apariencia inofensiva, es un asesino despiadado. Esther lo desconoce, pero descubre su infidelidad y decide seguirlo hasta llegar al lugar en el que se ha citado con Fanny, que es donde comete sus tropelías. A partir de ahí, la película se lanza a un ejercicio de suspense y terror que envuelve a los tres personajes, en el que Robert tiene todas las de ganar y las dos mujeres, una invitación a ser torturadas o algo peor.

La película camina durante su breve metraje entre lo interesante y lo decepcionante. Aborda un reto osado en tiempos de conservadurismo cinematográfico, lo cual siempre resulta estimulante, pero sus resultados no se mueven más allá de su asumido riesgo. Hay que atender a su mermado presupuesto, desde luego, pero también al hecho de que la mayoría de sus elecciones formales juegan en su contra.



Desde el inicio del relato se percibe claramente la idea de Ángel González: elaborar un retrato de la atrocidad humana envuelto en una película de género. Y llama la atención, y resulta finalmente sincera, su apuesta por la unidad de espacio y por reducir la trama a solo tres personajes. También su esfuerzo por llenar de realidad, de veracidad vital, el horror mostrado en pantalla, con los efectismos justos, con la crudeza medida. Sin embargo, las soluciones visuales de la película lastran su propuesta. Su empaque visual no escapa de cierto aire "amateur" y su principal idea de estilo se basa en llenar la pantalla de asfixiantes primeros planos y en anular por completo la profundidad de campo, en un intento de absorber al espectador y unirlo con los sucesos a los que asiste. Una elección formal que acaba por inutilizar su efecto, por insistente y reiterada. Finalmente, los horrores que comete el psicópata no serán mayores por encontrarnos más a su lado, sino menores, puesto que el artificio de la puesta en escena resultará distanciador. Los planos, que quieren ser claustrofóbicos, revelarán su ineficacia al detectarse su evidencia. Es decir, la verosimilitud fílmica mostrará sus costuras prefabricadas.

En Ángel González se atisba un director personal, con mirada propia, que deberá acceder a proyectos mayores. Porque entre el artificio que inunda "Compulsión" hay detalles de buen cine, de creatividad más allá de los errores, como la secuencia, esta sí impresionante, que da una buena idea de la particular mirada del director, ajena al morbo, al subrayado y a los aspavientos, en que Ester pregunta a su marido: "¿Por qué haces esto?", para recibir como respuesta una risilla casi infantil y un encogimiento de hombros (en un momento de espeluznante credibilidad interpretativa por parte de Paco Manzanedo). Un fogonazo que condensa todo el horror que el resto del mensaje no consigue transmitir.

Es difícil para el trío de intérpretes mantener la intensidad interpretativa: su responsabilidad es absoluta en un filme que los escruta hasta la impuducia, que los encierra hasta exprimir sus rostros. Pero todos ellos se entregan al drama con convicción, especialmente el intenso Paco Manzanedo, que augura una sólida carrera. Su personaje, compendio de horrores, impresiona más por su trabajo actoral que por su retrato cinematográfico: la base narrativa del relato es la del desconocimiento por parte de Esther de quién es, en realidad, su marido; y nosotros, como espectadores, descubriremos con pesar que al término de la película tampoco sabemos nada de él.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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